El día que el terror se instaló en Plaza de Mayo
Hugo Mazzochi tenía 14 años el 16 de junio de 1955, hacía trámites en el Banco Nación cuando escuchó las primeras explosiones. Aturdido, dejó todo y empezó a correr. Sin darse cuenta llegó hasta su casa en el barrio de Boedo. «Me acuerdo como si fuera hoy. Cuando salí la gente gritaba y corría para todos lados, era un caos, había terror en el ambiente. Yo estuve por las calles aledañas a la Plaza y mientras trataba de salir de esas cuadras veía personas ensangrentadas por todas partes», recuerda.
Han pasado 65 años del intento de Golpe de Estado contra el gobierno del presidente Juan Domingo Perón, del bombardeo a Plaza de Mayo perpetrado por militares de la Marina y de la Aeronáutica que arrojaron 14 toneladas de explosivos sobre la población civil, con el trágico saldo de 309 personas asesinadas y otras 2.000 con heridas profundas, mutilaciones o graves quemaduras.
Hugo, que hoy acusa 80 años, revive el terror que sintió en su relato: «Ni me preguntes cómo llegué hasta mi casa porque ni siquiera entendía lo que estaba pasando. Yo no sabía nada de política ni de lo que ocurría en el país».
Juan Carlos Marino murió atravesado por una ráfaga de metralleta, la misma que dejó su huella en el mármol del Ministerio Hacienda, tenía apenas 42 años y trabajaba en la Aduana. «Sabemos que mi abuelo murió a las 12.40 con la primera metralleta que lanzaron. Luego se inició el bombardeo. Él fue alcanzado por la espalda cuando estaba volviendo de la Aduana. Ese día Perón había dado asueto para que los trabajadores pudieran participar del acto de desagravio a la bandera que se iba a realizar en la Plaza de Mayo, después que un grupo de la derecha católica quemara la bandera argentina durante la celebración del Corpus Christi», relata María Daniela Marino, su nieta.
«Como ese día se había anunciado también que iba a haber un desfile aéreo, nadie imaginó que todo terminaría con el bombardeo a la gente en las calles. Ellos esperaban que arrojaran flores, porque había rumores de eso, y en cambio, tiraron bombas», lamenta Marino.
La masacre del 16 de junio de 1955 marcó el inicio de la violencia política que envolvió al país hasta bien entrados los años setenta. Se activó crudamente durante el Golpe de Estado de 1976. Y sus resabios perduran en un importante sector de la clase política, de la sociedad civil y del poder económico concentrado. ¿Qué sucedía en aquellos años cincuenta? ¿Qué hechos políticos irritaba al sector más conservador de la sociedad? ¿Por qué se quería poner fin al gobierno constitucional?
La sanción de la ley de divorcio en 1954 y la inminente celebración de una Asamblea Constituyente que haría de Argentina un Estado laico, motivaron a la Iglesia Católica, al radicalismo y a un sector de las fuerzas armadas, a poner fin al gobierno constitucional, amedrentando a la población civil que acababa de reelegir a Juan Domingo Perón con casi el 63% de los votos.
Pasado el mediodía de aquel jueves frío, unos 40 aviones de la Aviación Naval y la Fuerza Aérea que llevaban pintadas en sus colas una «V» y una cruz -en referencia a la leyenda «Cristo Vence»-, arrojaron las primeras bombas a pocos metros de la Pirámide de Plaza de Mayo, donde circulaba una importante cantidad de gente, y lanzaron un total de 29 bombas sobre la Casa Rosada, una de ellas destrozó un trolebús repleto de pasajeros.
Simultáneamente, grupos de comandos civiles ocuparon Radio Mitre, anunciaron la falsa noticia de la muerte de Juan Domingo Perón y leyeron una proclama golpista, que comunicaba la formación de una junta de gobierno con miembros de las Fuerzas Armadas y representantes del radicalismo, el socialismo y los conservadores.
En respuesta, la CGT convocó a Plaza de Mayo para defender al gobierno peronista. Por la tarde, cuando cientos de manifestantes se concentraban en el centro de la histórica plaza, una nueva oleada de aviones volvió a arremeter sobre la multitud arrojando una carga de nueve toneladas y media de explosivos.
Este fue el más sangriento ataque terrorista de la historia argentina. Tres meses después, la denominada «Revolución Libertadora» liderada por el general Eduardo Lonardi, depuso al gobierno democrático.
Muchos años más tarde este hecho fue calificado como un delito de lesa humanidad y los familiares de las víctimas pudieron acudir a la Justicia en busca de una reparación no tanto económica, como moral y emocional. «Mientras haya familiares y consecuencias en las generaciones posteriores de estos actos de terrorismo de Estado no podemos pasar la página», dice María Daniela Marino y agrega «Como país tampoco podemos hacerlo porque esta acción fue el hilo conductor de las dictaduras que siguieron». De hecho, la línea de continuidad se hace patente también en la participación de algunas de las personas involucradas en la represión ilegal de 1973-1983.
«Este 16 de junio no podemos hacer nuestro homenaje a las víctimas del bombardeo de Plaza de Mayo en el Monumento ‘Del Cielo los Vieron Llegar´», lamentan los familiares de las víctimas en un comunicado de prensa, donde convocan a «sumarse a las 12.40, -hora en empezaron las bombas-, a la conmemoración virtual que haremos, poniendo en tus redes o celular esta imagen o la imagen y video del bombardeo que tengas».