Extractivismo Urbano: Colonialismo del siglo XXI

por Federico Coguzza

En la nota “Costa Salguero: un síntoma de la neoliberalización urbana”, Adrián Negro, Licenciado y Profesor en Ciencias de la Comunicación Social (UBA) y miembro del Grupo de Estudios Críticos sobre Ciudades, Ideología y Comunicación, también de la Facultad de Sociales de la Universidad de Buenos Aires, plantea que la Ciudad tiene por delante una serie de desafíos ante “la tendencia dominante y la reproducción de la ciudad neoliberal”: por un lado, la expansiva mercantilización del espacio urbano; por el otro, el carácter “necesariamente antipolítico de tal proceso” que no sólo viola normas institucionales, sino que además “anula la legitimidad de la potencia colectiva y la organización popular barriendo, debajo de la alfombra el conflicto social”; y tercero, la primacía de lo técnico por sobre lo político como garantía de eficacia y transparencia y, por último, la operación discursiva que interpela a la comunidad como “vecinos”, pero bajo la lógica de los “usuarios”.

Negro habla de neoliberalización y no de neoliberalismo, porque entiende que se trata de un proceso y que como tal, es tendencial, inacabado y contradictorio. Ese proceso no remite solamente a políticas económicas o a la mercantilización de la Ciudad, sino también a las formas de habitarla, de vivirla, de pensarla y de sentirla, y como si fuera poco, sobre lo que sus habitantes son y deben ser.
La gestión que comenzó con Mauricio Macri en 2007, y que continúa hoy con Horacio Rodríguez Larreta, se inscribe en ese proceso profundizándolo y asignándole características que, lejos de ser novedosas, se resignifican.

Ciudades como mercancías
Es el título del taller que desde el Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria (CIDAC), comenzaron a dictar las antropólogas Cristina Sottile y Alejandra Pérez. El CIDAC depende de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil de la Universidad de Buenos Aires, y tiene entre sus objetivos acercar a la comunidad herramientas vinculadas al conocimiento y saberes provenientes de la investigación, formación y producción académica, para ser aprehendidos y utilizados por la sociedad a nivel individual o comunitario, en relación a problemáticas cotidianas.

El taller, que comenzó el 15 de septiembre y que se dicta los jueves entre las 18 y las 20 hs, aborda la cuestión del colonialismo del Siglo XXI, apuntando a reconocer las herramientas puestas en juego para instalar prácticas económicas que priorizan leyes de mercado: uso del discurso, construcción de un Otro peligroso y/o indeseable, borrado de la memoria social e histórica, y generación de un sentido común que responde a una construcción ilusoria de la realidad. No deja de lado el reconocimiento de los objetivos colonialistas, que siguen siendo los mismos que los de los antiguos colonialismos, variando solamente las formas y las instituciones que los ponen en práctica: las prácticas extractivistas coloniales en medios urbanos y rurales, y su incidencia en nuestras vidas.

En diálogo con Periódico VAS, Sottile sostiene: “Le pusimos ese título urticante (Ciudades como mercancías. Políticas coloniales del Siglo XXI) a propósito, porque lo abordamos desde cómo se pone en venta el territorio en el que estamos viviendo, calculando el precio que pueda tener una parcela el día que uno, decida mudarse porque la ciudad se haga en invivible, o lo haga por expulsión económica. Estos reemplazos de población se llaman gentrificación y son procedimientos estatales violentos. A través de la economía, de la burocracia, de dejar de atender un barrio, de abandonarlo”. En este sentido, añade: “Que las ciudades sean hoy consideradas una mercancía rentable desde el punto de vista del mercado, nos remite a lo que fue la expansión imperialista de Occidente, que consistía en generar una corriente de recursos que iban de las periferias hacia las civilización europeas. Cuando ya no hubo más que saquear, ni tierra ni riquezas, aparece la noción de bienes culturales como bienes de mercado. Bueno, las ciudades no escaparon a esa lógica”.

Patrimonio: Un área de conflicto y disputa
Sottile evita una mirada reduccionista del patrimonio. No separa patrimonio tangible de intangible. Desde su óptica, lo intangible tiene siempre un soporte material: las historias tienen lugares donde se suceden. Para Sottile, el patrimonio es mucho más que piedra, arena y cal, más bien es un área de conflicto, de disputa. Esa que, como dice Negro, el proceso de neoliberalización de la Ciudad “esconde bajo la alfombra”.

Al respeto, la antropóloga entiende que: “La gentrificación es un proceso violento, de expulsión de población, que priva a los barrios de la verdadera vida, generando cáscaras vacías, escenografías funcionales a la industria del turismo. Esto es lo que están haciendo con San Telmo, lo que están haciendo con el Casco Histórico, esto es lo que quieren hacer en La Boca”.

Y agrega: “La ciudad como mercancía es esto, todo espacio público tiene que tener una finalidad predecible, porque todo esto, además, obedece a un disciplinamiento de las costumbres ciudadanas. Se remueven las referencias culturales. Se borran las marcas urbanas de resistencia, de lucha, de memoria. Se transforman los espacios públicos en espacios controlados. Las marcas políticas que un patrimonio en uso ofrece en el marco de la cotidianeidad y la habitabilidad desaparecen, como desaparecen día a día las diferencias entre los barrios, sus microclimas, los rasgos que le eran propios y que hoy no son más que torres con ventanas espejadas que reflejan el cielo, a veces celeste, a veces gris”.

¿Acaso algo perdura en el tiempo si no es desde un presente? Quizás allí radique el valor del patrimonio como construcción y reconstrucción, como proceso. Al respecto, Sottile, afirma: “Al mercado se lo puede acusar de cualquier cosa, excepto de falta de planificación. “Tenemos un plan”, quiero saber cuál es. “La transformación no para”, parece una amenaza del tipo “hagas lo que hagas, esto no va a parar”.

¿Participación o consumo? ¿Vecinxs o usuarixs?
“También hay algo con la participación y la transparencia. Cosas que declaman, pero no practican. Nosotrxs en la Ciudad de Buenos Aires tenemos una democracia del tipo participativa, la cual considera como base de la toma de decisiones a los concejos consultivos y las juntas comunales de cada Comuna. Eso está establecido por la Constitución de la Ciudad y también por la ley de comunas, implementada en 2012, luego de que la justicia los obligara, sino no la hubieran puesto en marcha nunca”, subraya tajante Sottile en relación con el profundo carácter inconsulto de cada una de las acciones llevadas a cabo por la gestión de Larreta en lo que respecta a los espacios públicos y los desarrollos inmobiliarios.

Esto no hace más que evidenciar la operación discursiva que interpela a la comunidad como “vecino”, aunque la lógica que prime sea la del “usuario”. Al respecto, Sottile afirma: “Hay una serie de políticas destinadas a esta apropiación por parte de la Industria de la construcción y el mercado inmobiliario, que funcionan como una dupla de entidades con intereses económicos que ni siquiera lo que construyen no está destinado a quienes habitamos la Ciudad, sino que a quienes pueden pagarlo o, en su defecto, nos veremos obligados a vivir en 20 metros cuadrados”.

Sin embargo, para Sottile hay posibilidades de torcer este escenario. La antropóloga considera que existen dos vías que “deben recorrerse en simultáneo: por un lado, la formación, que nada tiene que ver con anotarse en dos carreras universitarias al mismo tiempo, sino lisa y llanamente con indagar, interiorizarse, ocuparse por entender; y por el otro, la participación, porque es más que claro que en todo esto hay una responsabilidad personal y otra comunitaria”.

En la ciudad más rica del país, uno de cada seis habitantes se encuentra en emergencia habitacional y uno de cada siete habita en villas o asentamientos sin acceso formal a los servicios de agua potable y cloacas. La cantidad de personas en situación de calle aumenta día a día y las políticas habitacionales no se debaten. Esto lleva el nombre de extractivismo urbano, una política colonial del Siglo XXI en el que las ciudades ya no son más espacios de memoria social e histórica, sino una simple y a la vez compleja mercancía.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *