¿El Sur también existe?
por Marcelo Valko
Voy a espolear la conclusión de esta nota, los mapas mienten o, mejor dicho, hicieron que los mapas mientan. Veamos: El sur existe, y existe de un modo diferente al que muestran los mapamundis convencionales que tergiversan las realidades geográficas para que a primera vista sobresalga un poderoso norte y todo lo que ello implica. Aunque a ojos vistas el mapamundi nos convence que EEUU y Canadá son más enormes que África en realidad es al revés. La India aparece más pequeña que la península escandinava cuando la supera largamente en extensión. La tremenda merma y disminución de los continentes situados al sur y el aumento de las porciones de territorio ubicados al norte de la línea ecuatorial se aprenden en la escuela. Al igual que en tantas otras cosas también nos mintieron con la geografía, los países hegemónicos nos subdesarrollaron hasta con un “inocente” globo terráqueo.
Podemos continuar con una pregunta sencilla: ¿por qué el meridiano 0° atraviesa Greenwich y no Asunción o Nueva Delhi? Por esas “casualidades” justo pasa por uno de los distritos de Londres… Otro de estos “azares” del destino cartográfico nos muestran abajo y al Primer Mundo arriba, casi un recordatorio del medioevo cuando se hablaba de “los antípodas”, aquellos extraños seres que insistían cual quiróptero en estar mal ubicados, es decir cabeza abajo. No es una cuestión menor, tal arbitrariedad es extremadamente problemática dado que apunta a la colonización mental, a subyugar de modo subliminal nuestro imaginario. Apunta a invisibilizar, los invito a ubicar en un globo terráqueo a Montevideo, es necesario agacharse, en cambio Paris o Roma están a simple vista. El asunto viene de lejos y no solo le incumbe a los geógrafos. Demos un repaso a Hegel quien asegura que “América ha estado separada del campo en el que hasta hoy se ha desarrollado la historia universal. Lo que hasta ahora ha sucedido en ella es solo eco del Viejo Mundo… América no es aquí de nuestro interés… Nos fijamos en el Viejo Mundo, es decir en el escenario verdadero de la historia universal”. Como pueden advertir, el problema es bastante serio.
A fines de 1943, seis años antes de su muerte, en plena madurez artística e ideológica el notable artista uruguayo Joaquín Torres García enrolado en el constructivismo y con fuerte influencia de simbología indígena lanza la propuesta “nuestro norte es el sur” y crea una obra concreta y profunda dando vuelta el mapa para “descubrir nuestra verdadera posición en el mundo”. El pintor con el dibujo a pluma y tinta de su mapa que invierte los ejes de la brújula plasma de manera simple y perceptible aquello desarrollado por otros pensadores iniciales y que de algún modo seguirán esa nueva orientación. Sin pretensiones ni espacio para hacer un racconto pormenorizado, lo tenemos a Mariátegui quien en 1928 en sus “7 Ensayos” plantea la imperiosa necesidad de pensar nuestro continente con “la pata indígena”. Y como el pensamiento emancipador de unos esta conectado con el de otros comienzan a desempolvarse aquello que la Desmemoria había ocultado y así por ejemplo Gregorio Selser en 1955 redescubre a “Sandino, general de hombres libres”. Poco después, en 1962 Rodolfo Kusch se sumerge en la “América Profunda” y Paulo Freire quien desde su “Pedagogía del Oprimido” de 1968 da un giro absoluto a la educación de nuestros pueblos. También Bonfil Batalla con su clásico “México profundo. Una civilización negada”, y obviamente Enrique Dussel recientemente fallecido que nos deja su formidable trabajo de descolonización mental de nuestro Continente.
Retomando la mentira de la geografía que busca combatir el “mapa invertido” de Torres García, no deja de ser fascinante advertir como la historia posee su lógica. Coincidirán conmigo que resulta del todo coherente que décadas más tarde, otro habitante del “paisito”, otro uruguayo, esta vez un eximio poeta como Mario Benedetti verbalizara “el sur también existe”, una frase que dispara un poema hermoso que de alguna manera culmina y redefine el mapa de su compatriota. La historia opera así, con flujos y reflujos, de manera lenta, a veces extraña, pero viene de modo inexorable para desenmascarar de una vez por todas al Descubri-MIENTO. Es lento, pero viene…