Emergencia habitacional vs. especulación inmobiliaria
La Ciudad de Buenos Aires sufre una grave crisis habitacional, pero el fastuoso negocio inmobiliario avanza al ritmo vertiginoso de una transformación que NO PARA
por Fernanda Miguel
6:30 AM. Los pajaritos y el ruido de los primeros colectivos de la mañana se funden con los golpes de martillos y algún taladro de obra en construcción. Los laburantes arrancan temprano desafiando el calor, la lluvia y cualquier inclemencia climática: hay que terminar el edificio cuanto antes. En las avenidas hay uno nuevo por cuadra, generalmente responden a la misma constructora de color rojo brillante. Los vecinos de los barrios ven cómo lo que antes era una casa antigua o histórica, un almacén o un vivero, se va a transformando en una torre gigante con muchos amenities, metros cuadrados carísimos y alturas que, a veces, desafían al Código Urbanístico de la Ciudad.
La pregunta de todo esto es: ¿quiénes viven o vivirán ahí?
Actualmente, según el último Censo, hay 3.120.612 habitantes en la CABA, por lo que creció un 7,97% respecto al Censo 2010 (2.890.151) y un 12,4% si se compara con el del 2001, donde había 2.776.138 habitantes. Esto denota que la población en los últimos 20 años aumentó poco más del 15%, por lo que queda a la vista el objetivo del negocio inmobiliario: especular.
En base a esto Eva Koutsovitis, coordinadora de la Cátedra de Ingeniería Comunitaria de la UBA, afirma que en la Ciudad entre 2001 y 2010, la superficie edificada de la Ciudad aumentó un 8,1%, pasando de 220.316.840 m2 a 238.045.983 m2. (18 millones más). Este número se incrementará con los datos del último periodo que aún no están publicados.
Hasta fines del año pasado había 5.183 obras en construcción que dan un número aproximado de 40.000 viviendas nuevas y 500 que esperaban el permiso para empezar a construir, según datos proporcionados por el propio GCBA.
Parece como un mundo ideal en el que hay oportunidades para todos. Pero la burbuja se pincha cuando el metro cuadrado que ofrecen ronda alrededor de los 2000 dólares. Para un grupo poblacional que en promedio gana 220 dólares -unos 83 mil pesos mensuales según el último informe del INDEC- y que no califica para ningún crédito, es inalcanzable. Muy atrás quedaron los créditos accesibles del IVC, que construía edificios y otorgaba créditos con el fin de que la mayor cantidad de personas pudieran acceder a la vivienda propia con cuotas bajas, fijas y buenas condiciones habitacionales.
La otra realidad es que actualmente hay casi un millón de personas alquilando en la Ciudad de Buenos Aires, con un alto índice de rotación debido a los aumentos que en muchos casos han llegado al 100%, sumado a expensas y otros servicios a los que se le destina en promedio entre el 60 y el 70% del salario. Hasta diciembre de 2022, había sólo 5 mil unidades en alquiler, de las cuáles el 70% corresponden a montos impagables para cualquier familia promedio, ya que rondan los 150 mil pesos por mes. Otro porcentaje de estas viviendas corresponde al mercado de los temporarios, que generalmente apunta a turistas o estudiantes – trabajadores de intercambio que abonan en dólares.
Entonces hay que preguntarse de nuevo: ¿Quiénes viven en todos los edificios que se construyen de forma acelerada e incesante, si la oferta es tan poca y para nada accesible?
Se calcula que alrededor del 18% de las viviendas que hay en la Ciudad son ociosas.
Resulta casi una burla que en una ciudad donde hay personas en situación de calle, en situación de desalojo o vive en condiciones precarias en villas de emergencia, se especule con viviendas vacías expulsando constantemente a los ciudadanos, haciendo que la CABA sea cada vez más exclusiva.
Palos y calle como única respuesta
Como indicamos antes, algunos edificios antiguos o históricos son demolidos para hacer nuevos inmuebles que se venden al mejor postor. Ahí entran a jugar otros participantes: los habitantes de hoteles y residencias cuyos dueños o herederos ven el jugo al negocio inmobiliario y deciden vender el lugar, sin importar si allí viven familias con niños menores de edad, personas mayores o discapacitadas. La policía rompe la puerta a las 6 de la mañana y saca a todos afuera, sin reparos, sin respuestas, sin soluciones. Desde 2021 se incrementaron los desalojos violentos y en promedio hay uno por día, lo que da unas 700 familias expulsadas en los últimos 2 años. Algunos, como el de la calle Solís al 1800, donde viven 70 familias hace más de 30 años, lograron ser frenados momentáneamente por la acción de diversas organizaciones sociales y abogados de la Defensoría de Laburantes que pudieron accionar en el expediente. La realidad es que cientos de familias por las noches no duermen, esperando que al otro día venga la policía con sus camiones y palos a reprimirlos. Sin ir más lejos, mientras Argentina pasaba a la final de la Copa del Mundo, los vecinos del Hotel Vanina en el barrio del Abasto, fueron “visitados” por uniformados por una denuncia de peligro de derrumbe, una de las excusas que se suelen usar para los desalojos. La situación se repite en otros inmuebles de la ciudad y es cada vez más preocupante. Pero los ejemplos de unión entre vecinos que sufrieron desalojos o estuvieron a punto, fueron el puntapié para que muchos comenzaran a organizarse para pensar acciones de visibilización y buscar soluciones ante esta emergencia que, en tiempos electorales, se hará cada vez más difícil. Las asambleas en estos momentos son claves para seguir avanzando en una ciudad que sólo busca expulsar a quienes no pueden sobrevivir a su nivel de vida.
El censo de los nadie
Otra parte de la emergencia habitacional de la Ciudad tiene que ver con las personas que viven en situación de calle. Según el último Censo, en todo el país hay menos de 3 mil personas viviendo en la calle, de las cuales 903 están específicamente en CABA. Con un 8% de indigencia en el país, sobre una base de 46 millones de habitantes, es una cifra que no cierra por ningún lado.
“Lo dijimos antes de que se realizará el Censo que iban a hacer las cosas mal. Nos reunimos con Marcos Lavagna un mes antes de que se largara, que la metodología no era la adecuada, y que no era la forma correcta, aun teniendo todos los recursos a disposición para hacerlo bien, y eligió no escucharnos”, expresan desde la organización Proyecto 7, que desde hace muchos años trabaja con la problemática. De hecho, realizaron un censo propio en 2019 que arrojó que en CABA había 7251 personas que dormían en la calle. Por esta razón están pidiendo que se vuelva a hacer, pero de forma eficiente. Desde el INDEC alegan que el 16 de mayo de 2022 hubo bajas temperaturas, por lo que muchos se fueron a refugios o paradores, por lo tanto no fueron contabilizados, pero sí fueron incluídos dentro de la población de viviendas colectivas o refugios temporales. Algo inaudito teniendo en cuenta que no es la realidad que viven a diario estas personas a las que se intenta invisibilizar.
La emergencia habitacional crece todos los días, y en un contexto electoral donde se quiere beneficiar al sector empresarial, difícil es que aparezca una solución real. En el mientras tanto vemos viviendas que se derrumban por “error” como en la Villa 31, más desalojos y más ninguneos. Está a la vista: la prioridad no es la gente, sino el negocio inmobiliario.