Es una lucha
por Cristina Sottile
Desde hace quince años se realiza en la Argentina el Seminario Internacional “Políticas de Memoria” en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (El Conti), ubicado en el predio de lo que fuera la ESMA, en sus orígenes Escuela de Mecánica de la Armada, devenido centro clandestino de detención, tortura y muerte durante la última dictadura argentina. Puede verse en el predio uno de los aviones asignados a cumplir funciones en los vuelos de la muerte, recuperado en 2023; con la aeronave se recupera su historia y las de sus tripulantes, datos valiosos para ser aportados en la megacausa ESMA.
Memoria. Aquello que nos trae al presente lo sucedido, para que nunca más.
Este año, 2024, el encuentro se programó en el marco de los 40 años de la presentación del Nunca Más, el libro en que aparecen por primera vez testimonios transcriptos de los Juicios a las Juntas, testimonios aportados por madres y abuelas, documentos y más. No es exhaustivo, claro; no se habían encontrado aún pruebas en otros casos, no se habían encontrado las fosas comunes que todavía se siguen hallando en todo el país. No se contaba, como tampoco se cuenta hoy en día, con los datos del destino de los niños y niñas apropiados o asesinados, con los lugares exactos en que decidían ocultar a los muertos. O el destino de lo robado luego de los secuestros: objetos, muebles, propiedades. Bebés.
Y este año, desde el oficialismo estatal se intentó cancelar el encuentro. Mejor dicho, lo cancelaron. Cerraron el Conti. Pusieron en las entradas personas agresivas y violentas que, a la manera de patovica de boliche, más primitivos, eso sí, intentaron impedir la entrada a los cientos de personas que de todos modos habían decidido hacer el encuentro.
Intentaron. Y se encontraron con estudiantes, con integrantes de organizaciones sociales abocadas a sostener la Memoria, la Verdad y la Justicia. Se encontraron con ancianas, con abuelas y madres, con académicos, con artistas, escritores, equipos de universidades nacionales que centran sus trabajos en la Memoria, con jóvenes provenientes de muchos lugares del país y de la región, que no se intimidaron, entraron, armaron sus grupos y mesas y ante la quita de infraestructura por parte de un estado negacionista y autoritario, expusieron sin micrófono y exhibieron imágenes y presentaciones apelando desde la distribución de QR impresos hasta la circulación de fotos y el colgado de banner.
La solidaridad de las organizaciones de DDHH aportó espacios, aunque el reunirse al aire libre no estaba descartado. Este trabajo y la manera en que se solucionaron obstáculos impuestos y prohibiciones constituye un enorme dispositivo de preservación y transmisión de la Memoria social y un ejercicio democrático de primer nivel. Desde participantes y organizadores, nunca se dudó acerca de la realización. El tema era cómo, y la respuesta fue colectiva y solidaria. Que son pilares fundamentales para la construcción de democracia.
¿Será por esto tanta instalación del odio al otro?
¿Es esto lo que motiva las acciones destinadas al borrado de memoria?
La fragmentación social, la salida individual presentada como deseable y aún prestigiosa, lleva a la construcción de sociedades autoritarias que no toleran el disenso ni la riqueza que aporta la diversidad. Porque este tipo de sociedades existen para pocos, son muy pobres en pensamientos, reflexiones y proyectos; son muy básicas intelectualmente hablando: bastan dos o tres slogans que puedan repetirse fácilmente para transmitir su discurso, y para que las cabezas acríticas sobre las que erigen su reino puedan repetirlas sin mayores dificultades.
Espacios de Memoria y Archivo en Argentina y América Latina
Este es el nombre del eje en el que se inscribía la mesa en que desde el equipo de Archivo y Memoria, Secretaría de Extensión Universitaria, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, presentamos nuestro trabajo.
Esta presentación habla de los objetivos del programa, que van desde la catalogación, guarda y puesta en circulación del acervo fotográfico de Mónica Hasenberg, quien donó su fondo de recursos a la FFyL, UBA.
La gestión del mismo está pensada como configuración de un dispositivo de memoria de acceso social con fines diversos que tengan como objetivo indagar en nuestra Historia reciente, evitar la reescritura negacionista mediante el acceso directo a los recursos atesorados, y traer al presente hechos nefastos y dolorosos por tres motivos: para no olvidar, para reconocer conductas y circunstancias en caso de repetirse (en la Historia no hay muchas variedades a la hora del autoritarismo) y para prevenir, una vez reconocidos.
Creemos, quienes integramos el equipo de este Programa, que sin memoria no hay Patria ni Soberanía posibles, que sin memoria mal podemos decidir sobre nuestro futuro como parte de un colectivo, y que en realidad sin memoria solo nos queda tomar identidades prestadas o vendidas, porque no sabemos quienes somos. Y sabemos que esto es lo que se alienta, ya que las identidades molestan a los mercados.
Es por eso que atesoramos, para no olvidar; es por eso que catalogamos fotos y archivamos, para transmitir; es por eso que la participación de jóvenes estudiantes y profesionales de diversas disciplinas nos llena la vida de luz, porque vemos que la intención de borrado de memoria, que es el intento del borrado de una comunidad de pensamiento, un pueblo, tiene frente a sí guardianes de la memoria que desde lugares y espacios impensados recuperan, sostienen y transmiten la Historia que pretende invisibilizarse.
El encuentro transcurrió sin contratiempos y en un clima afectuoso y amable, pero todas y todos quienes participamos del mismo tuvimos claro que ese encuentro era una batalla más a dar, si se me permite la analogía, en la gran lucha que a lo largo de la Historia libran los pueblos contra las dominaciones y el olvido.
*Lic. en Cs. Antropológicas – FFyL – UBA