El cine argentino y la necesidad de ampliar espacios de expresión
por Maia Kiszkiewicz
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los cines permanecen cerrados y, como muchos otros espacios culturales, la falta de ingresos, sumada a la obligación de seguir pagando alquiler e impuestos, hace que sea difícil sostener los lugares y los puestos de trabajo a la espera de un futuro indefinido en el cual retomar la actividad. Algunos pueden hacerlo, otros no. Ejemplo de esto último son el Arteplex y el Cinema City, ambos ubicados en Belgrano, que anunciaron que no volverán a abrir sus puertas.
Si bien la situación particular se relaciona al contexto derivado de la pandemia, no es la primera vez que la permanencia un cine corre peligro y se vuelve relevante explicar la importancia de los mismos como parte de la cultura. En 2013, el Cine Gaumont fue comprado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), un espacio dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación Argentina que tiene a su cargo el fomento y la regulación de la actividad cinematográfica argentina en territorio nacional y en el exterior. En realidad, esta adquisición fue consecuencia de que el INCAA alquilaba desde el 2003 el lugar para realizar proyecciones. Cuando los propietarios del edificio anunciaron que no renovarían el contrato porque querían vender a un emprendimiento inmobiliario, la Legislatura de Buenos Aires aprobó una ley para la protección estructural del edificio y adquirió el lugar.
El cine, ahora llamado Espacio INCAA Km 0 Gaumont, ubicado en avenida Rivadavia 1635, es mucho más que una oportunidad de mostrar audiovisuales para quienes hacen películas en Argentina. El beneficio de la existencia de este espacio se extiende a la población en general por sus entradas accesibles. A principios de 2021, el precio para ingresar a las salas era de $90 y había descuentos para personas jubiladas, pensionadas y estudiantes. Mientras, en los cines comerciales que presentaban películas de grandes cadenas internacionales, las entradas, antes del nuevo cierre por las restricciones relacionadas al coronavirus, superaban los $500.
Ante este panorama, desde Directores Argentinos Cinematográficos (DAC) piden sumar al Arteplex y al Cinema City al espacio INCAA no solo para que sigan funcionando como espacios de proyección de audiovisuales, sino también por la relevancia del lugar en el que se encuentran. “Los dos cines que cierran son proverbiales puntos de encuentro para un gran público zonal, escasamente familiarizado con las películas argentinas por falta de oferta para verlas, que incluye no solo a residentes en CABA sino también a los habitantes del norte urbano bonaerense que lo rodea. Un espacio ideal para crear un nuevo polo de espectadores que sumar al circuito de Espacios INCAA aprovechando esta oportunidad única para multiplicar así la capacidad de circulación de nuestro cine en forma sustancial”, dicen desde DAC en un comunicado que, a la vez, explicita que desde hace mucho tiempo, por imposición del mercado hegemónico con abuso de posición dominante en todo el mundo, se restan pantallas a las cinematografías locales y se impone la recaudación y el candy bar sobre el derecho a la diversidad cultural. “Solo en algunos pocos países, como lo demuestra en Argentina la trascendencia del Gaumont y los Espacios INCAA, la intervención directa del Estado permite visibilizar las propias imágenes nacionales, su idioma, su música, su historia y su identidad como una forma más de entretener y educar. Una película representa una experiencia tan enriquecedora como la de un libro y, en tal sentido, los cines serán siempre una forma fundamental de acceso a la cultura audiovisual que nuestro Estado ya fomenta desde su producción”, explican desde DAC.
A la vez, desde Documentalistas de Argentina (DOCA) también se posicionan con pedidos al INCAA. Su reclamo apunta a Luis Puenzo, quien preside el Instituto Nacional desde su designación en 2019. La denuncia explicita que durante el primer año de su gestión, coincidente con la pandemia, se cerraron canales de diálogo y el apoyo fue escaso. Esto motivó a que en diciembre de 2020 los y las documentalistas lancen un comunicado que llevaba como título “El año que vivimos sin el INCAA”. Ante esto, Luis Puenzo manifestó, en una entrevista que está disponible en argentores.org.ar, que las personas que habían firmado ese documento crítico son gente que ha lucrado con el cine a lo largo de los años, y algunos no de maneras honestas. Desde DOCA, responden: “Esa difamación a las más de 30 asociaciones de distintas partes del país que representamos a un enorme arco de la comunidad audiovisual expresa de manera brutal el carácter autoritario con que Puenzo gestiona el Instituto. Llamar deshonestxs a los trabajadorxs como respuesta a las críticas expresadas certera y democráticamente, es un intento de acallarlas”. Entre las agrupaciones adherentes a estos reclamos se encuentran ACCIÓN – Mujeres de Cine, Asociación de Cineastas de Córdoba (ACCOR), Asociación de Productores Independientes de Medios Audiovisuales (APIMA), Asociación Argentina de Sonidistas Audiovisuales (ASA), Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (CAIC), Colectivo de Cineastas (CDC) y Documentalistas de Argentina (DOCA), entre otras.
“En su gestión (la de Luis Puenzo) se profundizó la lentitud administrativa y obtener respuestas a consultas de proyectos en curso se hizo imposible”, afirman desde DOCA y agregan que de lo que se habla es una problemática laboral porque hay gente que vive de realizar películas. “Queremos un INCAA que fomente una producción audiovisual diversa tendiendo a reducir las desigualdades de clase, género y territorio; que reemplace el actual sistema de puntajes, que establezca una ventanilla continua federal, que incentive a las películas con equipos técnicos equitativos y a las dirigidas, producidas y/o guionadas por personas que por su identidad de género están en desigualdad estructural, que fije cupos por género en los concursos y realice otros específicos, que establezca sistemas de financiación accesibles a productoras medianas y pequeñas y que cree vías de fomento para diseños de producción alternativos”, declaran a la vez que piden que se atiendan los espacios relacionados con el streaming, que son claves en este momento, y que se fortalezca y amplíe la red de Espacios INCAA. “El potencial de nuestro cine es inmenso y necesita una gestión del INCAA a la altura de estos desafíos”, enuncian y, en definitiva, su pedido también tiene que ver con ampliar posibilidades.
“El cine es un medio muy poderoso. Lo ha sido por más de cien años. Lo más importante que tiene es lo que dice de nosotros como sociedad, como reflejo de nuestra cultura y, por consiguiente, de nuestra identidad”, dice, en comunicación con Periódico Vas, Pablo Udenio, productor audiovisual y parte fundadora de la Revista Haciendo Cine. A la vez, agrega que en los últimos años el crecimiento de Netflix y la cada vez más larga lista de plataformas OTT que le salen a competir (Disney, Amazon Prime, HBO MAX, Paramount y otras que se dedican a contenidos de autor o de un determinado nicho) han generado una situación ideal para quienes producen ya que existe una alta demanda de contenidos. De todas maneras, afirma que la generación de un mayor interés por el cine argentino es una asignatura pendiente.
“A lo largo de los años el INCAA ha probado distintas cosas. Inyectó dinero y recursos en campañas para el cine argentino en general y para las distintas películas en particular. En su momento avanzó fuerte en la apertura de espacios de exhibición en todo el país a los que llamó Espacios INCAA. Buscó apoyar a los distribuidores que distribuyan cine argentino. Y, en el último tiempo, en consonancia con los tiempos que corren, apostó a su plataforma web, cine.ar. A lo largo de las décadas se probaron distintas cosas. Pero, por alguna razón, en general el consumo de cine argentino por parte de los argentinos no varió demasiado. Esto es: concentración masiva en un pequeño puñado de títulos, generalmente comedias, en algún caso un thriller, coproducidos y fuertemente apoyados por Telefé o Canal 13 y contando con los únicos actores que garantizan corte de tickets en el país: Darín, Francella o Suar. En otras palabras: el público sigue concurriendo masivamente a ver ´la película que hay que ver´. El resto de la producción nacional, que gracias al sistema de apoyos del INCAA es muchísima, suele navegar -algunos un poco más, otros un poco menos- en una zona de números bajos”, explica Udenio.
Incluir al Arteplex y al Cinema City al Espacio INCAA, entonces, resulta ejemplo de un pedido más amplio que, en todos los casos, tiene como eje la expansión. Porque lo que destacan quienes dedican su vida a realizar cultura audiovisual en Argentina, en definitiva, es la importancia de sostener y ampliar las posibilidades para trabajar, expresarse y mostrar producciones diversas que narren y problematicen desde lo propio, lo cercano, lo que puede ser historia, ficción, documento y memoria.