Existencia lesbiana en los medios de comunicación
El 7 de marzo, día de la visibilidad lésbica, nos invita a repensarnos. ¿Cómo es habitar un medio de comunicación siendo lesbiana? Conversamos con periodistas que hacen de su trabajo una militancia por la visibilidad y existencia lesbiana, destacan la necesidad de construir narrativas propias, contar en primera persona y habitar los espacios siendo visibles.
por Miranda Carrete
El 7 de marzo se instauró en 2010 como día de la visibilidad lésbica, tras el crimen de odio de Natalia Pepa Gaitán, cometido en Córdoba. A pesar de las pruebas para el Poder Judicial no hubo indicios de violencia de género. Hoy, la Pepa es un símbolo de lucha. Este año el principal reclamo es la absolución de Eva Analía De Jesús, conocida como Higui, 1 procesada por defenderse de un grupo de hombres que intentó violarla, en el conurbano bonaerense.
Salir a la calle cada 7 de marzo para nombrar las luchas, reivindicaciones, búsquedas, deseos, también para recuperar nuestros propios relatos. Un desafío ante tanto contenido creado, pensado y producido por el mundo cis heterosexual. Visibilizarse como lesbianas es un acto político y los medios de comunicación juegan un rol muy importante. Al mirar la tele, escuchar la radio, ver las firmas en las notas de medios gráficos, hay una realidad evidente: faltamos en los medios. La exclusión de mujeres, lesbianas, travestis y trans, es un hecho que hace años venimos señalando. Sólo el 30% de lxs trabajadores de medios son mujeres y no existe otra estadística, más que el censo anual de AReCIA, sobre personas trans, travestis, lesbianas y no binarias, vinculadas a los medios.
“Mi militancia es escribir”
Adriana Carrasco es periodista, militante feminista y lesbiana. Hoy trabaja como colaboradora en el suplemento Soy, de Página 12, al que fue convocada por Liliana Viola. En este momento se ocupa de la cobertura del juicio de Higui. En sus notas está plasmada la voz y el cuerpo de toda su experiencia militante. Es la responsable, junto con Ilse Fuskova, de los Cuadernos de Existencia Lesbiana, un fanzine que salió a las calles el 8 de marzo de 1987, la primera publicación sobre lesbianas en el país. En ese entonces no había difusión sobre el tema “casi no había palabra para nombrarnos”, dice Adriana Carraco y cuenta que ese día por primera vez un grupo de tortas salió visiblemente a la calle en Buenos Aires con cintas violetas en la frente que decían APASIONADAMENTE LESBIANA. El primer cuaderno fue producto de un taller en las jornadas de ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer) de 1986. Inspiradas en Adrienne Rich, Simone de Beauvoir y sus propias experiencias, publicaron testimonios, poemas, cartas, ensayos, entrevistas con el objetivo de dejar huellas de las formas de vida lésbica.
Adriana siempre fue abiertamente lesbiana, incluso en momentos en los que muchxs no lo hacían por miedo a perder el trabajo o ser rechazadxs por su familia. Desde que empezó a trabajar como periodista ya era militante lesbiana “nunca no lo fui”, dice y recuerda que hace poco recuperó un recorte del diario que da cuenta de su participación en la primera marcha del orgullo de Buenos Aires en 1992 “estaba cubriendo, pero también era una lesbiana que estaba marchando. Tenía la cara destapada pero muchas llevaban careta, Claudina por ejemplo, que junto con Ilse levantaban la bandera de Cuadernos de Existencia Lesbiana”, describe.
Se formó en Editorial Sarmiento/Diario Crónica y trabajó diez años en la revista Flash, dirigida en ese momento por Roberto Jacobson. En ambos medios pudo escribir sobre feminismo, le dio espacio a historias hasta entonces silenciadas. Adriana destaca que en el 2003, Crónica editó el primer suplemento del Orgullo Gay, dónde la convocaron a escribir y en el que realizó entrevistas a Diana Sacayán, Marlene Wayar, Néstor Latrónico, Roberto González, Norberto D’Amico, entre otrxs. “Éramos bravas, fue difícil aguantar ese lugar con tipos cancheros, sobradores, machistas, teníamos que plantarnos”, dice con firmeza y señala que en la redacción de Crónica del 5to piso no había baño para mujeres, había solo para el director y para varones; iban al 6to, donde estaba el taller gráfico en el que trabajaban las correctoras y quiénes hacían tipeo, tareas que en ese momento recaían sobre mujeres”. Más tarde editó Cuadernos de militancia Lesbiana. “Cada movimiento de liberación es diferente”, afirma cuando le pregunto por la militancia feminista en la actualidad. Ella empezó en los 80, pero como una continuación de los 70 “vengo de la izquierda peronista, veo las cosas de otra manera, no todo es lo mismo. Cada opresión genera su propio movimiento de liberación”, expresa y cuenta que pudo salir adelante en muchas ocasiones porque era lesbiana, una lesbiana que luchó mucho.
El año pasado fue reconocida por su trayectoria en los premios Lola Mora, se subió al escenario muy emocionada y recuperó el trabajo de muchas periodistas que hicieron historia en nuestro país. Recordó la anarquista Virginia Bolten, que pagaba su publicación con el sueldo de obrera, Adelia Di Carlo, perseguida por la policía por publicar una investigación sobre el asesinato de Julieta Lanteri.´También a quien fue su compañera, la cronista de policiales Martha Ferro, “ese periodismo que muchos pequeño burgueses tildan de amarillista ha sido el que se ocupó históricamente de los sectores populares”, señaló esa noche en el Centro Cultural San Martín.
“Soy una asalariada, recontra precarizada que ahora más o menos, me la arreglo porque estoy pensionada. Pero sé lo que es quedarse sin trabajo”, cuenta Adriana. Para ella, como para muchas otras trabajadoras de prensa, el periodismo es un territorio de lucha, donde mujeres, lesbianas, identidades travestis, maricas se deben esforzar el doble para conseguir un lugar. A esto se suma la exigencia de ciertas características hegemónicas para ocupar algunos espacios “en la tele no ves negras, ni gordas, ni chongas, no hay”. La precarización, se ve reflejada en los salarios bajos y en la necesidad de tener muchos empleos para poder llegar a fin de mes y la falta de cobertura de salud para quiénes son mayores “necesitamos políticas para las vejeces lésbicas, aquellas que necesitan una obra social y no son aceptadas. En muchos lugares las mayores de 50 no existimos. Incluso muchas veces en las asambleas nos ignoran o nos corrigen”, explica.
Para Adriana, que tiene una tradición familiar anticolonialista y sus raíces son afroargentinas, vivimos en un país racista y por eso aún se ven estas desigualdades que se reflejan en muchos ámbitos no solo en los medios de comunicación “el feminismo no es blanco, es de todos los colores”, sintetiza y arenga a salir a luchar por la absolución de Higui “cuando aparece el tema me enciende, vamos a la lucha, sale toda la adrenalina de vuelta, eso es impagable”.
Una forma de ver el mundo
“Si hablamos de visibilización, una lesbiana masculina, que no responda a ciertos cánones de lo femenino, no va a estar ante cámara. Todavía los estereotipos de belleza siguen estando y recaen sobre las lesbianas, mujeres gordas, migrantes o negras”, comienza Ileana Manucci, periodista santafesina. Actualmente trabaja como redactora en Periódico Pausa, codirectora en La diez, un portal de fútbol femenino que crearon en 2018 y editora en Periódicas, medio digital con perspectiva de género. Todo lo que hace está atravesado por la perspectiva de género “soy feminista y lesbiana y entiendo que desde eso que soy también comunico, y leo lo que sucede en el mundo desde esa visión”.
Los medios en los que se desempeña son cooperativos e intentan construir desde otras lógicas. El debate constante y la formación de quiénes participan en esos espacios, es clave para desarmar el machismo con el que convivimos en los ámbitos de trabajo. Iliana tiene diálogo constante con sus compañeras para definir los temas, los formatos de cobertura de ciertas actividades y también, sobre cómo nombrarse “con muchas compañeras venimos charlando esta idea que viene de hace muchos años de que las lesbianas no somos mujeres, una posición política que ahora la estoy entendiendo e internalizando. Es parte de lo que soy y de donde construyo una visión del mundo”, cuenta.
El año pasado se aprobó la Ley de Equidad de género en los medios de comunicación, una iniciativa que promueve la “equidad en la representación de los géneros desde una perspectiva de la diversidad sexual” y contempla un cupo travesti, trans del 1%. También la aplicación de la Ley Micaela en los medios de comunicación y la implementación de protocolos para situaciones de violencia. Estos avances se suman al trabajo histórico que hace en nuestro país la Red Par, la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, Comunicación para la Igualdad, la Defensoría del Público, y desde 2018 Periodistas Argentinas y la Red de Periodistas feministas. Sin embargo, todavía falta. La cobertura de ciertos casos de violencia, aún siguen generando polémica, se revictimiza, se pone en duda la voz de quiénes son violentadas y se polarizan los debates sin poder profundizar. El caso de la violación en grupo en Palermo, expuso que esos discursos aún están presentes en los medios de comunicación. Iliana lamenta que haya que repetir una y otra vez las mismas cosas “todavía hay mucho machismo y misoginia, hay conductores diciendo barbaridades y nosotras nos indignamos en twitter, hay un desbalance de poder inmenso. Quizás no tenemos que ir por esos medios, a mi no me interesa estar en TN, pero esos personajes dicen muchas cosas y es donde se genera sentido y discurso”, reflexiona.
Nombrarse para jaquear al sistema heternormativo
Nombrarse lesbiana desde siempre, llegar a serlo, encontrarse con otras y reconocerse. Habitar las contradicciones que genera salir del binarismo, en un ámbito como los medios de comunicación que sigue siendo binario “ni varón ni mujer”, como dice Susy Shock en su manifiesto Hay un “ser lesbiana” que tiene que ver con un acto político, con una forma de vincularse, andar el mundo, nombrarse por las que no pudieron, reconocer y recuperar nuestra historia, a las que fueron y son pioneras, en ese nombrar cuando nadie lo hacía, es parte de la creación y construcción de nuestras propias narrativas.
“Es algo personal, muy chiquito, pero creo nombrarse todo el tiempo, sobre todo en ámbitos donde el periodismo crea sentido, es una forma de poner en crisis ese sistema”, dice Gala Abramovich, que se presenta como fotoperiodista lesbiana. Trabaja de forma freelance, para distintos medios de comunicación, y tiene proyectos periodísticos propios. “Intento tener una mirada interseccional en todas mis coberturas, entendiendo que soy una lesbiana blanca, de clase media, de capital federal”, dice. Sus fotos están atravesadas por esa mirada, aunque a veces los pedidos no tengan que ver con las disidencias sexogenéricas. Sin embargo sus proyectos personales son específicamente sobre la comunidad LGTBI+ “un trabajo sobre Diana Sacayán, también proyectos con otras compañeras lesbianas sobre distintas aristas del lesbianismo para visibilizar nuestras trayectorias y vivencias colectivas”.
Gala sostiene que los avances en términos de perspectiva de género en los medios, son siempre desde la visión de las mujeres, “lo demás se trata como una inclusión, el eje sigue siendo la mujer, todo lo demás es lo anormal. Hay una visión de normalizar todo”. Como ejemplo, trae la cobertura del aborto, que siempre se cubrió desde la voz de las históricas o de las pibas de clase media blanca, todo lo demás eran notas de color aparte. Agrega que varias veces se sintió discriminada por ser una lesbiana visible “me paso bastante, eso de tener que mantener el closet en algunos trabajos con instituciones, ONGs, organizaciones, desde como me visto, como hablo, cosas que tienen que ver con mi identidad y como es para mi ser lesbiana. Me han dicho que no era lo suficiente femenina, que debía vestir de determinada manera porque no era lo suficientemente mujer para el mundo, para la mirada de los otres”.
Cada 7 de marzo nos encontramos para canalizar de forma colectiva el dolor, la bronca, el enojo, la impotencia. Ocupar las calles, el espacio público, los medios de comunicación, las redacciones, la radio, la televisión, es una forma de poner en agenda nuestras luchas transfeministas y darle lugar al relato de las violencias, denunciar el odio y la criminalización de nuestros besos. También celebrar nuestras existencias y nombrarnos para visibilizar toda una cultura y modo de vida lésbico que es una posición política.
- Ver nota: «Sólo quiero que termine todo esto»
Foto: colectivo manifiesto