Crónica de una represión anunciada
Viernes 1º de septiembre / 2017
“Cuando nos dirigíamos a Bernardo Irigoyen y avenida de Mayo a eso de las 15.30, llamaron a la Coordinadora por teléfono y avisaron que el Gobierno le había pagado a unos canas para infiltrarse y hacer bardo”.
Petra, activista de Vivas Nos Queremos.
por Rocío Bao
Pasadas las 21 hs., una vez finalizados la marcha y el acto por Santiago Maldonado, se produjo en la zona de avenida de Mayo la detención de 31 personas, «quienes permanecieron incomunicadas y fueron indagadas por los delitos de intimidación pública y resistencia a la autoridad», indica la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). Dichas detenciones se produjeron de manera anómala y con diversas irregularidades: «hubo personal policial interviniente no identificado, detenciones indiscriminadas y desmedidas, razias en las inmediaciones una vez terminada la movilización, falta de información de los lugares donde se produjeron las detenciones y falta de información sobre el paradero de las personas detenidas”, informa la Correpi. ¿Cómo ocurrieron los hechos?
A un mes de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, 250 mil personas se concentraron en Plaza de Mayo desde las 17 hs, para pedir su aparición con vida, convencidas hasta los huesos, por todas las pruebas existentes, de que la responsabilidad de su desaparición es de Gendarmería y de que existe encubrimiento por parte del Estado. Al caer la noche, durante el discurso de Sergio Maldonado, hermano de Santiago, el grito unísono de la multitud pedía la renuncia de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, por defender a la Gendarmería desde el momento de la desaparición, sembrar pruebas falsas y acusar de falta de colaboración a la propia familia Maldonado.
Finalizado el acto con música en vivo, la multitud se desconcentraba con calma por todas las arterias, había grupos de percusión y de sikus, gente bailando. Los militantes se iban con sus banderas envueltas y los independientes con la sonrisa del deber cumplido. Quedaba menos del 10 % de los asistentes cuando llegó un grupo de personas encapuchadas con banderas negras, quemó contenedores de basura y tiró piedras a la policía, gritando: ¡Uno!, ¡uno!
Así comenzó un disturbio planificado: en las vallas de la Casa Rosada por avenida Rivadavia, frente a la Catedral, y en distintos puntos de avenida de Mayo. Los noticieros arrojaron todas sus fichas al casillero de los “incidentes”, abarcaron pintadas en las paredes del Cabildo, veredas sucias, bancos escrachados, el fuego en los contenedores, piedrazos, bomberos. Pero la policía no reprimió a quienes gritaban “¡Uno!, ¡uno! arrojando piedras (éstos se dispersaron y salieron de escena) sino a los que habían asistido al acto o pasaban simplemente por el lugar, y a los que sacaban fotos o eran de medios alternativos. La policía arrojó patadas, balazos y gases contra gente inerme, y detuvo a 31 personas que no habían hecho nada.
La secuencia que mostraron los medios hegemónicos fue: Grupo violento tirando piedras e incendiando contenedores / Policía gaseando y arrestando a diversas personas. Las acciones generan impacto y rating en televisión y el televidente supone, dada la secuencia, que las personas arrestadas son las mismas que produjeron los desmanes. Pero no es verdad. Otras secuencias alternativas muestran que los arrestados no están haciendo nada antes de ser detenidos. Según la CORREPI, “fue tal el mamarracho represivo que la falsedad de los argumentos en las actas de detención fue probada 48 horas después. Inventaron hechos, lugares y horas para disimular las detenciones arbitrarias”. Otras secuencias podrían mostrar que quienes hacen los desmanes, amparados por la contraseña “¡Uno!, ¡uno!”, para no ser gaseados por sus compañeros, se convierten después en policías al colocarse los respectivos chalecos identificatorios y ayudan a efectuar las detenciones.
El objetivo fue claro: los medios hegemónicos promovieron la primera secuencia Grupo violento / Represión para que los lectores y televidentes hablaran sólo de los incidentes, dejando en segundo plano el potente reclamo de las 250 mil voces por la aparición con vida de Santiago Maldonado.
“El primer quilombo fue a las 16 hs. en Yrigoyen y avenida de Mayo, donde concentramos. Hubo un par de compañeros lastimados (eso no salió en ningún lado). Y a la noche, cuando caminábamos desconcentrando por avenida de Mayo, los vimos yendo a la Plaza, agitando y diciendo que se iba a podrir todo. Estaba todo súper planeado”, concluyó Petra, activista de Vivas Nos Queremos.
Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, también lo entendió de esa manera y lo gritó a La Garganta Poderosa: “¡Hay que ser inteligentes! Los incidentes, esos que lograron tergiversar el impacto de la conmovedora movilización social, estuvieron planeados y cuidadosamente montados para desviar el centro de la discusión hacia sectores minoritarios. Porque la tremenda multitud en las calles inquieta claramente al Gobierno, como inquieta al periodismo que calla y callará, porque temen cobardemente que nuestro grito crezca hasta propagarse del otro lado”.