Délfor: Un Chaplin Porteño
Délfor Amaranto Dicásolo llegó a Buenos Aires desde su Chivilcoy natal en la década del 40, tenía entonces 20 años. Traía una maleta llena de sueños, quería jugar en la primera de Boca Junior. Pero las circunstancias hicieron que otra fuera su suerte: en el 41 empezó a trabajar en radio, fue imitador solista en La matinée de Juan Manuel, y comenzó a ser conocido como Délfor, el fantasista de la voz. Más tarde, adquirió renombre con el programa Teledisloque donde se parodiaba a los periodistas radiales. El hito de su carrera lo marcó La Revista Dislocada, a partir de 1956. La Revista tuvo su versión televisiva, teatral y gráfica, a través de un suplemento color lanzado semanalmente por el diario Crónica. De carácter multifacético, Délfor se desempeñaba como libretista, publicista, locutor, actor, y dibujante. Cultor de los juegos de palabras, acuñó términos que formaron parte del imaginario social. Como, por ejemplo, la palabra gorila, usada para designar a los antiperonistas. En 1973, durante el gobierno del general Lanusse, Délfor sufrió la censura. En 1978 debió emigrar a Perú, después fue a México. Cuando regresó, al promediar la década del 80, otro era el país que lo recibió y pocas las puertas que se le abrieron. Sin embargo, para la mayoría de la gente, Délfor sigue siendo el dueño de una forma particular de hacer humor inteligente.
Acordamos encontrarnos en el bar Piazza, un clásico de Buenos Aires, donde Délfor es habitué. Llega puntual, trayendo el último número de La Revista Dislocada, que sigue editando mensualmente. Cerca de cumplir 90 años, tiene una imagen radiante, el humor sagaz, y una memoria prodigiosa. Estamos sentados en una mesa de la vereda. Mucha gente lo reconoce, se detiene a saludarlo. Él destila simpatía, hace alguna humorada, obsequia un ejemplar de La Revista…, lo autografía. Y comienza una entrevista llena de matices.
P. VAS. Supe que está a punto de lanzar un libro. ¿Cómo se titula?
Délfor. El libro saldrá el 25 de abril, día en que cumplo 90 años, y se va a llamar La vuelta al mundo en 90 años, autobiografía no autorizada (ríe). Allí se relatan anécdotas de vida, y momentos significativos de nuestra historia.
P. VAS. ¿Cuándo conoció a Evita en Chivilcoy?
Délfor. A Evita la conocí en 1938, cuando todavía era Eva Duarte. En esa época yo hacía caricaturas de los artistas que trabajaban en el teatro de Chivilcoy. Allí, en septiembre de 1938, terminaba su gira Agustín Magaldi. Había tanta gente que tuvieron que hacer una función de trasnoche. Yo estaba en la confitería esperando a Centeno, el guitarrista que me haría el contacto con Magaldi, cuando se acerca una chica y me pregunta si se puede sentar en la otra silla. Asiento y ella extiende su mano, me llamo Eva Duarte, dice. Le pregunto si era algo de Juan Duarte. La hija, contesta. Juan Duarte era un estanciero muy importante. Y para nosotros, los muchachos, era un ídolo porque fue el primero en traer el automóvil a Chivilcoy. Eva tendría entonces mi edad, 19 años. En Buenos Aires, nos cruzábamos seguido en las radios donde ambos trabajábamos. Y, cuando fue primera dama, tuve varias entrevistas con ella.
P. VAS. ¿Cómo la recuerda?
Délfor. Era una gran mujer. Muy bella, pero también muy inteligente y vivaz. Estaba llena de vida, de proyectos. Tenía un no sé qué que le hacía llegar a la gente con facilidad.
P. VAS. ¿Aprendió a dibujar con el maestro de la Cárcova?
Délfor: Sí, él me enseñó a dibujar. Venía los domingos a Chivilcoy y daba clases de dibujo a todos los pibes. Te estoy hablando de la década del ’30.
P. VAS. Hablemos de La Revista Dislocada. ¿Tuvo una versión televisiva y otra radiofónica en simultáneo?
Délfor. El éxito de la Revista Dislocada fue tan grande que salíamos en cadena por radio Splendid, radio Belgrano y radio El Mundo. Era como la cadena nacional para el presidente de la Nación. Algo inédito. Yo llegaba a la radio y había más de dos cuadras de gente haciendo cola para ver el programa. Aunque hiciera frío, calor o lloviera, la gente estaba ahí. Ese fue el puntapié para que también hiciéramos televisión. Empezamos en canal 7, y al mes nos contrató canal 13. Y así convivieron ambos ciclos: en radio creando personajes, y en TV poniendo la cara (risas). Para la televisión tuvimos que rediseñar el formato de La Revista. Hacíamos parodias de películas y series de TV, como La patrulla del camino, Trazan, La ciudad desnuda… Lástima que muchos de esos videos se perdieron.
P. VAS. ¿Usted era guionista, director y actor en La Revista Dislocada?
Délfor. Y también fui publicista. Y lo sigo siendo en la nueva Dislocada que edito mensualmente (ríe) . Pero lo mío fue la creación de personajes. Todo iba con guión. Todo estaba escrito. Hasta los avisos estaban incluidos en el texto. Los avisos los armaba yo, iban dentro del programa.
P. VAS. ¿Cuántos personajes creó?
Délfor. Fueron muchos… Hubo uno que se llamaba Victorio, un italiano, lo hacía Almirón. Su frase era: «Mire que mi hermano me lo contó, ¿eh?…». Osvaldo Canónico y Calígula hacían personajes en las llamadas telefónicas. La frase de Julio De Grazia cuando contaba películas era: «tatán… tatán…». Había un científico loco que buscaba en la selva un cementerio de elefantes, y que popularizó la palabra gorila a través de la frase: Deben ser los gorilas, deben ser. Luego, cuando el movimiento peronista estuvo proscrito, adoptó el término «gorila» para referirse a los militares golpistas y a los antiperonistas.
Pasaron por La Revista actores tremendos haciendo personajes: Pepe Biondi, Raúl Rossi, Nelly Beltrán, Julio De Grazia, Jorge Porcel, Calígula, Balá, Schifrin y Alberto Locatti, hasta estuvo el Negro Olmedo.
P. VAS. ¿Por qué lo censuró Lanusse en 1973?
Délfor. Eso es un misterio. Un día llego a la radio y me dicen que habían vendido mi espacio. Insólito. ¡Nunca me había pasado algo así! No hubo explicaciones, pero supongo que fue por el tema de la palabra gorila, que tanto revuelo había causado en el país como ícono de la resistencia peronista. Ni siquiera podía salir del país, porque me negaban el pasaporte. Recién lo conseguí en 1978. Y me fui a Perú. Allá trabajé en Panamericana Televisión, donde hice «Humor Redondo.
P. VAS. El 25 de abril celebra 90 años de vida y continúan los proyectos…
Délfor. Así es. Mi gran amigo Hugo Fogel, dueño del café Piazza, ha sido el ideólogo de esa celebración, y me siento muy contento. También, con él estamos tratando de llevar la Revista Dislocada nuevamente a la radio. Ya hay conversaciones con varias emisoras.
Mentor de grandes humoristas, Délfor sigue trabajando. Hace proyectos, diseña mes a mes la versión gráfica de La Revista Dislocada. Ninguna adversidad, llámese censura, exilio o indolencia, ha podido derrotar su ingenio. De sonrisa llana y bigote imperturbable, menudo y vivaz como un Chaplin porteño, sigue haciéndonos reír.