¿Hasta Cuándo?
por Laura Mangialavori
El ex presidente Alberto Fernández fue denunciado por violencia de género por su ex pareja y madre de su hijo, Fabiola Yáñez. Desde que se conoció la noticia, la agenda mediática, política y judicial se centró en el hecho, impostando indignación, revictimizando, derrochando moralina, utilizándolo para callar las políticas de hambre y desguace de este Gobierno y tildando de ineficientes, nuevamente, a “las feministas”.
La violencia de género es transversal
La violencia de género es un fenómeno social, cultural, transversal, estructural y multicausal. Forma parte de las prácticas machistas de una sociedad patriarcal, de la cual nadie está exento. Tampoco un ex presidente del campo nacional y popular que durante su gestión alardeó con las banderas de los feminismos. “Esto es un quiebre y un retroceso a nivel institucional muy grande. Lo que habíamos construido como sociedad y desde nuestros movimientos transformadores fue mucho más grande de lo que se logró expresar a nivel gobierno”, afirma Cecilia Checha Merchán, militante histórica del feminismo popular y ex funcionaria del ex Ministerio de Mujeres Géneros y Diversidad de Nación.
Las violencias por razones de género no tienen clase social, signo ni color político. Además, “las feministas”, como quieren encasillar a un movimiento político plural, diverso, cambiante, histórico, en constante debate, con diferencias y tensiones, no es una masa homogénea que espera las directivas de ningún líder. Algo que a la política tradicional le vendría muy bien aprender.
De hecho, si algo hizo posible que una ex primera dama denuncie a un ex presidente y que eso genere la escucha, indignación y el repudio de gran parte de la sociedad, fue la lucha de muchos años de este movimiento bastardeado y ninguneado. Recordemos que hasta el 2009, año en el que se aprueba la Ley 26485 para “Prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres, en los ámbitos donde desarrollan sus relaciones interpersonales”, no se hablaba de violencia de género y, si ocurría, era considerado un hecho aislado de la esfera privada. ¿Desde cuándo dirigentes de todo el arco político le creen a una mujer que denuncia que fue maltratada y se apuran en decir que “primero hay que creerle a la víctima”? Este gesto (en algunos casos de demagogia) es un claro ejemplo de cómo todos quieren despegarse del agresor (señalar al monstruo ajeno), al tiempo que eluden revisar prácticas propias y formas de construcción del poder.
La paradoja de la hipocresía
Mientras el gobierno de Javier Milei, por un lado, se rasga las vestiduras frente a esta denuncia despreciable, por el otro, niega que exista la violencia de género y cierra el Ministerio que trabajaba, desde el Estado, en planificar y desarrollar políticas públicas para atender esta demanda social.
“La situación actual es que después del 30 de junio el ex Ministerio quedó prácticamente desmantelado”, expresa Fernanda Fuentealba, trabajadora de la Línea 144 desde 2015 y actual secretaria general de la Junta Interna de ATE del ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. “Sólo para dar algunos ejemplos, el programa Acompañar, cuyo objetivo principal era fortalecer la independencia económica de mujeres y LGBTI+ en situación de violencia de género, está parado. Lo último que se pagó fue en marzo, pero se acreditó o impactó en las cuentas de las personas en situaciones de violencia en junio. Lo que era la Ley Micaela la dejaron desierta. El área de Prevención, Escuelas Populares y los Talleres de Nuevas Masculinidades, todo vaciado. Quienes trabajaban en la implementación de la Ley Brisa, que tiene que ver con el derecho a la reparación económica de las personas menores de 21 años cuya madre, padre o progenitor afín murió a causa de violencia de género o de violencia dentro de la familia, no había quedado nadie, recién ahora se pudo lograr reincorporar a dos compañeras. En el programa Producir, dirigido a crear o fortalecer proyectos productivos de todo el país, que atraviesen o hayan estado en situaciones de violencia de género, también quedó una sola persona. En los PAD (Programa Acercar Derechos) se despidió a más de 100 trabajadoras. Algunas provincias quedaron sin atención directamente y en otras quedó una sola profesional”.
Si bien el vocero de la presidencia, Manuel Adorni, desmintió que la Línea 144 haya sido desfinanciada, Fuentealba, asegura otra cosa. “Quedó casi el 50% de las operadoras de la Línea. No damos abasto, no podemos responder como es necesario para la demanda que llevamos adelante”. Este recurso telefónico nacional, fue creado en el 2013 para cumplir los objetivos de la ley 26585. Es una Línea gratuita, que atendía las 24 horas, los 365 días del año, brindando atención, contención, información y asesoramiento. No es para denunciar, como mal informó el portavoz presidencial.
“Hasta mayo, que es cuando tenemos los últimos registros, atendíamos entre 320/350 llamadas diarias. Ahora no sé exactamente porque despidieron a casi todas las compañeras del área de base de datos”, alertó la delegada de ATE. “El clima cotidiano es triste y desolador. No está tu compañero, tu compañera, con la que trabajabas a la par. Fue una situación horrible vivir el momento en el que llegaban todos los mails a mansalva esa tarde, mientras la Línea estaba funcionando y al día siguiente y al día después. La angustia de cómo llevar adelante la tarea de quienes quedamos y de quienes no.”
Que el árbol no nos tape el bosque
Mientras el circo mediático gana el prime time, un estudio realizado por la organización internacional Unicef reveló que la situación económica y social en la Argentina es tan grave que 1 millón de niños y niñas tuvieron que saltearse una comida diaria por falta de dinero. Además, según estimaciones del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) en base a los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) publicados por el INDEC, la pobreza llegó al 54,9% y la indigencia al 20,3% de la población en el primer trimestre del año.
Los Espacios de Memoria están en alerta y ya son más de 25 sus trabajadoras y trabajadores despedidos en todo el país. En Mar del Plata, el gobierno de Guillermo Montenegro aprobó la instalación de un bar en el predio del ex centro clandestino de detención del Faro, mediante una cesión a una sociedad de fomento.
En las últimas semanas se conoció la foto de seis legisladores de la Libertad Avanza junto a genocidas condenados por delitos de lesa humanidad, tras su visita a la cárcel de Ezeiza.
El microclima negacionista fue aprovechado por el presidente Javier Milei para disolver, mediante un decreto publicado en el boletín oficial, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), organismo que busca a los niños y las niñas apropiados durante la última dictadura cívico militar.
Y, es en este contexto cuando surge la denuncia a Alberto Fernández. En medio del cierre definitivo del INADI, en pleno aumento del transporte público, aumento de las tarifas de luz, gas y agua, y frente a una crisis total de las universidades públicas del país por falta de presupuesto y desfinanciamiento, que se traduce en paros y medidas de fuerza por parte de los gremios docentes y no docentes, con propuesta a una nueva Marcha Nacional Universitaria para la semana del 9 al 13 de septiembre.
“Es hora de cuidar más lo que somos”
¿De qué manera recomponer los lazos sociales, la confianza comunitaria y la (re) construcción de un entramado social quebrado? ¿Dónde focalizar el ejercicio de la lucha y la praxis en un escenario de debilidad y desconfianza?
“Hoy no hay posibilidad de que un proyecto político de representación electoral unifique lo que somos como movimiento. Estoy muy desconfiada de las estructuras políticas. Creo que es hora de cuidar más lo que somos”, asegura Cecilia Merchán.
“Me parece vital estar abiertas a todo lo que está pasando, a las nuevas discusiones y a las nuevas aperturas. Estando todo tan roto, la reconstrucción tiene que ser por abajo, en una red enorme”, afirma la militante feminista y agrega, “creo que la salida de todo esto es volver a retomar nuestras propias redes de trabajo. Lo que tenemos que lograr en este tiempo es mantener vivas todas las semillas que están en las jóvenes, las niñas y las viejas, en todo nuestro territorio”.
¿Hasta cuándo el Gobierno va a sostener su legitimidad popular gracias a las ruinas del peronismo? ¿Hasta cuándo la oferta electoral será elegir al “menos peor”? ¿Hasta cuándo los movimientos de base les entregarán su capital simbólico más preciado a las jerarquías enquistadas? La situación actual es crítica, triste, vergonzosa y desesperante. Quizás sea momento de volver a discutir, reescribir y tramar colectivamente las pistas de un nuevo rumbo.