Correr la Autopista / Tapar la Villa
por Mariane Pécora
“Tan faraónico como innecesario”, así define un grupo de profesionales consultados por Periódico VAS, al proyecto de Larreta de desviar un tramo de la autopista Illia con el fin de que los autos dejen de pasar sobre la Villa 31.
¿Se pretende mejorar el hábitat de los vecinos o tan sólo esconderlos?
Lo cierto es que la autopista Illia es la puerta de entrada al Centro de la Ciudad, desde aeroparque hasta el peaje desviste claroscuros aceptables de Buenos Aires. Pero, en el tramo en que la 9 de Julio se abre hacia delante en todo su esplendor, estalla por los costados, como si tuviese puesto un corsé ajustadísimo y desborda la cruda precariedad habitacional que asiste a los porteños de bajos recursos.
«Si se quiere urbanizar la Villa, empezar por el corrimiento de la Illia es hacerlo por el lado equivocado. Hay que comenzar con el tendido de los servicios públicos, ahí se iniciaría la urbanización», señala el arquitecto de la FADU-UBA Javier Fernández Castro, quien tuvo a su cargo el proyecto inicial de la urbanización de las villas 31 y 31 Bis en 2002, convertido en ley recién en 2009.
Como muchos otros del Ejecutivo, el escueto proyecto de afectación de la traza entre la avenida 9 de Julio y la autopista Illia, fue aprobado en un trámite exprés por la Legislatura porteña. Ingresó por mesa de entrada el 16 de septiembre. Obtuvo un inmediato dictamen favorable de la comisión de Planeamiento Urbano, presidida por Agustín Forchieri, del PRO. Y en la sesión del 29 de septiembre fue aprobado en primera lectura por 35 votos a favor, 16 en contra y 5 abstenciones.[1]
La iniciativa del Ejecutivo se fundamenta en una nada singular revelación: “La actual traza de la Illia se presenta como una barrera física que divide los barrios 31 y 31 bis, separándolos del entramado urbano del resto de la ciudad y generando una situación de constante inseguridad para los vecinos que viven en zonas linderas y por debajo de la autopista”, dice el escrito.
El nuevo trazado de la Illia se extenderá desde el peaje de Retiro hasta la 9 de Julio, omitiendo así el tramo villero. Los nuevos carriles se erigirán sobre las vías de los ferrocarriles Mitre, San Martín y Belgrano, y por encima de los espacios verdes de la Facultad de Derecho, la plaza de las Naciones Unidas, el Centro de Exposiciones y el Parque Thays. De manera que ninguna edificación quede a su paso.
Según interpreta el Gobierno porteño, el tramo de autopista que atraviesa los barrios 31 y 31bis, complementará la urbanización de estos convertirse en una especie de corredor verde en altura. Es decir, lejos de demolerse, se improvisará sobre el pavimento una suerte de parque o jardín colgante. Esa será la integración, “abierta a todo público”, dice el proyecto.
“El financiamiento saldría de la venta de una porción de los terrenos pertenecientes al Tiro Federal Argentino, que serán absorbidos por la administración porteña. Además se gestionarán créditos internacionales,” señalaba el diario La Nación en una crónica del 26 de agosto. Un mes antes que el proyecto viera la luz.
La obra, que para ponerse en marcha debe pasar por audiencia pública y ser aprobada en segunda lectura por el Parlamento porteño, se suma al proyecto para construir el Paseo del Bajo (ex autopista Ribereña) que, se estima, costará a los vecinos unos 650 millones de dólares.
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[1] Se opusieron los diputados del Frente para la Victoria, de Suma +, tres legisladores de izquierda y Gustavo Vera (BC); las abstenciones fueron de Adrián Camps (PSA), Marcelo Depierro (CP) y los tres diputados del Bloque Peronista.