Cuando las Madres de Plaza de Mayo salieron al mundo
Domingo Roque Alconada Moreira, «Dominguito» o «Pironio», fue secuestrado por fuerzas conjuntas en diciembre de 1976. Cursaba la carrera de Derecho en la Universidad de La Plata, donde le faltaban cinco materias para recibirse. Militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), desde la que en 1974 se había postulado como presidente del Centro de Estudiantes. Tenía 23 años.
Dominguito, o Pironio, llevaba alrededor de un año y medio desaparecido cuando el 1 de junio de 1978 su mamá, Marta Moreira de Alconada, ya identificada como otras tantas con el pañuelo blanco en la cabeza y mientras la Junta Militar daba inicio al Mundial unos kilómetros más allá, se paró en la Plaza de Mayo frente al periodista neerlandés Jan Van der Putten, del canal VARA de la TV de su país, y dijo:
«Solamente queremos saber dónde están nuestros hijos, vivos o muertos (…) Nosotras, que somos argentinas, que vivimos en la Argentina, les podemos asegurar que miles de hogares están sufriendo mucho dolor, mucha angustia, mucha desesperación, dolor y tristeza porque no nos dicen dónde están nuestros hijos».
Otras voces de Madres y Abuelas se mezclaban y le pedían a Van der Putten:
«¡Que nos digan dónde están los bebés, nuestros nietos!».
«¿Por qué no nos dicen si están vivos o muertos?».
«¡Que nos den los cadáveres!».
También se mezclaban voces policiales: «Circulen, circulen».
Marta Moreira de Alconada siguió hablando: «No sabemos nada de ellos. Nos han quitado lo más preciado que puede tener una madre: su hijo. No sabemos si están enfermos, si tienen frío, si tienen hambre. No sabemos nada. Y es desesperación, señor, porque ya no sabemos a quién recurrir, consulados, embajadas, ministerios, iglesias. Todos nos han cerrado las puertas. Por eso les rogamos a ustedes: son nuestra última esperanza. Por favor ayúdennos. Son nuestra última esperanza».
La entrevista de Van der Putten es, como lo fue entonces, desgarradora. Pero, a la vez, profundizó una hendija que ya existía en el férreo control sobre los medios que la dictadura había intentado implementar en el país y también en el extranjero.
La Junta Militar, como verificaron Abel Gilbert y Miguel Vitagliano en su libro «El Terror y la Gloria», había desplegado un impresionante aparato de propaganda que incluyó, entre otras cosas, la contratación millonaria de dos empresas especializadas en comunicación (una estadounidense, Burton Masteller; otra nacional, Diálogos) y la invitación a periodistas y editorialistas extranjeros a visitar el país. La idea era darles una imagen «de paz y tranquilidad» que dominaba la Argentina.
La estrategia se complementaba con el Centro Piloto en París, una «embajada paralela» creada un año antes (que terminó siendo escenario de una interna feroz entre distintas fuerzas de la Junta) desde la que se infiltraban los grupos de exiliados argentinos y, también, se controlaba lo que se publicaba en los diarios europeos. El Mundial 78 era la ocasión ideal para «lavar la imagen de la Argentina» en Europa.
París era, también, la sede del COBA (Comité de Boicot a la Organización del Mundial de Fútbol en la Argentina).
«Yo fui elegida para ser recuperada, como decían ellos, y realicé trabajo esclavo, sobre todo traducciones de francés en la época del Mundial 78. Me traían recortes de diarios franceses y me pedían que haga la traducción sobre todo aquello que tenía que ver con un boicot que se estaba haciendo en Francia por el Mundial 78», contó Ana María Martí, secuestrada en la ESMA desde marzo de 1977 a diciembre de 1978.
La entrevista de Van der Putten fue el primer paso. La historia de las Madres empezó a reproducirse en los medios europeos. «(…) El reloj marca ahora las 3.30 de la tarde. En unos segundos, entre trescientas y cuatrocientas mujeres sacan una bufanda o un simple pañuelo blanco y se las ponen en la cabeza. Una procesión silenciosa comienza hacia el final de la Plaza (…) y forma un gran círculo alrededor de la columna que conmemora la revolución del 25 de Mayo de 1810», escribió el periodista Gerard Albouy en Le Monde. La nota se tituló: Una vuelta con las «locas de la Plaza».
«Muchas veces nos preguntamos si aquel Mundial se tendría que haber celebrado o no –dijo el periodista neerlandés Marcel Rozer en la presentación de su libro Voetbal in een vuile oorlog, Fútbol en una Guerra Sucia-. Y hoy, tantos años después, tiendo a decir que estuvo bien, porque antes las Madres de Plaza de Mayo no tenían atención de la prensa. Sólo entonces la prensa mundial se dio cuenta de su existencia».
Lo mismo opinó a cuarenta años del Mundial Hebe de Bonafini, cofundadora de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, sobre las entrevistas que les hicieron medios extranjeros: «Éramos un pequeñísimo grupo de mujeres desesperadas, con nuestras tres mejores madres asesinadas, violadas, torturadas y tiradas vivas al río. Nadie nos conocía, nadie hablaba de nosotras. A partir de ese momento nos conoció el mundo».
Marta Alconada falleció el 14 de junio de 2007 sin encontrar a su hijo Dominguito, que sigue desaparecido.