El debate económico es una decisión política
y cultural sobre la identidad
por Maia Kiszkiewicz
La noción de cultura surge alrededor de 1850, ante la necesidad de las ciencias sociales de reflexionar sobre lo que es común a la humanidad sin hablar en términos biológicos. La cultura, en este sentido, es inherente al ser humano y, además, no es cuantificable. Las culturas no se dividen en alta y baja. Son diversas, no diferentes ni necesariamente comparables. Cada territorio y cada grupo tiene sus características y modos culturales que, a la vez, influyen en la identidad grupal e individual de sus miembros.
Preguntar qué cultura queremos es preguntar quiénes queremos ser.
“La producción cultural es constitutiva de nuestra identidad colectiva,y debe ser el Estado el garante de la inclusión de la diversidad de miradas y territorios, sin dejar en manos exclusivamente del mercado los bienes culturales”, afirman desde Unidxs por la Cultura, una organización integrada por colectivos artísticos de todo el país, que surge ante la urgencia por extender el plazo de las asignaciones destinadas a las industrias culturales. Porque, actualmente, el Estado otorga un conjunto de recursos económicos para el arte, la cultura y la comunicación. Esto está establecido mediante la Ley 27.432, sancionada en 2017. Pero tiene fecha de vencimiento. Aclara, en su artículo 4, que las asignaciones mantendrán su vigencia hasta el 31 de diciembre de 2022. Dicen desde Unidxs por la Cultura: “Estas asignaciones son el motor de nuestra cultura. (…) Y es el Estado, además, el que debe velar por la preservación del trabajo de los y las artistas que quedarían sin sus fuentes de ingreso si caducan estos fomentos”.
“Actualmente, con estos fondos se producen, como mínimo, 200 películas al año. Ficción, animación, documentales. Se financian todas las salas de teatro del país, a través de Proteatro y el Instituto del Teatro, las bibliotecas populares, que muchas veces dan también talleres, clases de apoyo y realizan otras actividades. El Instituto de la Música depende de ellos para brindar subsidios, capacitaciones, fomentos, ayuda a las producciones. Los FOMECA, a través del Ente Nacional de Comunicaciones. Hablamos de elencos, ediciones de libros, publicaciones, becas de estudio, premios actorales. La existencia de estos fondos atraviesa desde la creación hasta la exhibición de cualquier tipo de obra”, dice Marina Pessah, vicepresidenta de Documentalistas de Argentina (DOCA) y parte de Unidxs por la Cultura.
“Cultura es siempre historia, agencia y poder, disputa y alteración. La vida social es una condición procesual, no una causa automática de los modos de pensar y de actuar. Hay sujetos, hay agencia, hay historia y, por lo tanto, la acción puede ir más allá de la propia base cultural, introduciendo una grieta, una fisura, siendo protagonista de cambios socioculturales”, dicen los antropólogos Grimson y Semán en el texto La cuestión cultura. Porque la cultura es pasado, presente y la posibilidad (o no) de imaginar futuro en base a las condiciones actuales. Es revisar costumbres, prácticas o modos, y mirar los procesos para, en función de eso, proyectar o accionar.
Pero, ¿quiénes tienen la posibilidad de hacerlo?
Desde Unidxs por la Cultura trabajaron en un proyecto de ley que busca sostener las condiciones actuales. Lo mínimo. La base para pensar una ampliación, buscar más fondos y crear posibilidades. Presentaron un documento en septiembre de 2021, y fue aprobado en abril de 2022 para ser tratado en el recinto, con la propuesta de los diputados José Pablo Carro, Walter Correa, Germán Martínez y las diputadas Mónica Macha y María Carolina Moisés, para prorrogar la existencia de las asignaciones específicas para la cultura hasta 2072. “Estamos juntando firmas porque hay espacios que lo quieren bajar a 5 o 10 años. Lo cual es algo impensable porque hacer una película lleva más de 4 o 5 años”, dice Marina y agrega que se puede firmar el petitorio en el perfil de Instagram de @UnidxsporlaCultura.
¿Cómo se llegó al tratamiento del proyecto de ley?
Es producto de la lucha y la organización de un colectivo que se gestó lentamente: Unidxs por la Cultura. Nosotros, en el sector del cine, denunciamos e hicimos pública esta situación referida a las Asignaciones Específicas para el Sector Cultural en 2018. Pero que haya llegado a la Comisión de Presupuesto, tenido dictamen de mayoría y vaya a ser tratado por la Cámara, es un logro del colectivo. No nos dijeron cuándo se trataría en la Cámara. Necesitamos derogar la fecha del artículo 4.
El 28 de abril se hizo el festival en las puertas del Congreso de la Nación, al mismo tiempo que en otras cinco provincias se hicieron acciones de visibilización tratando de llegar a los representantes de cada provincia. Esa unión también potenció y presionó. Y se suma a un trabajo muy intenso a nivel legislativo. Fuimos puerta por puerta para hablar en persona sobre la problemática.
¿Pudieron participar de forma directa en el debate en la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados?
Logramos que esté presente una delegación de compañeros y compañeras de Unidxs por la cultura.
Teníamos entendido que las reuniones de Comisión no eran abiertas. Así que, desde Unidxs por la Cultura, hicimos un pedido expreso para estar y ejercer el derecho a defender nuestros reclamos.
Además hay, en general, un escaso funcionamiento del Congreso. Hasta hace poco la única comisión que funcionaba, a raíz del tema del Fondo Monetario Internacional, era la de Presupuesto y Hacienda. Pero los ciudadanos y ciudadanas necesitamos que el Congreso esté activo, que se escuchen los reclamos y que las leyes que se impulsan para regular esos reclamos sean efectivas.
Lo que pasa con la cultura, entendemos, es que hay, sobre todo respecto a la oposición, una mirada política. Las personas que trabajamos en la cultura sabemos lo que fueron los cuatro años de macrismo, y eso continúa en las posiciones que toman los y las legisladores y legisladoras de esa alianza para frenar el pedido que estamos haciendo.
Hay un discurso de Juntos por el Cambio que se opone al proyecto argumentando que es un despropósito asignar fondos a las industrias culturales con la cantidad de pobres que hay en el país.
Ahí se pone en juego un relato y una falacia, explica Marina Pessah, como si la pobreza fuera consecuencia de invertir en salud, cultura y educación. Como si los nuevos pobres y las personas que se siguen cayendo del sistema no fueran producto de las políticas que ellos mismos aplican. Construir esta realidad basada en un sentido común es, incluso, rebajar a su propio electorado. Como si ellos mismos no fueran parte de las personas que integran el sector, como si no tuvieran artistas, trabajadores y trabajadoras de la cultura.
Y, además, lo que defendemos es una cultura que tiene que ver con una cuestión de acceso como sujetos de derecho, que haya cada vez más posibilidades. Y no es una cuestión excluyente, no se trata de cultura o pobreza. Además, generamos contenidos y espectáculos para que la gente conozca la historia, construya una identidad cultural, una mirada sobre lo que significa el trabajo, la desocupación. Porque la mayor parte de las historias que giran alrededor de todos los sectores que se ven seriamente atravesados por este tema, también tienen que ver con relatos sobre una parte de la sociedad que está fuera del sistema.
Sin embargo, si no se aprueba esta prórroga, la plata de estas asignaciones ¿llegaría de forma directa a los pobres?
No. Estaría a disposición del Tesoro Nacional y cada sector irá a disputar ahí. Y esto traería, como consecuencia, que el año que viene no haya plata para sostener el Instituto del Cine, de la Música, del Teatro, las bibliotecas populares a través de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).
Y, además, habría más pobres porque todo un sector se quedaría sin trabajo.
Por eso, lo que abrimos es un debate, a través de la temática de los fondos, sobre la soberanía cultural, la identidad, cómo construirnos, qué proyecto audiovisual desde la cultura, la música, el cine, teatro, libro. ¿Qué proyecto de país queremos tener?
Actualmente, contando con los fondos, ¿es suficiente?
Los fondos nunca son suficientes, responde Marina Pessah, lo que pasa es que son temas muy específicos de cada sector. El Instituto Nacional de Cine, se autosustenta. Porque, aparte de estas asignaciones específicas, dentro de la Ley de Cine establece que el Instituto Nacional de Cine es un ente autárquico y tiene sus propios ingresos con el porcentaje que se saca de las entradas, por ejemplo.
Pero los fondos siempre son factibles de ser ampliados. Es una decisión política del Estado dónde buscarlos. Cuando salió el debate sobre gravar a las plataformas lo primero que se dijo fue que había que cobrarle a los usuarios. Y no. No se trata de tocar el bolsillo de la gente. No es necesario. Las plataformas tienen un crecimiento desmesurado. Y, además, una política extraccionista acerca de los contenidos que desarrollan en cada uno de los países. Construyen un relato homogéneo para que se pueda ver desde cualquier lado, sin respetar la idiosincrasia y la forma de contar de cada país. Y está bien que exista, pero esto puede convivir con una producción diferente. Se puede gravar a las plataformas y fomentar el trabajo y la producción nacional.
El tema con los fondos es la decisión política.