El Ocaso de Horacio
Pese al marketing y al blindaje mediático, la gestión de Horacio Rodríguez Larreta tiene muchos agujeros que seguramente quedarán en el olvido. En esta entrega haremos foco en la conexión, la educación y la seguridad.
por María Fernanda Miguel
La ciudad de Buenos Aires tiene 205km2 de superficie y si bien en las zonas más céntricas existe una buena conexión, no es algo que sea para todos por igual. Hay barrios en los que se necesita tomar hasta dos medios de transporte para llegar a destino, algo inaudito para una ciudad que se considera avanzada. Ni hablar de que, en muchos casos, en las conexiones entre el centro y barrios como Villa del Parque. Monte Castro, Saavedra o Lugano, el trayecto se puede extender hasta una hora o un poco más. Todo en una ciudad que se vende como vanguardia en la conexión con metrobuses y bicisendas.
No hace mucho desde el Gobierno porteño se empezó a hablar de “Ciudad en 15 minutos”, una idea gestada por el arquitecto y docente colombiano Carlos Moreno e implementada en París.
El sentido del concepto es desarrollar la vida cotidiana -familia, educación, ocio, trabajo, trámites y gestiones- a una distancia no mayor al cuarto de hora. Una especie de utopía que nadie dice de qué forma se aplicaría en esta ciudad, sobre todo ante tanta promesa incumplida.
Durante los 16 años del PRO en Ciudad sólo se construyeron 2,8 kilómetros de subte -prometieron 10 por año-, que fueron ejecutados durante el periodo macrista, mientras que en el de Larreta no hubo nada. Lo único más cercano fue la inauguración del nuevo pasillo de combinación independiente entre las líneas B y C, que ahorrará el paso por el andén de la estación 9 de Julio de la línea D. Es cierto que hay 10 metrobuses que agilizan el tráfico de la urbe, pero de ninguna manera reemplaza la eficacia y la rapidez con las que el subte une los distintos barrios.
Para colmo de males, la licitación del subte volvió a quedar en manos del grupo Roggio, quienes eran titulares de Metrovías a la que maquillaron un poco y ahora se llama Emova. Nada cambió desde entonces, la frecuencia en subtes como el de la línea E sigue siendo deficiente; hay estaciones con escaleras mecánicas y ascensores rotos hace meses; otras que se inundan con las lluvias y hay coches de la Línea B que tienen asbesto, un material cancerígeno que está afectando a los trabajadores, quienes denunciaron la muerte de tres compañeros. Ni la empresa ni el Gobierno de la Ciudad se hacen cargo de la situación, alegando que es solo un problema gremial.
Hablemos de educación
El último informe publicado por el Observatorio “Argentinos por la Educación” sobre financiamiento educativo de las provincias informó que la Ciudad de Buenos Aires es el distrito que menos invierte en educación a nivel nacional. En los últimos 17 años, el presupuesto se redujo a casi 9 puntos porcentuales y hoy es el 17% del presupuesto total. Tanto Larreta como la titular de la cartera, Soledad Acuña, siempre se jactan de tener a la educación como una prioridad, aunque los números indican lo contrario. Y no sólo se descuida el presupuesto a la hora de ejecutar nuevos planes educativos o materiales, sino que su falencia también se hizo notar muy fuertemente en ítems como la alimentación que le dan a los alumnos de colegios primarios que tienen jornada completa, o en la presencia de ratas en más de 100 colegios de la Ciudad, que en muchos casos solucionaron enviando un gato. Si, están leyendo bien.
Respecto a la comida, durante el 2022, los legisladores porteños Ofelia Fernández y Matías Barroetaveña presentaron un proyecto de ley para mejorar las viandas escolares ya que, según el relevamiento de diferentes cooperadoras y padres de alumnos, se pudo verificar que la comida brindada era ineficiente para la etapa de crecimiento en la que se encuentran los chicos, y en muchas ocasiones en mal estado. Hasta el momento, el Gobierno porteño licita este servicio a empresas que deben abonar 795 mil pesos para ingresar al concurso. Quienes participan saben que el negocio es redondo, ya que recibirán más de 50 millones de pesos para funcionar. Durante la campaña fueron varios los funcionarios del Gobierno porteño que se acercaron a los colegios para mostrar lo “bien” que se comía. Hasta la comida de los pibes es un negociado.
Siguiendo en el plano educativo, las personas con discapacidad también tienen mucho que decir. Para empezar, la comunidad educativa de la escuela de sordos Bartolomé Ayrolo, tuvo una gran lucha respecto del Palacio Ceci -ubicado en Devoto- donde funcionaba la escuela desde 1930 y era vanguardia en este tipo de educación. Debido a diferentes problemas edilicios, el colegio fue trasladado a otra zona. Pero la comunidad educativa se llevó la sorpresa de que fue una estrategia vil para desplazarlos, ya que ahora funcionará como sede administrativa del Distrito del Vino y, de repente, aparecieron las obras.
En este mismo marco, las familias de los alumnos de las Escuelas Integrales de Educación Especial porteñas denuncian que las autoridades redujeron el tiempo de formación, ya que se dio lugar a la Resolución 155/11 del 2011, en la que se establece que las escuelas de educación especial admiten adolescentes y jóvenes con discapacidad hasta los 22 años, en vez de hasta los 30, como se hacía originalmente. Esto ocasiona que a los 22 años estos jóvenes quedan a la deriva, porque si bien desde el Gobierno de la Ciudad prometieron una propuesta superadora, hasta el momento no hay nada a la vista.
¿Seguridad segura?
Durante el 2022 hubo 88 asesinatos, un 14% menos que en 2019 -obviando los números de la pandemia- y 56.682 robos, un 10% menos que en 2019, cuando se contabilizaron 62.829. Los números se encaminan a una ciudad segura, con monitorización exhaustiva. Así y todo, entre 2018 y 2023, la gestión porteña tuvo un total de 5 ministros de Seguridad que se fueron por diversas razones -Marcelo D´Alessandro está involucrado en el escándalo de Lago Escondido-, aunque más resonante fue la renuncia de Eugenio Burzaco, que vacacionaba en Estados Unidos mientras asesinaban a un hombre en Palermo para robarle el celular.
A pesar de estos hechos, estamos en una ciudad “segura” para el afuera y para el ideal marketinero, aunque hay algunos puntos para desmenuzar y uno de ellos tiene que ver con la violencia institucional. En primer lugar, desde el año 2019 se encuentra desaparecido el efectivo Arshak Karhanyan, de 28 años, quien se desempeñaba en la Policía de la Ciudad. Fue visto por última vez el 24 de febrero de 2019 en el barrio de Caballito, y nunca más se supo qué pasó con él. Desde ese momento nadie de su familia recibió apoyo por parte de Larreta o de sus funcionarios y la causa no avanza en la investigación. Hay muchos hilos sueltos y ninguna respuesta, mucho menos cobertura mediática, porque el blindaje es muy grande. ¿Qué hicieron con Arshak?
Esa misma Policía de la Ciudad es la que mató de un disparo a Lucas González, de 17 años, en el año 2021, y marcó un precedente ya que los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal nº 25, consideraron al odio racial como un agravante para el asesinato, y con esa figura condenaron a los policías responsables de este crimen.
Lucas se suma a la lista de más de 80 casos de gatillo fácil que fueron perpetrados por policías de la ciudad en la gestión de Larreta, aun cuando hay menos efectivos que en la policía bonaerense, conocida por sus cacerías. Los datos se desprenden de informes elaborados por la Correpi y el CELS. Pero de esto tampoco se habla en las esferas del laterretismo y en ocasiones, como sucedió con el policía Chocobar, son acciones aplaudidas y hasta condecoradas.
La síntesis de este informe es que Larreta no pudo lograr su cometido de ser el candidato más votado en las PASO presidenciales, aún con toda la prensa a su favor, con una imagen positiva a las afueras y con muchos amigos que le hicieron favores. Seguramente éste no es su fin en el Estado, porque alguien tiene que continuar con sus negociados. ¿O será el próximo Jefe de Gobierno el que continúe con ese legado? Hasta octubre todo puede cambiar, pero mientras tanto su carrera principal ya lo da como vencido.