El Mayo de los Pañuelos Blancos

por Rafael Gómez

Miércoles 10 de mayo / 2017

Es una ceremonia. Hay que acudir a un encuentro esencial, impostergable. Entonces dejar la rutina, los compromisos, el trabajo o el descanso, los problemas, las soluciones individuales, los disgustos y los placeres. Dejar todo, tomar el subte o el bondi hasta donde se pueda llegar y caminar las cuadras que sean para asistir a la enorme comunión colectiva. Hay mucha gente y un clima de espera en las inmediaciones de la Plaza. Lugares de reunión en las esquinas. Las calles y avenidas están cortadas. Silencio de autos y bondis. Llegan por la avenida de Mayo, por las avenidas Diagonal Sur y Diagonal Norte, columnas de partidos políticos y organizaciones sociales, son muchos, notables por sus carteles y formaciones, pero la mayor cantidad de la concurrencia es independiente. Gente suelta. Familias con abuelos, padres, tías, tíos, sobrinos, chicos, bebés en cochecitos. Grupos de amigos, compañeros de trabajo, gente desocupada. Mujeres y hombres de todas las edades y franjas sociales, caminan entre las columnas de activistas, por calzadas y veredas, por las avenidas y por las calles Mitre, Rivadavia, Yrigoyen, Alsina, Maipú-Chacabuco, Florida-Perú, San Martín-Bolívar. En avenida de Mayo y Perú, a metros del Cabildo, un grupo de mujeres reparte pañuelos blancos. Parece una referencia a French y Beruti repartiendo cintas en aquel mayo de 1810. ¿Es lo mismo? No. Pero hoy también está ocurriendo un cambio emancipador en nuestra historia. Estos pañuelos identifican a las Madres de Plaza de Mayo, simbolizan Paz, Memoria, Verdad y Justicia y dan cuenta de una lucha de más de cuarenta años para esclarecer y erradicar el terrorismo de Estado en Argentina. Es decir, para proteger al pueblo de los gobiernos violentos, de los gobiernos que sojuzgan al pueblo. Los pañuelos blancos se anudan en los cuellos, evocan la participación en una acción generosa. Se multiplican, van a la Plaza. Están convocando los organismos de Derechos Humanos, las Abuelas y las Madres de Plaza de Plaza de Mayo.
A las 18 hs. la concurrencia estremece, por avenida de Mayo la gente cubre once cuadras desde el Cabildo hasta el Congreso.


¿Por qué viniste?

Algunas respuestas a Periódico VAS: Abogado (33): “Porque las Madres y Abuelas se bancaron todos los procesos, se bancaron todos los pasos de las investigaciones, sobre todo se bancaron estar vivas y seguir vivas al día de hoy, luchando, para recuperar esos nietos que se recuperaron y los que faltan”. Maestra (42): Para enseñar con las Madres y que el pueblo no olvide, para que el pueblo aprenda de lo que eligió en algún momento, porque para mí es importante como argentina formar parte de esta lucha y salir a la calle a reclamar lo que es nuestro, lo que es propio, lo que no se toca”. Militante (64): “Por los treinta mil y porque este Gobierno va por el exterminio de 30 millones”. Señora (68): “Vine porque esto es una vergüenza, un atropello y una falta de respeto a los 30 mil desaparecidos y a sus familiares, las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo”. Músico (28): “Vine porque es insoportable este fallo de la Corte Suprema. No es Justicia”. Estudiante (19): “Es obvio por qué estoy acá”. Activista (28): “No quiero compartir las calles de mi ciudad y los transportes públicos con genocidas”. Estudiante (21): “Vine para repudiar el fallo. No podemos dejar pasar este fallo, dijimos Nunca más, si lo dejamos va a empezar todo de nuevo”.


El fallo de la Corte

La Corte Suprema, una institución casi anacrónica en tiempos modernos y democráticos, ha tenido un fallo. Curiosa palabra, fallo, que según el contexto puede significar decidir o equivocarse en algo. En esta ocasión, la Corte cumple con las dos acepciones: ha decidido, pero los antecedentes y las circunstancias indican que también se ha equivocado.

Se trata del fallo en el caso Muiña, donde la Corte otorga el beneficio de 2X1 y sienta jurisprudencia y posibilita que muchos detenidos por crímenes de lesa humanidad reduzcan sus condenas y vuelvan a las calles. La ley del 2X1 esgrimida por la Corte, que reducía las penas computando dos días de prisión por cada día de prisión preventiva, se aplicaba sólo a los delincuentes comunes, fue sancionada en 1994 y derogada en 2001.
Más allá de que Muiña no estuvo en prisión preventiva y ni siquiera fuera procesado entre esos años, la Corte le aplica el beneficio. Pero además no distingue entre crímenes comunes y crímenes de lesa humanidad. Luis Muiña es un genocida, fue juzgado y condenado por secuestros y torturas cometidos durante la Dictadura Cívico Militar. Se vuelve a considerar su caso y entonces ocurre el “fallo”.

Al no diferenciar los crímenes de lesa humanidad, la Corte está negando que hubo terrorismo de Estado durante la Dictadura Cívico Militar. Algo que ha quedado absolutamente probado a través de miles de causas. En este caso particular, Muiña fue parte de un grupo paramilitar comandado por el ex general Reynaldo Bignone (presidente de facto en 1982-1983) que operaba en el hospital Posadas, donde funcionó un Centro Clandestino de Detención en 1976. Bignone y Muiña, entre otros, fueron condenados por secuestros y torturas. No son crímenes comunes, son crímenes de lesa humanidad porque fueron cometidos desde el amparo del Estado, por sus funcionarios y desde sus instituciones, para imponer en la población un modelo político-económico sometiéndola mediante la violencia el terror. Esto último es lo que se define como Terrorismo de Estado, es una práctica aberrante. Los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles y no deben ser indultados ni tener reducciones de condena.



¿Qué esperás o querés que pase?

Algunas respuestas a Periódico VAS: Estudiante (19): “Obvio, anular el fallo. Este fallo, indefectiblemente, va a dar marcha atrás. De hecho, en el Senado y en Diputados ya votaron para anularlo”. Señor (52): “Creo que esta unidad que se ve en las calles servirá para que los políticos no pretendan pasarnos por arriba”. Militante (64): “Que aumente la toma de conciencia”. Señora (68): “Espero que el Gobierno vea que hoy el pueblo salió a decir basta y que no queremos más dictadores ni genocidas sueltos”. Activista (27): “Que las maniobras y las conveniencias del Gobierno para preparar este fallo queden al descubierto. Y también las maniobras de la Iglesia”. Abogado (45): “Espero que esto sea útil para evitar una futura represión. Porque este modelo, que genera cada vez más pobres, malestar social, protestas y también delincuentes, cierra con represión. No hay otra. Entonces, liberar a los viejos represores es un mensaje para los nuevos. Es decirles: ‘Muchachos, torturen, aprieten a conciencia, maten si hace falta, que ustedes no irán presos, nosotros los estamos cuidando’. ¿Entendés lo que digo? Quiero frenarlos”.

Los pañuelos blancos

A las 18.20 hs. La gente sigue llegando, es difícil caminar en las inmediaciones de la Plaza, es incómodo, no se puede ver por donde vas ni ver el escenario por los carteles de los partidos y las organizaciones. Hay un mar de gente, como se dice, hay estremecimientos como olas, corrientes, lentos ríos de gente fluyen por avenidas y calles, rodeando la Catedral, el Cabildo, la Plaza.
A las 18.30 hs. se escucha la canción de León Gieco: “Todo está guardado en la memoria / Sueño de la vida y de la historia”. Llega más gente. Los ríos son más lentos. “Somos 500.000 desde el Congreso hasta la Plaza de Mayo”, anuncia una locutora. Los cuerpos fluyen, detienen, contienen, incomodan, pero no dejan de ser personas, hay solidaridad, identificación, afecto, y se cuida a los niños, a los abuelos y a los distraídos, ¡cuidado con el escalón!, ¡con ese cordón!, ¡vayan despacio porque hay una valla!

A las 18.40 hs. habla Taty Almeida y luego Nora Cortiñas, luego Lita Boitano. Hablan de la lucha que no se afloja contra el terrorismo de Estado, de la ronda de los pañuelos blancos. Hablan de la necesidad de la memoria, la verdad y la justicia para construir una sociedad mejor. “¡Madres de la Plaza, el pueblo las abraza!”, corea la multitud. Y ellas hablan del fallo que da privilegios a los genocidas, que instala el olvido y la mentira y que abre la puerta a la impunidad. “Señores jueces: Nunca más”, dicen. Y nombran y repudian a los jueces del fallo: Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti. Piden sus renuncias. Y que renuncie también el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, por acordar con este fallo de la impunidad y relativizar -como Lopérfido- la cifra de los treinta mil. “Treinta mil detenidos desaparecidos, presentes. Ahora y siempre”, grita la gente y se estremece el mar. Habla Estela Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo, dice que con este fallo los apropiadores de nietos, los torturadores, los autores de los vuelos de la muerte están pidiendo su libertad. “Olé, olé. Olé, olá”, corea la multitud. “Como a los nazis / les va a pasar / a donde vayan los iremos a buscar. Olé, olé. Olé, olá”. Las Madres sonríen dicen que gracias a la rápida reacción del pueblo, el Congreso y Poder Judicial neutralizarán el fallo. Dicen que afortunadamente la lucha no es como antes -cuando las llamaban Las Locas de la Plaza-, ahora estamos acompañadas por ustedes. “El pueblo / unido / jamás será vencido”, corea la gente. Y Carlotto propone: “Levantemos los pañuelos por los 30.000 detenidos desaparecidos”. Ocurre entonces lo inefable. Los pañuelos blancos son como crestas en el mar de gente. Hay un clamor desde las profundidades, comunicación, movimientos, una danza, y una entrega de amor entre pañuelos -como ocurre en la zamba-. “Nosotras, las Madres, los abrazamos a ustedes”, dice Taty Almeida. Y el pueblo toma la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

Fotos: Rocío Bao

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