Buenaventura Arzac, el gigante de mayo
por Norberto Galasso*
( 1783 – ¿? )
Nació en Buenos Aires, el primero de febrero de 1783 y fue inscripto en el acta bautismal como Buenaventura Mariano José Joaquín de Jesús Arzac. Si bien Enrique Udaondo, Ricardo Picirilli y Diego Abad de Santillán lo mencionan en sus diccionarios, apenas le dedican unas pocas líneas. Mitre no lo menciona siendo posible –señala Alberto González Arzac- que “haya preferido silenciarlo, pues los hermanos Arzac eran propietarios de una imprenta en tiempos de Rosas y puede haber considerado inconveniente mencionar “rosistas” (González Arzac, “El gigante de Mayo”, p. 81).
Asimismo, en una carta de un español, del 26 de mayo de 1810, se lo menciona de manera descalificatoria: “La mañana del lunes 24 de mayo, French (el del correo), Beruti, (oficial de las Cajas) y un Arzac que no es nada, fueron a la plaza como representantes del pueblo”. Pero Vicente Fidel López le reconoce un rol importante entre “los chisperos” de la revolución, considerándolo la mano derecha de French: “Era un gigante de ocho pies, fuerte como Hércules, astuto como Ulises y tan ilustrado, aunque no hombre de letras, como el mejor de su tiempo”. A su vez, el padre Guillermo Furlong sostiene: “Grupo de patriotas de la primera hora: Saavedra, evidentemente en primer lugar, y con él, Belgrano, Castelli, Grela, French, Arzac, Beruti y otros”.
Enrique González Tuñón se ha referido con entusiasmo a este vasco que medía más de dos metros y se metía en los barullos haciendo sentir su hercúlea fuerza: “Buenaventura Arzac, el gigante, a quien nuestra historia oficial parece haber olvidado, era un patriota, un parroquiano del café de los catalanes y de la Fonda de las Naciones. Un hombre que hacía temblar a los petimetres de la vereda ancha…; Arzac era el que daba las bofetadas. Era el matón –en el sentido sublime de la palabra- el matón de la revolución de Mayo”.
A los veintitrés años, Arzac participa en la resistencia contra los ingleses invasores, incorporándose, en agosto de 1806, como sargento del Escuadrón de Húsares comandado por Juan Martín de Pueyrredón. En 1807, vuelve a pelear contra la nueva invasión británica. Luego, en 1810, aparece junto a Domingo French y Mariano de Orma constituyendo uno de los grupos más decididos de los “chisperos”. En el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, vota después de French y en el mismo sentido. Al igual que French era de los morenistas más apasionados, muy crítico de Saavedra. Por esta razón, integra el regimiento “América” o “Estrella”, que apoya al secretario de la Junta.
Con motivo del destierro de French, después de los sucesos del 5 y 6 de abril de 1811, Arzac queda desplazado. Luego, integra la “Sociedad Patriótica”, desde la cual Bernardo de Monteagudo intenta continuar la lucha del morenismo.
En 1813, vuelve a un cargo de cierta importancia en la Administración de Correos.
Durante el gobierno de “los directoriales”, Arzac –siempre junto a French- se manifiesta muy crítico a Pueyrredón. Poco después, apoya a Dorrego e incursiona en el periodismo, con el nombre de “Ciento Patas”, “Cientopiés” o “Ciempiés”…
Con su hermano José María, instalan una imprenta y publican varios periódicos, entre ellos, algunos de fuerte crítica al Gobierno de Rivadavia. En los primeros años del gobierno de Rosas, algunos autores consideran que Arzac se unió a los “lomos negros”, mientras otros le otorgan filiación rosista. En esos años, se hunde en el olvido y no se conoce la fecha de su fallecimiento que se habría producido en los últimos años del gobierno de Rosas.
Alberto González Arzac, uno de sus descendientes, recuerda que hacia 1826, cuando el gobierno de Rivadavia proyectó erigir una fuente en la Plaza de Mayo, donde figurarían los nombres de los protagonistas del 25 de mayo, Juan José Paso y Juan Ignacio Gorriti se opusieron porque “serán las generaciones posteriores a quienes corresponderá hacer este discernimiento”. Y agrega: “Buenaventura Arzac aplaudió con sus enormes manos de pelotari vasco las palabras de Gorriti. Tal vez ignoraba que la historia llegaría a olvidarlo…”
*N. GALASSO – LOS MALDITOS – Vol. III – Pág. 242 – Ed. Madres Plaza de Mayo