«Algo se enciende»
Cómo el femicidio de Anahí Benítez movilizó
a la comunidad de su escuela
por Alicia Alvado
¿Cómo impacta el femicidio de una compañera en estudiantes de un colegio secundario que tiene toda una «división perdida» por el terrorismo de Estado?¿Cómo se movilizan y movilizan a toda una comunidad chicos y chicas de 14 a 17 años? En esta particular temática se introduce «Algo se enciende», documental que puede verse en ocasión del Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
«Ir a marchas, levantar el cartel de una compañera que ya no está, es fuerte para cualquier persona y lo fue para nosotres, que tuvimos que hacernos adultes de un día para el otro», cuenta una de las adolescentes en esta ópera prima de la realizadora Luciana Gentinetta
La institución educativa es la Escuela Normal Superior «Antonio Mentruyt» (ENAM) de Banfield; el femicidio es el de Anahí Benítez, una adolescente que estuvo desparecida cinco días -entre el 29 de julio y el 3 de agosto de 2017- hasta que se confirmó lo peor, cuando su cuerpo fue hallado semienterrado en la reserva Santa Catalina, a pocas cuadras de su casa. Tenía solamente 16 años.
Por el hecho en 2020 fue condenado perpetua Marcos Bazán, mientras que el otro acusado, Marcelo Villalba, fue declarado incompetente para ser sometido a juicio por su estado de salud mental.
«Estábamos primero en la esquina del colegio, luego entramos porque se hacía de noche y seguían llegando (compañeros y compañeras). Ninguno quería separarse de los otros. Estábamos dentro del gimnasio, bancándonos el alma», dice otra compañera sobre el momento en que se esperaba la confirmación sobre la identidad del cuerpo.
«Nos pusimos a hacer carteles para la marcha del otro día (al Congreso Nacional) y nadie quería poner una consigna por las dudas. Así que poníamos solamente ‘Anahí Benítez'», prosigue la joven que egresó en el 2018 sin una de sus mejores amigas compartiendo esta experiencia.
La directora del documental no es mucho mayor -tiene 24 años- y su primer contacto con el femicidio de Anahí fue como egresada del ENAM, participando de las diferentes actividades propuestas por los adolescentes: marchas, radios abiertas, volanteadas, performances, intervenciones urbanas.
«Este documental no entiende de procesos judiciales, ni de fiscales, ni citaciones. Es el retrato de un grupo de adolescentes atravesando un femicidio en el contexto de su escuela secundaria. La tragedia se convierte en una bisagra para nuestra comunidad educativa. Las desapariciones de jóvenes es un flashback directo a nuestra historia en la dictadura militar», dijo Gentinetta.
En la primera escena del documental ya aparece la historia institucional con todo su peso, cuando la cámara sigue a une de les compañeres de Anahí subiendo las escaleras de camino al aula y de fondo se ve el mural «Homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado»
Gentinetta explicó que «son compañeros que desaparecieron en diferentes momentos, pero nosotros le llamamos simbólicamente ‘la división perdida’ porque hay 30 desaparecidos que fueron parte de la comunidad educativa» de este colegio que padeció hasta una intervención militar.
«Hay un ejercicio de memoria muy importante dentro de la escuela, por eso las fechas del 24 de marzo y el 16 de septiembre son muy importantes pero el resto del año vemos ecos de esa actitud militante», dijo.
La documentalista explicó que eligió contar el impacto de un femicidio en una comunidad educativa solamente apelando a la voz de les estudiantes porque «para mí ellos fueron el motor» de la movilización de toda una institución, lo que tiene una explicación generacional porque a esta edad «hay una pulsión de vida muy fuerte», pero también de contexto histórico, por el protagonismo que les adolescentes y jóvenes han tenido en las movilizaciones de Ni una menos y por el derecho al aborto.
«Nos juntamos y dijimos: ¿cuáles son las herramientas que tenemos nosotros para generar impacto? Y lo que teníamos es básicamente el ENAM, una comunidad educativa de 2.000 personas dispuestas a ayudarte», cuenta en el documental otra de las compañeras de Anahí.
Al día siguiente de su desaparición «ya empezamos a volantear» porque «la policía no se iba a poner a hacerlo»; y en una semana «hicimos de todo», empezando tímidamente con «una pasada por los cursos» hasta encabezar una marcha multitudinaria al Congreso.
«Cada día teníamos una actividad diferente porque sentíamos que no podíamos quedarnos quietos», dice otro estudiante.
La película también muestra cómo la comunidad educativa se convierte en el principal refugio para realizar el duelo pero también activar colectivamente.
«Lo colectivo cobra sentido en dos aspectos: en primer lugar, uno siente que puede hacer cosas en lugar de estar llorando solo en su cuarto; y el segundo es que el grupo se convierte en un espacio de contención muy fuerte, con la escuela como lugar de resguardo común a todos», tengan o no apoyo familiar o terapéutico afuera, dijo.
Esa contención fue muy importante sobre todo en los momentos de mayor exposición para las chicas y los chicos, como cuando tuvieron que declarar en la Justicia o cuando la prensa les cayó encima como cabeceras que fueron de la marcha al Congreso.
Los adolescentes pusieron el cuerpo «con muchísima valentía» y el film les muestra en las antípodas del estereotipo de juventud que muestran los medios, porque «es más despotricar contra ellas y ellos, en lugar de poner en valor que la juventud está a la cabeza de muchos de los reclamos en agenda, como los temas ambientales o contra la violencia patriarcal».
El documental también refleja un momento de quiebre en esa movilización, cuando a los seis meses del crimen los chicos «deciden retomar la esencia artística de Anahí» -que tenía extraordinarias dotes para el dibujo y la poesía- «para hacer intervenciones en espacios públicos» con estos mismos recursos, cuenta la realizadora.
«Como las movilizaciones y las marchas los tenían muy desgastados en su proceso de duelo, los chicos decidieron que iban a seguir juntándose todos los meses pero el reclamo se expresaría con diferentes hechos artísticos en espacios públicos de Lomas. Y en ese mismo momento, en el marco de eso, yo reconozco que empiezo a pensar en la película», dijo Gentiletta.
Esta cinta, ganadora este año del Premio de las Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina como Mejor Película de la Competencia Nacional en el Bafici, se puede ver en el Centro Cultural San Martín los jueves y viernes a las 20, y los sábados y domingos a las 17 y 19, como parte del ciclo.
Fuente/foto: Télam