Discriminación y xenofobia, los fantasmas que disparó el coronavirus
Ante situaciones extraordinarias como la que instaló la lucha contra el coronavirus, surgen nuevos términos que dan cuentan de las problemáticas que atraviesan a la sociedad en este escenario incierto, al mismo tiempo que otras palabras o expresiones se convirtieron en portadoras de estigmas racistas y discriminatorios que intentan responsabilizar a ciertas comunidades por la aparición de la pandemia
Los tiempos de crisis permiten expresar los pensamientos más profundos y rompen lo socialmente tolerado en otras situaciones. Así, la discriminación y la xenofobia se hacen carne en el lenguaje cotidiano a través de términos que por estos días aparecen como los más buscados en el diccionario online de la Real Academia Española (RAE), entre ellos miedo, xenofobia, racismo y sinofobia.
Esto ocurre en línea con expresiones que también se vuelven discriminatorias por parte de algunos líderes mundiales, como en el caso del presidente estadounidense Donald Trump, que aludió al coronavirus como «el virus chino».
La investigadora del Conicet y lingüista María Florencia Sartori señala que «más allá de las acepciones de un término, el uso y significado de las palabras se determina socialmente y los diccionarios recogen el sentido y uso que se les, por lo que si un mandatario dice ‘virus chino’ para referirse al virus y su lugar de origen, esto no es inocente y busca instalar un sentido».
Desde la perspectiva de la Academia Argentina de Letras (AAL), «el caso de ‘virus chino’, es solo una expresión individual y puede ser que no prospere», según afirma Alicia Zorrilla, presidenta de la institución.
Desde un punto de vista sociolingüístico, la periodista y analista del discurso Silvia Ramírez Gelbes, afirma que «las palabras pueden tener efectos en las personas y en los grupos. El valor que adquieren los dichos de individuos con voz pública es constatable en las reacciones de quienes los escuchan. Si un líder afirma que el coronavirus es simplemente una ‘gripecita’, es muy probable que muchos de sus seguidores no adopten medidas de precaución adecuadas».
Paralelamente, «si un líder responsabiliza a un grupo determinado por un delito o por una enfermedad catastrófica, tiene el efecto de que seguidores de ese líder, opinen y quizás actúen en contra de ese grupo», dice la también doctora en Lingüística.
Desde que la ciudad de Wuhan (China) estuvo en el centro de las noticias por ser aparentemente el lugar donde se originó el Covid-19, a partir de algunos medios y formulaciones de personas públicas se generó un proceso de disciminación hacia los chinos y su responsabilidad por la enfermedad, sugestivamente en medio de la guerra económica entre Estados Unidos y China.
Los ciudadanos chinos despiertan ideas contradictorias en las sociedades occidentales: por un lado China simboliza el país desarrollado económicamente y con el que se necesita comerciar. Y por el otro prevalece la idea de que se trata de una sociedad atrasada: «Es una «mirada corta sobre la República Popular China y sus transformaciones sociales y económicas», dice Sartori, que estudia las políticas de enseñanza del chino a descendientes que viven en la ciudad de Buenos Aires.
«La instalación de sentidos como ‘virus chino’ y la publicación de notas sobre los mercados de comida en China o el consumo de animales salvajes, en este contexto constituyen una manera de reafirmar la idea de una China atrasada, que también circula en Argentina», prosigue la especialista.
«No sólo las palabras instalan sentidos y habilitan miradas xenófobas sobre los migrantes chinos en Argentina sino también otros tipos de construcciones discursivas. Las palabras y conceptos no tienen un sentido propio, sino que ese sentido es construido socialmente. Y una manera de desarmarlo es mostrar la estrategia, analizar por qué determinados medios o presidentes instalan una idea», analiza Sartori.
Para la investigadora, «las comunidades asiáticas deberían tener más espacio en los medios tradicionales, porque si bien los ataques en prensa se dirigieron a China, en la calle los descendientes de migrantes de otros países asiáticos denunciaron la discriminación».
«Si se quiere manipular a cierto grupo social utilizando una palabra a la que se le fuerza el sentido, solo cabe esperar que las audiencias estén educadas para reconocer esa manipulación; o que los propios medios masivos la pongan de manifiesto, pero siempre, no solamente cuando la manipulación es ejercida por quienes se oponen a su línea editorial. Ese sería el mejor de los escenarios al respecto», destaca Ramírez Gelbes, quien dirige la maestría en periodismo de la Universidad de San Andrés.
«No considero que el periodismo haya alentado la discriminación de los chinos ni que los haya hecho responsables de la enfermedad. Y, si alguien lo hizo, cometió un grave error. No es justo desacreditar así a todo el pueblo chino, pues también está sufriendo las consecuencias. Cuando se pierde el respeto a los demás, empieza a perderse el respeto a uno mismo», sostiene Zorrilla.
A veces no se usan los términos apropiados para definir determinadas situaciones, algo que se puede ilustrar con las críticas que recibió el presidente de España, Pedro Sánchez, por utilizar «confinamiento» en vez de «cuarentena».
«El significado de confinamiento no es el más adecuado aunque la segunda acepción del verbo confinar es ‘recluir algo o a alguien dentro de límites’. Es mejor decir aislamiento preventivo o cuarentena (palabra correcta), pues no solo se refiere a un ‘tiempo de cuarenta días, meses o años’, sino también al ‘aislamiento preventivo a que se somete durante un período, por razones sanitarias, a personas o animales’, aclara Zorrilla.
Para Ramírez Gelbes, «no importa si las academias o los especialistas aprueban o no nuestro hablar. El concepto de corrección debería asociarse con el de inteligibilidad: importa cuán comprensible es lo que se dice, en los términos en los que se dice, para la mayor cantidad de hablantes».