«Encarnación Ezcurra. La caudilla»
El periodista y profesor en historia Cristian Vitale, autor de «Encarnación Ezcurra. La caudilla», define a su protagonista como «uno de los símbolos más importantes del feminismo en el siglo XIX» porque señala que enfrentó y discutió «a los poderosos» y «ejerció el poder de la mujer en un siglo patriarcal».
Editado por Marea en la colección «Caudillos», que dirige Hernán Brienza, el libro retoma la figura de quien para algunos fue la esposa de Juan Manuel de Rosas, el «Restaurador de las Leyes» que gobernó en la Confederación Argentina, pero Ezcurra se construyó como activa militante y fue despedida por 25.000 personas, casi la mitad de la población de Buenos Aires de 1838, al momento de su muerte.
«La idea de traerla en este contexto es porque fue una mujer que enfrentó y discutió a los poderosos, que ejerció el poder de la mujer en un siglo patriarcal. Es uno de los símbolos más importantes del feminismo en el siglo XIX», señala el autor.
Vitale (Lanús, 1970) dice que plan inicial era escribir sobre Manuela, la hija de Rosas, quien «había tenido un rol importante en las relaciones diplomáticas de su padre con embajadores con Francia e Inglaterra. Ella era la que hacia las veces de primera dama en la quinta de Palermo en la que Encarnación llegó a vivir poco tiempo» pero después la decisión fue poner el foco en Ezcurra porque «habiendo sido una personalidad central en el siglo XIX su vida no fue muy revisada».
«Hay apenas unas cartas que le escribe a Rosas en el período en el que él se va al sur -1833 y 1834- en las que le manda partes diarios sobre quienes eran los sectores del federalismo que se aliaban a los unitarios a espaldas de él y estaban erosionando al Partido Federal», explica Vitale.
El también autor de «San Martín, Rosas, Perón» afirma que «esas cartas cumplen un papel nodal en la política de gobierno de Rosas durante su segundo mandato a partir de 1835, después del fusilamiento de Facundo Quiroga -uno de los personajes mas populares y significativos de la época-, cuando es elegido unánimemente por el voto democrático» y resalta que esas misivas «contienen el fervor y la pasión de Encarnación alertando a Rosas sobre lo que implica tener en el Partido Federal ricachanoes, estancieros y está su impronta de la importancia de acercarse a sectores plebeyos, a los mulatos, a los orilleros».
Vitale dice que «el libro se llama ‘La Caudilla’ porque fue una mujer que tuvo un rol central en la Confederación Argentina en momentos en los que se definía el destino de la Patria. La Confederación Argentina de Rosas fue mucho más significativa de lo que muchos imaginan. Fue clave para la organización nacional y el papel de Encarnación fue fundamental porque fue quien le cuidó las espaldas a Rosas cuando inició la expedición al sur realizada en 1833 y que se basó en alianzas con las poblaciones de frontera y no en enfrentamientos. como iba a ocurrir después durante la campaña del desierto de Roca».
Para el docente y periodista, el objetivo era «sacarla del ostracismo» que asocia a «haber sido una mujer del poder con una acción y decisión de actuar en política bastante exclusiva en esa época» y asevera: «No hay ninguna que se parezca a Encarnación en el sentido de ejercer poder cerca de quien fue el hombre políticamente más poderoso del siglo XIX».
«Ella significó mucho en términos de organización de la sociedad popular restauradora y después de La Mazorca, que fue la participación en la arena política de las clases bajas enfrentándose a través de la violencia. Hay que estudiar el golpe de diciembre de 1828 y ver lo que hicieron los unitarios con el pueblo bajo para darse cuenta de la violencia que contiene el siglo XIX en esa época. En ese marco hay que poner el sentido político de La Mazorca, no en el que le quisieron dar después. Encarnación la crea para defender a Rosas de los ataques de los unitarios y de los federales cismáticos y es una organización política acorde a las circunstancias», remarca el autor.
Vitale caracteriza a Rosas como «un político que construye poder mirando a las clases subalternas», al igual que Ezcurra que «proviene de una familia de alta alcurnia pero tiene ese costado vinculado a los carnavales negros, al respeto por la diversidad cultural y racial».
«Ese matrimonio entreteje una alianza con los sectores populares de una forma que nadie de su clase pudo ni podría en el futuro. Esa característica se ve en los documentos», sostiene el autor del libro más reciente de la colección Caudillos.
Fuente: Télam