Dar la pelea
Parte I
20 de diciembre de 2023. 07:00 horas. La Ciudad amanece sitiada. Un inusitado despliegue de fuerzas de seguridad se cierne sobre el territorio porteño. Acaba de entrar en vigencia el protocolo de orden público o “antipiquetes”, dispuesto por la ministra Patricia Bullrich, ante la movilización popular anunciada por la Unidad Piquetera para conmemorar la revuelta popular del 19 y 20 de diciembre de 2001 y repudiar las medidas de ajuste económico del flamante gobierno de Javier Milei.
Bajo la consigna “¡Qué se vayan todos!”, las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 signaron la emergencia de un protagonismo social dispuesto a desafiar no sólo al poder político, también al modelo económico neoliberal y los desquicios de la convertibilidad monetaria. El Estado de Sitio decretado por el entonces presidente Fernando De la Rúa quedó pulverizado bajo el tronar de piquetes y cacerolas. La respuesta del poder político se tradujo en una feroz represión, en la que las fuerzas seguridad se cobraron la vida de 39 personas en todo el país. Estos hechos propiciaron la renuncia del presidente y todo su gabinete. Patricia Bullrich integró el gobierno de De la Rúa como ministra de Trabajo y de Desarrollo social.
22 años después, esta mujer, a cargo del Ministerio de Seguridad, despliega un descomunal y fuerte operativo que se asemeja más a una revancha que a una medida preventiva.
En las cabeceras de las estaciones ferroviarias, una voz metálica suena por los altoparlantes, repite en forma continua: “Cortar una calle, una avenida o una ruta es un delito penado por la ley”, y luego advierte “El que corta no cobra”. Con impactante tipografía blanca, esta sentencia se reproduce sobre el fondo azul de la cartelería, junto al dato de la línea telefónica 134, que permite a los beneficiarios de planes sociales denunciar si son obligados a marchar.
En los accesos del sur de la Ciudad, la policía federal controla el tránsito, requisa colectivos, filma a los pasajeros, pide documentación y escudriña mochilas y pertenencias. También controla el Congreso, la Casa Rosada, el ministerio de Capital Humano –ex ministerio de Desarrollo Social- y los ingresos de la zona oeste. La prefectura, policía de seguridad y gendarmería hace lo propio en los accesos norte y sur de la metrópolis.
Este desmesurado despliegue induce a pensar que nos encontramos ante una amenaza inusitada, comparable a los malones que se producían hace 150 años, sin embargo, el objetivo es impedir que los piqueteros y organizaciones sociales corten calles y obstaculicen el tránsito vehicular.
El protocolo de orden público, que establece la prohibición de cortes de rutas, autopistas y otras vías transitables y obliga a los manifestantes a marchar sobre las aceras, se complementa con la determinación de la titular del ministerio de Capital Humano, Sandra Pettovello, de quitar los planes sociales a las personas que incumplan, alteren o violen la medida establecida. Hay fuerzas de seguridad tomando fotos o filmando cada movimiento.
16:00 horas. Diagonal Norte. Pese al constante amedrentamiento, vigilancia y fuerte presencia policial, miles de manifestantes arriban a la Ciudad, algunos aguardan en las intermediaciones de Diagonal Norte, apostados entre la línea de edificación y los cordones policiales para evitar bajar a la calle. Sobre la hora de inicio, a las 16 horas, la columna que avanza sobre Diagonal Norte desborda. A trescientos metros de Plaza de Mayo se abre hasta ocupar todo el ancho de la calzada. La policía de la Ciudad se muestra desconcertada. La artería queda interrumpida al tránsito vehicular desde la avenida 9 de Julio. El clima es tenso. Abogados y especialistas en derechos humanos acompañan a los manifestantes e intervienen para disuadir escaramuzas con las fuerzas de seguridad.
En la esquina de Diagonal Norte y Florida, Luis Zamora, abogado especialista en derechos humanos y fundador de la agrupación de izquierda Autodeterminación y Libertad, dice:
“Que hayamos podido llegar acá, a Playa de Mayo, es un logro de todas y todos los que dijimos que había que empezar a enfrentar este Gobierno desde el primer minuto”.
Respecto al grado de participación en la Marcha, Luis Zamora, apunta: “No pensaba si tenía que ser multitudinaria o no, sí que teníamos que dar la pelea. Podía ocurrir que no llegáramos. El solo haberlo intentado, el haber llegado hasta acá me parece muy valioso. Tenemos que saber que la mayoría del pueblo todavía no está acá y para ganarle a este Gobierno tiene estar la mayoría del pueblo. Esa es la tarea a construir. No hay que regodearse, pero el primer paso ya lo dimos. Estamos acá.
¿Despega la izquierda con esto?
Creo que tenemos todo por delante para construir. La izquierda está atravesando un territorio complicado. La mayoría del pueblo no nos ve como alternativa, la mayoría de la clase trabajadora no nos ve como alternativa. Tenemos el desafío de que nos vea. Un punto fundamental es la unidad de acción entre las distintas corrientes, pero también entre quienes no forman parte de la izquierda. Hay una crisis de representación muy profunda en los partidos tradicionales, a nivel sindical…, por eso este monstruo está en la Rosada. La mayoría de la gente está en un estado de confusión o de expectativa muy grande respecto a este nuevo Gobierno.
¿Qué tiene que hacer la izquierda para proyectarse como alternativa?
Poner en práctica mecanismos de democracia directa. La mayoría de las organizaciones de izquierda siguen una lógica verticalista, creen que los problemas se resuelven sacando a las direcciones traidoras y poniendo dirigentes revolucionarios. Llevo décadas peleando contra esta idea. Como pueblo nadie nos tiene que dirigir, necesitamos ejecutores no dirigentes. Por eso lo fundamental es organizarse en los lugares de trabajo, en la fábrica, en la escuela, en el hospital, en el barrio… Porque, está bien salir a la calle, pero mientras esto sucede, la economía la sigue dirigiendo el poder económico y los trabajadores siguen siendo explotados, como todos los días.
Mientras hablamos, las columnas continúan llegando, la masa humana crece, la Plaza de Mayo desborda pese al cordón policial dispuesto a su alrededor. Sorprendentemente, a diferencia de la Casa Rosada, esta vez la Catedral Metropolitana no está vallada. Parece que con las fuerzas del cielo también existen discrepancias.
Caminamos unos metros y encontramos a la socióloga y ex ministra de Seguridad, Sabrina Federic. Le pedimos su opinión sobre el protocolo de orden público de Patricia Bullrich. “Es inaplicable, inconstitucional y no es viable en este país”, dice Federic y opina que “el intento de amedrentar y atemorizar son acciones que no sirven para nada. Lo mejor que se puede hacer es dejar que la gente exprese lo que piensa”.
La conversación se hace difícil, las columnas están ingresando a la Plaza y el ruido hace inaudible las voces. Federic opina que hay mucha gente en la movilización, alerta que durante la mañana hubo algunos incidentes, pero asegura que en el contexto actual el protocolo es inaplicable. “Me parece que nada se está correspondiendo con la decisión de Bullrich”, apunta.
¿Qué piensa que va a hacer Bullrich si la marcha resulta exitosa?
Por ahora es exitosa. No sé qué hará Bullrich. Creo que saldrá a decir que su operativo fue un éxito.
El protocolo de orden público prevé, entre otros puntos, la actuación de las fuerzas de seguridad “sin que necesariamente medie una orden judicial” cuando una protesta impida el tránsito de personas o vehículos con cortes de calles, avenidas y rutas. Las inmediaciones a Plaza de Mayo por Diagonal Norte desbordan de gente, caminar se hace difícil. Las calles y las avenidas están cortadas.
Alejandro, uno de los manifestantes, hace equilibrio sobre una saliente de las ventanas del sótano del antiguo edificio de la jefatura de gobierno porteña. Toma fotos. “Soy docente -dice-, tenía que encontrarme con mis compañeros del gremio, pero no los encontré. Así que me vine para acá.
¿Qué pensás de la movilización?
Está bastante bien, teniendo en cuenta las condiciones. Es interesante la cantidad de gente, es lo que esperaban las organizaciones convocantes
Maca y Muma están vestidas y maquilladas como para un recital, una de remera larga con brillos, la otra de short con lentejuelas. Maca lleva de la mano a Tehuel, su hijo de tres años. “Nos vestimos así para pasar desapercibidas en el tren. No vamos a dejar que Bullrich nos impida movilizarnos. No cobramos planes, tenemos un emprendimiento y las medidas de Milei lo están asfixiando”, dice Muma de Laferrere.
16:50 horas. Avenida de Mayo. De espaldas al Cabildo un camión cumple las funciones de escenario. Al costado de la Plaza de Mayo, sobre Hipólito Yrigoyen, está apostado un batallón: policía motorizada, efectivos policiales fuertemente equipados, una decena de camionetas de gendarmería y camiones hidrantes. El contraste con el paisaje de Avenida de Mayo es notable, esta arteria se muestra despejada y con el tránsito interrumpido desde la Avenida 9 de Julio. Por momentos, mucha gente camina en dirección a Plaza de Mayo. Por momentos, un grupo de personas encapuchadas protagoniza algunas corridas. El clima sigue siendo tenso.
17:00 horas. Plaza de Mayo. Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, se suma a la movilización, escoltada por distintos referentes de organismos defensores de los derechos humanos. Sobre el escenario leen un documento consensuado con 100 organizaciones sociales. “En un nuevo aniversario de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre del 2001 (…), nos movilizamos para enfrentar el plan de ajuste y miseria de Milei y el FMI”, comienza diciendo el escrito que cuestiona el protocolo de Bullrich, repudia la criminalización de la protesta social y define el plan de gobierno de Milei como “una declaración de guerra contra los derechos laborales, sociales y democráticos de los trabajadores y el pueblo”.
“No al ajuste de Milei. Al final ‘la casta’ era el pueblo”, “abajo el plan motosierra de ajuste de Milei y el FMI”, “No al protocolo de Bullrich”, son las consignas que se leen en las pancartas. Porque, pese al fuerte operativo de seguridad, los manifestantes no sólo lograron ingresar a la Ciudad, también trajeron pancartas, banderas y carteles.
17:50 horas. Diagonal Norte. Cientos de oficiales de la Policía de la Ciudad se resguardan del sol vespertino apoyados en paredes y portales. Cargan el peso de una artillería de guerra: casco, botas, guantes, chaleco antibala, escudos y armas. Apenas vislumbran el inicio de la desconcentración enfilan hacia Avenida 9 de Julio y se esfuman.
Por detrás una multitud canta: “¡Qué Boludos, que boludos, ahora al protocolo se lo meten en el culo!”.
18:00 horas. Departamento Central de la Policía Federal. La desconcentración ha finalizado. Patricia Bullrich brinda una conferencia de prensa. Como advirtió Federic, la ministra opina que la aplicación del protocolo ha resultado exitosa. “La mayoría de la gente decidió no concurrir a la marcha o corte de calles previsto”, dice y asegura que la participación en este tipo de “piquetes” es de entre 20 mil y 50 mil personas, y que en esta oportunidad el número “fue totalmente reducido”.
Sentado a su lado, el secretario de Seguridad, Vicente Ventura Barreiro, confirma la requisa de 700 colectivos y asegura la participaron tan sólo 3000 personas en la movilización.
A la misma hora, en una rueda de prensa, referentes de izquierda y de la Unidad Piquetera califican de exitosa la movilización y estiman una concurrencia de más de 20.000 personas.
“Patricia Bullrich ha cometido una serie delitos”, afirma el legislador porteño por el Frente de Izquierda Gabriel Solano.
“El último fue invadir con fuerzas federales la ciudad de Buenos Aires para imponer un protocolo que el gobierno de la Ciudad no aprobó”, dice y afirma que Diego Kravetz, secretario de Seguridad de la Ciudad, le aseguró que “Bullrich mandó a la Federal y a la gendarmería sin el acuerdo del Gobierno porteño”.
¿Quién miente?
21:00 horas. Cadena Nacional. Se emite una grabación donde Milei, sentado entre sus ministros, presenta un decreto de necesidad y urgencia, DNU, que contiene 366 artículos con el gran ajuste anunciado. Se trata en esencia de desregular la economía y desguazar el Estado, a favor de la libertad y las ganancias de las corporaciones (privatizando, por ejemplo, las empresas públicas), de quitar o limitar los derechos del ciudadano de a pie (derogando, por ejemplo, la Ley de Alquileres, no renovando contratos a los trabajadores estatales, o facilitando el despido de los privados), de limitar el acceso a la salud privatizando la asistencia, etcétera, etcétera.
23:00 horas. Cacerolazo. Surge en las inmediaciones del Congreso Nacional (que es donde debería validarse el DNU de Milei) y en multitud de lugares, como Almagro, San Telmo, Villa Devoto, Chacarita, Caballito, Villa Crespo, Palermo, Recoleta, Flores, San Cristóbal, Boedo, Villa Urquiza, Saavedra, Constitución, Villa Lugano, Pilar, Avellaneda, Sarandí, Quilmes, Lomas de Zamora y Almirante Brown, Hurlingham, Ramos Mejía, Morón, y hasta en los alrededores de la Quinta Presidencial de Olivos, un tremendo cacerolazo que se prolongará hasta la madrugada del jueves 21 en repudio al decreto anunciado por Milei.