Atravesar la pandemia sin pan y sin trabajo
La dramática situación de Artistas y Trabajadores de la Cultura
“Lo que ha develado la pandemia es la gran precarización laboral en la que desarrollamos nuestras tareas. Ante el parate de todo la actividad cultural, estamos totalmente desamparadxs, no tenemos seguro de desempleo ni ningún tipo de cobertura. La situación es tan extrema que hay músicos y músicas que tienen que vender sus instrumentos para poder comer, para poder pagar los alquileres, para poder vivir”, dice a Periódico VAS Luis Mauregui, vocero de Músicxs Organizadxs, colectivo que integra la Asamblea de Artistas y Trabajadorxs de la Cultura, entidad que exige una compensación salarial de 30.000 pesos mensuales, subvencionada a partir de la aplicación de un impuesto progresivo a las plataformas digitales como Netflix y Spotify, entre otras.
“La pandemia agudizó una situación que ya era muy precaria previa a la cuarentena” advierte Natalia Badgen, actriz y vocera del colectivo Actuemos, que reseña cómo se conformó la Asamblea de Artistas y Trabajadorxs de la Cultura. “Desde Actuemos hace años venimos discutiendo la precariedad laboral de nuestro sector; esto nos llevó a convocar a otros colectivos y agrupaciones de diferentes lenguajes de las artes, como fotógrafxs, músicxs, artistas audiovisuales y otros trabajadorxs de la cultura para discutir y juntar fuerzas para enfrentar la situación de precariedad y de falta de ingresos a la que nos ha expuesto la cuarentena”.
Hacia fines de mayo la Asamblea de Artistas y Trabajadorxs de la Cultura había elaborado una serie de propuestas para paliar la falta de trabajo. La presentó ante las autoridades del ministerio de Cultura de Nación. “Solicitamos un subsidio de treinta mil pesos mensuales -sustentado a partir de un impuesto extraordinario a las plataformas digitales- para todxs lxs trabajadorxs de la cultura; exigimos la puesta en marcha de plataformas digitales para poder trabajar en blanco y la exención del pago del monotributo y de los alquileres de las salas de ensayo y teatrales para nuestro sector”, explica Badgen.
Ante la falta de respuesta, el jueves 25 de junio un centenar de artistas y trabajadorxs de la cultura realizaron una performance artística en la Ciudad de Buenos Aires, Lomas de Zamora, Mar del Plata, Catamarca, Río Gallegos, bajo las consigna 100 días sin ingresos. En Plaza de Mayo entregaron una nota al Jefe de Gabinete Santiago Cafiero.
El 4 de julio el Ministerio de Cultura lanzó el programa de Sostener Cultura II, promovido por el Fondo Nacional de las Artes con el apoyo de la Anses, que crea un fondo de $450 millones para distribuir en becas de hasta 30.000 pesos para artistas y trabajadorxs de la cultura.
“Luego de más de cien días sin ingresos, ésta es la respuesta que recibimos de un Gobierno que atendió muy rápidamente a Suar o a Tinelli y no tuvo reparos ante sus despidos, sino que enseguida los auxilió con ATP para pagar sueldos”, dice Francisco Rizzi, miembro de Trabajadores Audiovisuales Precarizadxs (TAP), organización que integra la Asamblea de Artistas y Trabajadorxs de la Cultura.
Además de tardío, Francisco Rizzi considera insuficiente el programa Sostener Cultura II. “En primer lugar porque la partida presupuestaria destinada apenas alcanza a 15000 destinatarios, cuando la nómina de artistas y trabajadores de la cultura a lo largo y ancho del país excede esta cifra. En segundo lugar, existen una serie de restricciones para acceder a estas becas, lo que producirá que muchxs artistas y trabajadorxs de la cultura queden fuera del programa. Por último, hay que aclarar que no se trata de un subsidio, sino de una beca de hasta treinta mil pesos, lo que significa que el monto podría ser menor”.
“No estamos en condiciones de concursar para una beca y contar la ‘experiencia pandemia; estamos atravesando una situación terrible que afecta al cien por ciento de lxs artistas y trabajadorxs de la cultura”, agrega Rizzi.
En el mismo sentido, Natalia Badgen opina que el programa de becas no solo es insuficiente, también resulta restrictivo. “Exige, por ejemplo, no haber cobrado becas del Fondo Nacional de las Artes durante el pasado o en instancias previas de la cuarentena, cuando sabemos que muchísimxs trabajadorxs escénicos necesitamos esos fondos para poder gestionar las producciones”. También asegura que estos requisitos limitan la posibilidad de concursar. Al igual que Rizzi, Badgen cuestiona el monto asignado al programa.“Sí hacemos una cuenta rápida, obtendrán esta beca entre quince mil a veinte mil beneficiarios y no el conjunto de lxs trabajadorxs de la cultura, cuando solamente en el campo de la actuación estimamos que somos más de cincuenta mil personas”.
“Además esta beca se está estableciendo por única vez y no como una compensación mensual que es lo que estamos reclamando”, agrega Badgen.
“El programa de becas no abarca a la totalidad de los trabajadores y trabajadoras de la Cultura. Estamos hablando de becas que, en caso de obtenerla, recién se van a cobrar a principios de agosto, para entonces ya vamos a llevar ciento treinta días viviendo en una situación desesperante”, dice Luis Mauregui y explica que hace meses la Asamblea de Artistas y Trabajdorxs de la Cultura viene proponiendo una compensación mensual de 30.000 pesos mientras dure el aislamiento social y preventivo.
“Nadie sabe cuándo terminará esta situación ni cómo saldremos técnicamente de ella. En esta especie de futuro diatópico que tenemos por delante, nuestra propuesta es muy clara: planteamos que este subsidio se subvencione a través de un impuesto progresivo a las grandes plataformas digitales tipo Netflix, Spotify o Amazon, que desde que comenzó la cuarentena han experimentado un crecimiento exponencial de usuarios y por lo tanto de ganancias”, agrega.
“No queremos que el dinero salga del Anses, como sucede con la beca Desarrollar Cultura II. No queremos que los jubilados cobren menos o que se reduzcan los IFE. Cuando hablamos de un impuesto a las plataformas de servicios digitales no estamos planteando un impuesto a los usuarios, sino que es un impuesto a las ganancias capitalistas de estas empresas. Esto no se nos ocurrió a nosotros, se trata de una política impositiva que se viene aplicando en distintos países del mundo. Lo que proponemos con este impuesto es hacer un fondo para poder cubrir la necesidades de artistas y trabajadorxs de la Cultura”, enfatiza Mauregui.
“Presentamos nuestra propuesta a Cultura previa al lanzamiento del programa de becas Desarrollar Cultura II”, dice Francisco Rizzi, y enumera los puntos de la iniciativa:
– $ 30.000 mensuales hasta que podamos volver a trabajar.
– Exención del pago de monotributo.
– Impuesto a las plataformas digitales (OTT) para constituir un fondo exclusivo para subsidios a trabajadorxs del sector, que no signifique trasladarlo al costo del servicio para les usuaries.
– Suspensión del pago de alquileres de viviendas particulares y espacios de entrenamiento, ensayos y dictado de clases.
– Ningún despido, suspensión, baja de carga horaria o de contratos en la cultura.
La ciudad ausente
“En la ciudad de Buenos Aires, área donde se concentra gran parte de la producción cultural de el país, no existe ninguna política para proteger al sector de la cultura independiente”, señala Francisco Rizzi y relata que junto a Músicxs Organizadxs realizaron un festival en la puerta de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad. “No obtuvimos respuesta alguna”, dice.
En el mismo sentido, aunque por fuera de la Asamblea de Artistas y Trabajadorxs de la Cultura, el colectivo de Profesorxs Independientes de Teatro de Capital Federal (PIT), lanzó un comunicado de prensa donde, si bien expresa su apoyo a las medidas dispuestas por el Gobierno para frenar la pandemia, expone también la crítica situación por la que atraviesa el sector y reclama la puesta en marcha de un protocolo que permita retomar la actividad docente.
“Desde el comienzo de la cuarentena nacional se abordó la necesidad de elaborar un protocolo que, atendiendo a los cuidados precisos, permita el desarrollo de las clases presenciales de modo gradual y adaptándose a las nuevas necesidades sanitarias”, explica Ricardo Tamburrano, profesor de teatro que integra el PIT, y relata que mantuvieron dos reuniones con autoridades del Ministerio de Cultura de la Ciudad, pero no recibieron respuesta a sus inquietudes.
En la Ciudad de Buenos Aires hay 800 docentes y 25.000 estudiantes de teatro. Estas cifras surgen de un relevamiento que el PIT realizó en el mes de mayo. “Lejos de suponer una actividad secundaria, las clases (de teatro) son extensiones orgánicas para lxs creadorxs, que asumimos una responsabilidad importantísima a la hora de transmitir no solo técnicas y herramientas, sino también una ética y un compromiso con nuestra actividad. Nuestra ciudad es un referente indiscutido del hecho escénico, donde se destacan no solo la diversidad de su cartelera sino también la heterogeneidad de sus creadorxs y poéticas. No podemos separar esa constante pulsión creativa, de la docencia teatral. Miles de alumnxs argentinxs y extranjerxs acuden a las clases de teatro porteño atendiendo a su calidad y prestigio”, dice el comunicado de prensa, donde informa también que, junto a las asociaciones escénicas ESCENA y ARTEI, continúan dialogando con autoridades sanitarias y culturales de Nación y Ciudad para poner en marcha el protocolo y dinamizar la actividad docente de forma inmediata.