Cierra el último Quilombo de la Ciudad
El Quilombo era un lugar de personas fugitivas que huían del latifundio, en el tiempo de la esclavitud. Era como una especie de retorno al paraíso. La tierra se consideraba de propiedad comunitaria, y las personas vivían libres y fuera del alcance del látigo del explorador. Por extensión, se denomina Quilombo a los centros culturales africanos sumidos en las metrópolis blancas.
Ante el CIERRE Y DESALOJO DEL CENTRO CULTURAL AFRO de la calle HERRERA 313, el Movimiento Afrocultural expresa en una Carta Abierta:
(…) «En este desalojo se perderá el último Quilombo Urbano de Buenos Aires, comparable con el Conventillo Medio Mundo de Uruguay y con el Quilombo dos Silva, en Porto Alegre, ambos protegidos por sus respectivos gobiernos en contra del avance de los negocios inmobiliarios, habiendo el estado garantizado los derechos de las personas afrodescendientes y originarias, reconociendo sus derechos de propiedad y autonomía. Ante la total ausencia de respuesta a nuestros reclamos durante 5 años, demandamos al Estado de la Ciudad en diciembre del año pasado. Nuestro reclamo es que ante la negación de nuestros derechos al inmueble de Herrera 313, por falta de apoyo legal en el juicio de desalojo y en violación a nuestros derechos humanos más elementales, la Ciudad nos reconozca y nos otorgue un inmueble para poder continuar desarrollando nuestra cultura ancestral, que es en comunidad con la habitación de las familias que hacen y transmiten la cultura afro originaria y los vínculos solidarios que son su esencia y objetivo.
Herrera 313 es nuestro centro cultural y social y donde el movimiento afrocultural desarrolla sus actividades desde hace por lo menos 10 de sus 20 años de existencia: luthería de instrumentos, capoeira, candombe, una biblioteca, un museo de la tortura sufrida por nuestros/as ancestros/as afro originarios, una escuela cultural con juegoteca para las y los más pequeños, ferias de arte y comidas, conmemoración de fechas importantes para nuestra comunidad, que están abiertas permanentemente a todas las y los habitantes de Buenos Aires sin ninguna distinción ni discriminación. Es también nuestra casa, donde vivimos 60 personas, la mayoría de ellas abuelos y abuelas y mujeres jóvenes madres de hijas/os pequeños, todas/os que se autorreconocen como pertenecientes a pueblos afro-originarios, y varios maestros/as de diversas líneas culturales que se transmiten allí mismo.
Hemos reclamado al Sr. Administrador General de Bienes que responda los pedidos de información que le ha hecho el Juez, con un listado de inmuebles de la ciudad que estén vacíos y sin actividades programadas por lo menos durante 2009. Hemos realizado por lo menos 10 manifestaciones frente al Ministerio de Cultura, 5 de ellas entre abril y julio de este año. La única respuesta que se nos ha dado es que por medio de una resolución ministerial se crearía un Programa Afrocultural, que el Movimiento Afrocultural debería gratis desarrollar, bajo las restricciones administrativas del Gobierno.
Ante la violencia segura de perderlo todo, con un desalojo que se concreta en 3 semanas, sin una solución habitacional para nuestrxs niñxs y abuelxs y maestrxs, aceptamos estas restricciones como una medida en el plazo inmediato, para no quedar en la calle y esperando la sentencia definitiva. Así se gestó la Resolución 1083, que crea el programa Afrocultural y lo pone en manos del Movimiento Afrocultural. Solicitamos entonces que el Programa quedara a cargo directamente de la Sra. Subsecretaria de Cultura, por su reconocida experiencia con Bibliotecas comunitarias y proyectos colaborativos entre el estado y los movimientos sociales, y por su conciencia sobre los derechos de las mujeres. Ninguna de estas características es compartida por Baltazar Jaramillo, quien nos insultó públicamente llamándonos “usurpadores” en los medios de comunicación.
Primero se nos dijo que desarrollaríamos este programa afrocultural en Puente Alsina, hoy vacío, cosa que cuestionamos dado que allí existe un gravísimo problema de contaminación que perjudicaría a neustrxs niñxs y abuelxs. Y luego, el 1ro de mayo de este año, se nos dijo que el inmueble que se nos destinaría era el del Centro Cultural Plaza Defensa, por sus características edilicias y porque se encontraba con pocas actividades y en virtud de nuestro derecho a no ser expulsadas/os del casco histórico de la ciudad, primordial en nuestra historia como pueblos afro-originarios: es aquí donde se reúnen semanalmente nuestras comparsas, donde realizamos desde centenares de años las llamadas de candombe, donde la dictadura nos persiguió y donde resistimos durante años, donde nos vinculamos con nuestras/os hermanos culturales del Río de la Plata, donde contribuimos en la invención del Tango.
En virtud de ese derecho identificamos más de 10 inmuebles en la zona que en principio parecen aptos para alojarnos, que se encuentran en total desuso y abandono hace más de un año, y que son propiedad del GCBA. Estas direcciones fueron puestas a disposición del Juzgado diversas ocasiones, y sobre esa base se solicitó a Ibáñez que informara del estado de esas propiedades, cosa que nunca cumplió. Sobre la misma base en la Legislatura existe un proyecto de cesión de un inmueble a favor del Movimiento Afrocultural que sólo el PRO no firmó, y que no pudo concretarse por la negativa de Ibáñez a contestar el mismo pedido de información sobre propiedades que le reiteró la justicia en tres ocasiones.
Compartimos plenamente que la instalación de un programa cultural nunca debería anular a otro. Planteamos desde el inicio al Ministerio de Cultura la preocupación por las y los trabajadores, las y los artistas, vecinas y vecinos que se benefician de las actividades que se desarrollan en el Centro Cultural Plaza Defensa. No es de ningún modo el objetivo del Movimiento Afrocultural desplazar, negar o desvalorizar expresiones y actividades culturales como las desarrolladas en el Centro Cultural Plaza Defensa. Por el contrario, planteamos desde siempre clara y abiertamente la incompatibilidad horaria generada por la intensa carga y frecuencia de las actividades desarrolladas tanto por el Movimiento Afrocultural como por las diferentes agrupaciones que llevan adelante el programa del Centro Cultural Plaza Defensa. Ante esto, desde el Ministerio de Cultura se nos aseguró en repetidas ocasiones que la ejecución de la propuesta gubernamental que tomó 3 meses se debía a que estaban siendo efectuadas las consultas, arreglos, compensaciones, y todas las medidas necesarias para hacer compatible la continuidad de las actividades del Movimiento Afrocultural tanto como las que se desarrollan en el Centro Cultural Plaza Defensa actualmente. Desde el inicio nos pusimos a disposición de las personas a cargo para tener reuniones y conocer a las personas que llevan a cabo estas actividades.
Creemos como ustedes que lo más coherente es buscar un espacio físico cuya puesta a disposición del Movimiento Afrocultural no lesione los derechos de nadie y por el contrario, garantice ampliamente los derechos humanos. En respeto de nuestra autonomía y por la intensidad de nuestras actividades, y por nuestros valores y principios culturales, no es posible reducirnos a un Programa y mucho menos ponernos bajo la órbita de otro ya existente. Aceptamos esta propuesta porque es la única solución que se nos ofreció a corto plazo, frente al enorme daño que ya se ha causado a nuestra comunidad –nuestras actividades llevan suspendidas 3 meses y han sido reducidas en los últimos años a causa del desalojo; frente a quedar en la calle en medio de la epidemia de gripe porcina, y bajo la premisa que no se vulnerarían derechos de otras personas. Si bien continuar con el Movimiento Afrocultural en el Centro Cultural Plaza Defensa no nos ofrece una solución habitacional, de su función social y cultural depende la superviviencia cotidiana de las familias que alli trabajamos y allí nos educamos. Sin solución habitacional dispuesta por parte del Gobierno, y como somos personas que pertenecemos a grupos cuyos derechos son históricamente vulnerados, que no durmamos en la calle depende exclusivamente de mantener una fuente de ingresos que nos permita mínimamente pagar una cama de hotel, que cuesta entre $ 200 y 300 pesos por persona por mes en los barrios más desvalorizados de esta ciudad” (…)