Agentes de tránsito en peligro
Después del asesinato de Cinthia Choque y las secuelas graves para Santiago Siciliano, lxs agentes de tránsito porteñxs intentan una organización colectiva que les permita salir de la precarización laboral. El rol del Gobierno de Larreta y su alianza con la burocracia sindical. La novia de Santiago comparte esperanzas y miedos.
por Mariano Pagnucco
«Los Agentes de Tránsito son seres humanos que a través de su presencia permanente en la vía pública tienen a su cargo el control del tránsito vehicular, la educación vial y velan por la seguridad y cuidado tanto de los peatones como de los conductores. Pero… ¿quién cuida de ellos?». La medida cautelar ordenada el 1 de noviembre de 2019 por la Dra Patricia Graciela López Vergara, titular del Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario N° 6 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es tan precisa como contundente en sus argumentos.
El 8 de septiembre de 2019 en horas de la madrugada, lxs agentes de tránsito Cinthia Choque (28) y Santiago Siciliano (30) realizaban tareas de control en Av. Figueroa Alcorta y Tagle. Cuando el auto que manejaba a toda velocidad el periodista Eugenio Veppo los embistió, Cinthia perdió la vida en el acto y Santiago sufrió heridas de gravedad. El hecho conmovió a la sociedad y despertó la solidaridad de sus colegas.
Horas más tarde, cientos de agentes de tránsito se movilizaron al Obelisco bajo la lluvia para visibilizar el miedo a otra tragedia similar. Se supo rápidamente que quienes velan por la seguridad vial de la ciudadanía porteña, tienen una débil protección ante la ley y un nulo reconocimiento por parte del Gobierno porteño: de un total de 2.750 empleadxs de la Subsecretaría de Movilidad Sustentable (perteneciente al Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad), solo 850 integran la planta permanente. El resto son monotributistas. O sea, no tienen reconocimiento como trabajadorxs del Estado porteño (ver nota en VAS del 7/10/19: «La esclavitud en los tiempos del cambio 2»).
Esta irregularidad, ninguneada obscenamente en los medios por el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta y los funcionarios de turno, generó la necesidad de organización de lxs agentes y también trajo represalias desde el Gobierno y el burocrático gremio de estatales Sutecba.
La medida cautelar de la Dra López Vergara señala, por ejemplo, que el Gobierno «deberá abstenerse de agravar y/o socavar y/o desfavorecer el vínculo que contractualmente refleja la situación laboral que mantiene a la fecha con los Agentes de Tránsito». Asimismo, insta a las autoridades a que garanticen las condiciones de seguridad adecuadas a este cuerpo de agentes y que lleven a cabo el pase a planta transitoria de lxs precarizadxs.
A comienzos de 2020, la respuesta del larretismo fue el despido de más de 100 trabajadorxs, con especial saña hacia aquellas personas que salieron a manifestarse y a reclamar por los derechos negados.
La burocracia sindical afín al Gobierno
El Sindicato Único de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (Sutecba) es una de las organizaciones sindicales que se caracterizan por sus dirigencias vitalicias y sus posicionamientos más cercanos a la patronal que a la clase trabajadora. Cuando lxs agentes salieron a la calle y comenzó a circular en los medios que la mayoría de quienes cumplen esas funciones son monotributistas, el gremio conducido desde hace 36 años por Amadeo Genta tuvo que dar la cara.
Para mostrar protagonismo en la situación, Sutecba firmó el 17 de septiembre una negociación colectiva con el Gobierno porteño que comprometía a la Administración Larreta a: mejorar las medidas de seguridad, elementos y protocolos de acción durante los operativos; mejorar la indumentaria en cuanto a su impermeabilización y carácter reflectivo; y contar con botones anti-pánico o aplicación telefónica que cumpla la misma función. Además, las partes convinieron comenzar los trámites para incorporar progresivamente a lxs trabajadorxs a la planta transitoria a partir de enero de 2020.
Desde entonces, no sólo no mejoraron las condiciones de seguridad o la situación laboral, sino que además el gremio realizó amenazas y aprietes y utilizó la violencia física contra quienes intentaron organizarse por fuera de la burocracia de Sutecba. La salida para un numeroso grupo de agentes fue acercarse a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que planteó ante la Justicia la acción de amparo para resguardar a lxs precarizadxs. De ahí nació el fallo de la Dra López Vergara.
Sin embargo, a comienzos de enero muchos y muchas agentes que se reintegraban a sus tareas después de las fiestas se enteraron de que ya no seguirían trabajando, o sea, que no les renovarían el contrato precario que los vinculaba con la Ciudad. Es el caso de Natalia Jaurena: «Fui a fichar y me estaban esperando en base tres directivos. Me dijeron que no iba a seguir trabajando con la excusa de que tenía muchas licencias médicas sin justificar. Es falso, acá hay una persecución política porque fui una de las que alzó la voz por mis compañeros».
Natalia es madre de tres niños y trabaja desde hace dos años como monotributista. El Día de Reyes, en vez de festejar con sus chicos, tuvo que salir a manifestarse junto con otrxs compañerxs contra la impunidad del Gobierno porteño, que violó la medida cautelar de la Justicia y, además, dejó a más gente en la calle.
Verónica Báez tiene el privilegio de ser trabajadora de planta, pero eso no le quitó la solidaridad de clase para acompañar el reclamo a metros de la Legislatura: “No es casual a quienes eligen para los despidos: son personas perseguidas política y sindicalmente por afiliarse a ATE”. Desde que el gremio estatal, conducido a nivel nacional por Hugo «Cachorro» Godoy, se metió en el conflicto, tanto el Ejecutivo porteño como Sutecba tejieron una alianza silenciosa para desalentar la organización de las bases. “Sutecba es un sindicato patronal que intentó silenciarnos desde el primer momento”, denunciaba al megáfono uno de los trabajadores en lucha.
Consultado sobre la situación actual, el colectivo Compañerxs Unidxs de Tránsito de la Ciudad detalló: «Sufrimos hostigamientos diarios, persecuciones laborales como fotos tomadas desde el Centro de Gestión de Monitoreo (CGM) para amenazarnos con que nos están vigilando, suspensiones absurdas por tener batería baja en nuestros teléfonos laborales, difamaciones invadiendo nuestra privacidad, informes inventados sólo por responderle a algún supervisor, más los aprietes del gremio en patotas. Todo esto es constante. No podés ni sacarte la gorra dos segundos para rascarte la cabeza que ya aprovechan para informarte y sancionarte».
Santiago, entre cirugías y mafias
Descompresión del cráneo, traqueotomía, fijación de pelvis con tutores externos, placas y tornillos en la rodilla y el tobillo izquierdos, cirugía maxilofacial, reconstrucción ósea del cráneo… Rocío Herrera, la novia de Santiago Siciliano, reconstruye la historia clínica de su compañero de vida con memoriosa precisión. Dice que «la columna está intacta de milagro» y que por eso la recuperación es un poco más alentadora.
Desde septiembre del año pasado, cuando «Santi» fue víctima de la brutalidad de Veppo al volante, lo acompaña en cada nueva internación y tratamiento. La operación más reciente fue para colocarle una placa que le estabilice el cráneo. Rocío habla por teléfono mientras se toma el subte rumbo al hospital: «Santi está molesto por tanto tiempo de internación y por las dolencias físicas. Siente que no puede ayudar a sus compañeros y hasta tiene miedo de que lo echen a él».
El miedo es compartido. Rocío es, como su novio, agente de tránsito y monotributista. Eso significa que, si la voluntad del poder lo decide, puede quedar sin trabajo cuando se reintegre de la licencia que le permite cuidar de Santiago y de Gianluca, el nene de 9 años hijo de su compañero.
No bien sucedió el trágico hecho que le costó la vida a Cinthia y dejó con graves secuelas a Santiago, al hospital se acercaron los directivos responsables de lxs agentes de tránsito. «Se portaron de un modo cordial, pero cuando Santi salió del coma no vinieron más», dice Rocío. Agrega que «de las autoridades políticas, como Larreta o Santilli, no vino nunca nadie».
Una de las personas que se hizo presente fue Leandro Ricciardi, por entonces gerente operativo de la Dirección General del Cuerpo de Agentes de Control de Tránsito y Seguridad Vial. Era uno de los responsables de cuidar de Santiago y Cinthia, que aquella madrugada fatal estaban realizando un control de alcoholemia sin el aparato necesario y con una camioneta que ni siquiera estaba ploteada con los colores amarillo y celeste característicos del cuerpo de agentes.
Ricciardi fue también quien recibió a los manifestantes en la mañana lluviosa del Obelisco. Como consigna el artículo de VAS «La esclavitud en los tiempos del cambio 2», Ricciardi se reunió con un grupo de agentes en una pizzería cercana y les dijo que «por ser monotributistas no tenían derecho a llevar a cabo medidas de fuerza porque carecían de ‘personería jurídica'». Sobre la pérdida de Cinthia, el funcionario había expresado: «Si ustedes me preguntan a mí, les digo que su compañera no va a volver”. Como demostración de la ética de la que hacen gala las autoridades porteñas, a Ricciardi no le pidieron la renuncia, sino todo lo contrario: desde enero de este año fue ascendido a director general del Cuerpo de Agentes de Tránsito.
Rocío sigue en la medida de lo posible las actividades organizativas de sus colegas, que intentan torcerle el cuello a un gigante de mil cabezas con total blindaje mediático, pero su principal preocupación pasa por Santi y el futuro familiar. ¿Cómo sigue esta pelea? «Hay una sensación muy fuerte de impunidad. El clima laboral es cada vez más pesado y pareciera que la conducción política está ensamblada con Sutecba. Más allá de la organización entre los compañeros, es muy difícil pelear contra las mafias porque tienen tanto poder, que siempre ganan».