Corrientes calle de ensueños… y pizza

por Raúl Manrupe

Las pizzerías de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Es que hay para volverse loco por tantas y de tan buena variedad. El centro de la pizza no es ese plastiquito que le ponen para que no se pegue la caja de cartón, que vino a reemplazar a los escarbadientes o meros palitos sembrados velozmente por el personal idóneo, que eran el preámbulo para llevarse una redonda a domicilio. El Centro está ubicado entre Florida y Rodríguez Peña, aproximadamente. Sí, ya sabemos que hay pizzerías en toda Buenos Aires y muy buenas, como el Imperio de Chacarita, ganadora de trofeos. Pero el Trocén comienza con El Palacio de la Pizza de aire nostálgico, sigue subiendo con Las Cuartetas y, después del Obelisco, explota con Banchero (el creador de la fugazza con queso, su slogan eterno), Güerrín, la Americana (famosa por sus empanadas), o Marín, que recupera el nombre de aquella pizzería El gran Marín, hoy desaparecida.
Las pizzerías del Centro tienen el atractivo del café o el beso al paso. Son como una parada en boxes para porteños y porteñas golosos de muzzarella. En Güerrín, una de las más tradicionales y consagrada como el gran núcleo convocante del siglo XXI, observamos dos colas: una para quienes quieren disfrutar sentados en sus salones amplísimos (secretos algunos) que recomendamos; y otra destinada al consumo express, de parados en el mostrador con acceso sibarita a pimentón molido u orégano. Se trata de un placer veloz y altamente disfrutable donde los maestros del otro lado del mostrador suelen dar consejos con un guiño, como esperar al próximo corte. Vale la pena esperar unos minutos, porque la salida del horno es un plus total de disfrute crujiente verdaderamente hot.
Filmamos el largometraje “Picsa, un documental” durante el año 2009. El público nos suele preguntar: ¿Qué cambió desde entonces en el panorama pizzero? Algunas cosas. Muchas, no. Surgieron algunas pizzerías de corte norteamericano como Sbarro, tal vez heredera de la recordada y sofisticada Pizza Hut, que en los 80s marcó algo distinto en Belgrano y en los 90s intentó sentar presencia en Lavalle, o de la mítica Citadella por sus porciones grandes. Se consolidaron las cadenas a partir de nombres emblemáticos: La Continental tiene locales con franquicias en distintos barrios, incluyendo, por supuesto, San Nicolás, el barrio que llamamos Centro. La cadena Kentucky, que a partir de su local original cercano a Puente Pacífico, todavía vigente, también impone su nombre en neón en distintas zonas de la Ciudad.

Las Cuartetas y Banchero (su casa central está en la Av. Almirante Brown, en La Boca) siguen manteniendo en el Centro la cultura extrema de la muzzarella dorada mezclada con la salsa de tomate. ¡Sensacional! En todo este tiempo han surgido algunas nuevas hamburgueserías (Dean & Dennis), cadenas de pollo frito (KFC), heladerías tradicionales/fashion (Cadore) y hasta casas de Shawarma. Pero todavía no llegan a Corrientes las pizzas de moda de estilo italiano -exclusivas en Palermo y Belgrano-, o lugares top como Ti Amo en la suburbana y pretensiosa Adrogué.
Sorprende también la nueva costumbre de hacer larguísimas colas: de 20, de 30 y hasta de 50 metros de largo, como en la mencionada Güerrín. Antes era algo imposible de concebir y hoy está totalmente naturalizado. Otra diferencia es la presencia del delivery tercerizado como rappi y la declinación del repartidor rentado del propio comercio. Recordemos que, en algún momento, pizzerías como Romario tuvieron repartidores y repartidoras en patines.
Otra novedad que sorprendería a nuestros viajeros en el tiempo del 2010 a 2024, es el ensanche de la vereda impar de la avenida Corrientes y horario para peatonal de dos carriles, algo polémico en cuanto restringe el tránsito de colectivos y automóviles, pero que abre un nuevo espacio al paseo y la presencia de artistas callejeros. Muy buenos un imitador de Michael Jackson, un dibujante del asfalto, un grupo de rock, una pareja de tango, un grupo de malambo y un payaso que arma figuras con globos. Es notable el crecimiento post pandemia de la cantidad de paseantes de a pie en la avenida.
En cuanto a los cines, de la cadena de la L –el Lorca, el Losuar y el Lorraine- sólo se mantiene el independiente cine Lorca y la eventual sala Leopoldo Lugones del Teatro Municipal General San Martín. Los teatros, en cambio, mantienen una fuerte presencia. Los municipales del grupo San Martín, los del Centro de la Cooperación, el renovado Politeama, el teatro Apollo, el Metropolitan, con varias salas, el clásico teatro Colón, y los monumentales Opera y Gran Rex, dedicados a los recitales internacionales y al público infantil, cerca de la pizzería Las Cuartetas –que se llama así por las cuartetas que hacía uno de sus clientes para pagar las cuentas-.

Las mesas en las veredas es otra de las novedades que sorprenden desde lo visual en la avenida Corrientes, independientemente de la estación del año o la temperatura que haya. Los Inmortales y la Americana, junto al teatro Metropolitan, el Vesubio -pizzería y heladería-, junto al teatro Broadway, Banchero, junto al teatro Lola Membrives, Güerrín junto al Apollo, Kentucky, junto al Picadilly, todas estas pizzerías han adoptado la modalidad de las mesas en la vereda y en parte de la calzada peatonal uniéndose a la fiesta de la avenida. Los Inmortales, un nombre irónico que a principios del siglo pasado hacía referencia a los escritores de pocos recursos y buscadores del éxito que sobrevivían en las mesas con una hogaza de pan y un café con leche, por eso “los inmortales”. El café se convirtió después en un bastión de la pizza a la piedra. En su interior algo oscuro tiene una decoración profusa de fotos de Gardel, Alippi y César Ratti y fotos de cientos de escritores y artistas estelares de la vida pública argentina, mientras que afuera las mesas tienen las luces, el aire de la Ciudad, los cantantes y los pungas, y hasta un payaso que arma figuras con globos.
Otro detalle desde la arqueología urbana, si así puede llamarse, es que los carteles de neón que registramos en nuestra película y que ilustran los pintorescos frontispicios de las pizzerías de la Ciudad, muy poco tiempo después fueron quitados o modificados según una normativa municipal, que prohibió que sobresalieran más allá de una determinada distancia de la pared. De este modo involuntario, esas imágenes quedaron como un testimonio de algo que ya no existe.
Pero lo que sí existe es el espíritu pizzero porteño. Hay recorridas turísticas por la calle Corrientes organizadas para los turistas, algunas con clásicas degustaciones de muzzarella y moscato Crotta, y otras con una visita a la Bombonera, la cancha boquense, que puede incluir el tentador triángulo a la piedra con tomate y una cerveza de marca popular.
En momentos de veganismo y gastronomía abierta a lo global, de restricción de las harinas en las dietas, de leche de coco y almendras, la querida pizza sigue reinando. Y el trono está en el corazón de la Ciudad, desde aquí se multiplica y esparce en una fiesta para seguir asombrando al mundo.
No es la carne, ni el fútbol ni el tango, como decimos en nuestro documental.
Es la pizza. ¡Nada más y nada menos!

 

*Raúl Manrupe es Licenciado en Ciencias de la Educación, Comunicación Social y Publicidad. Especialista en archivos y patrimonio cultural. Curador de muestras y autor de libros relacionados con el cine, la televisión y las artes gráficas. Investigador Museo del Cine Pablo Ducros Hicken, Historia de la Publicidad, ENERC. Entre sus obras figuran: Vamos a una pausa/La publicidad en la televisión argentina 1950-1960. Afiches del Peronismo 1945-55. Breve historia del dibujo animado en la Argentina. Un diccionario de films argentinos I, II y III… y Picsa, un documental que recorre las pizzerías de Buenos Aires.

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