Instrucciones para ser Mago
por Gabriel Luna
Me preguntan: ¿Hay actualmente libros que pueden conmover, cambiar para siempre y mejorar la vida de las personas? Respondo que sí.
Depende, por supuesto, de ciertas condiciones y conjunciones delicadas, por ejemplo: cuando el arte y la sabiduría de un autor coinciden con la percepción y la búsqueda íntima de un lector. Son fenómenos que ocurren sin mayor difusión, y que hasta suelen pasar inadvertidos para los propios autores y lectores. También debe considerarse que los cambios rotundos de vida por el influjo de la palabra escrita dependen de las épocas. Hay épocas de expansión, de ansias de libertad y humanismo, que son propensas a los cambios sociales e individuales; y épocas, como la actual, de contracción, de intensa manipulación mediática y económica, que no son propensas. Sin embargo, aún hoy, creo que es posible el cambio sustancial, la libertad y el crecimiento de las personas, a través de la palabra escrita; sea en un libro, en un periódico o revista, en una red social, en una página web o en un blog. Mi experiencia es la siguiente.
Hace más de veinte años encontré una gruesa novela de John Fowles titulada El Mago. La primera edición inglesa data de 1965. Fue la novela más importante de Fowles y la de menor éxito. Escribió en cuatro meses El Coleccionista (1963) que se convirtió en best seller y fue llevada al cine; después La Mujer de Teniente Francés (1969), también llevada al cine. Y tardó doce años en escribir El Mago. Lo publicó -después del éxito de El Coleccionista- en 1965. Pero no conforme, siguió corrigiendo y aumentando el texto durante otros doce años, de modo que la edición definitiva es de 1977. En suma. El Mago fue escrito en veinticuatro años. Y fue escrito durante una época propensa, una época de prodigios y revoluciones, de expansión y renacimiento, de luchas por la libertad, por la paz y el humanismo tras el espanto de la Segunda Guerra Mundial. El capitalismo generaba entonces la sociedad de consumo, el ensueño del confort, y también Vietnam y la amenaza de una guerra atómica. Los hippies, los estudiantes, los artistas y los pensadores se oponían. Crecían las ideas, las artes, las ciencias. El hombre llegaba al espacio; pisaba la luna. Todo era posible, se vivía una especie de renacimiento, había que cambiar el mundo, era necesario cambiar el mundo. Y así, tomando el rasgo esencial de su época, El Mago se propone conmover y cambiar para siempre la vida de sus lectores. Liberarlos de las construcciones totalitarias, de la Guerra Fría y de las manipulaciones del sistema, ¡nada menos!
Se trata de una novela ambiciosa, iniciática, donde un mago enseña su arte al protagonista y al lector a través de la representación, de la ordalía y el tormento. No es de fácil lectura, pero deslumbra, libera, y entrega una fuerte dosis de humanismo.
Y como para muestra basta un botón, extraigo de la edición definitiva de El Mago una fábula inserta en la novela que me pareció un hallazgo, y que me parece hoy de absoluta vigencia.
EL PRÍNCIPE Y EL MAGO
Había una vez un joven príncipe que creía en todas las cosas menos en tres. No creía en las princesas, no creía en las islas y no creía en Dios. Su padre, el rey, le dijo que nada de eso existía. Y como no había en los dominios de su padre princesas ni islas, ni tampoco señal alguna de Dios, el joven príncipe creyó lo que su padre le decía.
Pero un día el príncipe se escapó del palacio. Y llegó al país vecino. Allí se quedó asombrado al ver islas por todas partes. Y, en esas islas, extrañas criaturas a las que no se atrevió a dar nombre. Cuando buscaba un barco, un hombre vestido de etiqueta se le acercó y el príncipe le preguntó:
-Eso que hay allí, ¿son islas de verdad?
-Claro que son islas de verdad -dijo el hombre del traje de etiqueta.
-¿Y qué son esas extrañas y turbadoras criaturas?
-Son todas ellas princesas auténticas.
-Entonces ¡también Dios existe! -exclamó el príncipe.
-Yo soy Dios -replicó el hombre vestido de etiqueta, haciéndole una reverencia.
El joven príncipe volvió a su país lo antes que pudo.
-De modo que has regresado… -le dijo su padre, el rey.
-He visto islas. He visto princesas. Y he visto a Dios -le dijo el príncipe en son de reproche.
El rey permaneció en calma.
-No existen islas de verdad, ni princesas de verdad, ni ningún Dios de verdad.
-¡Yo lo he visto!
-Dime cómo iba vestido Dios.
-Dios iba vestido con traje de etiqueta.
-¿Te fijaste si llevaba arremangado el saco?
El príncipe recordó que, efectivamente, así era. El rey sonrió.
-Ese es el vestido de los magos. Te han engañado.
Entonces el príncipe volvió al país vecino, fue a la misma playa y encontró una vez más al hombre que iba vestido de etiqueta.
-Mi padre, el rey, me ha dicho -dijo el joven príncipe indignado- quién es usted en realidad. La otra vez me engañó, pero no volverá a hacerlo. Ahora sé que esas no son islas de verdad ni princesas de verdad, porque usted es un mago.
El hombre de la playa sonrió.
-Eres tú, muchacho, quien está engañado. En el reino de tu padre hay muchas islas y muchas princesas. Pero como estás sometido al hechizo de tu padre, no puedes verlas.
El príncipe regresó pensativo a su país. Cuando vio a su padre, le miró a los ojos.
-Padre, ¿es cierto que no eres un rey de verdad, sino un simple mago?
El rey sonrió y se arremangó el saco.
-Sí, hijo mío, no soy más que un simple mago.
-Entonces, el hombre de la playa era Dios?
-El hombre de la playa es otro mago.
-Tengo que saber la verdad auténtica, la que está más allá de toda magia.
-No hay ninguna verdad más allá de la magia -dijo el rey.
El príncipe quedó muy triste.
-Me mataré -dijo.
El rey hizo que, por arte de magia, apareciese la Muerte. La Muerte se plantó en el umbral y llamó al príncipe. El príncipe se estremeció. Recordó entonces las bellas pero irreales islas, y las bellas pero irreales princesas.
-Muy bien -dijo-. Puedo soportarlo.
Lo ves, hijo -dijo el rey-. También tú empiezas a ser mago.
John Fowles
Conclusión Sin Moraleja
Quien observe y cuestione su entorno encontrará una red de ilusiones ajenas. Quien atraviese esa red será libre. Podrá mirar de frente el vacío del mundo. Entonces creará sus propias ilusiones y finalmente reirá. Se convertirá en mago.
En esta época de tan intensa manipulación mediática, económica, biológica e ideológica (la red de ilusiones ajenas) que enajena a las personas, la libertad individual y luego la libertad de un colectivo me parecen bienes preciados. No pueden crearse los sentidos individuales o colectivos (las ilusiones propias) sin libertad. El Mago pertenece a una clase de novelas emancipadoras, tal como Memorias del Subsuelo de Dostoievski o El Castillo de Kafka, tal como 1984 de Orwell o El Mundo Feliz de Huxley, como El Lobo Estepario de Hesse, como El Reino de este Mundo o Los Pasos Perdidos, de Carpentier, como La Vida está en otra Parte o La Insoportable Levedad del Ser, de Kundera, El Cuento de la Criada, de Atwood, Las Partículas Elementales, de Houellebecq, El Año del Desierto, de Mairal, Los Mandible, de Shriver, El Síndrome de Ulises, de Gamboa. Todas estas novelas y muchas más ayudan a atravesar la red de ilusiones y manipulaciones ajenas. Y se pueden agregar los ensayos y la poesía, de autores tales como: Byung-Chul Han, Paul Watzlawick, Enrique Molina, Foucault, Hobsbawn, Pizarnik, Sartre, Murakami, Neruda, Zygmunt Bauman, Lorca, Barthes, Freud, Michel Onfray…
¿Hay libros que pueden conmover, cambiar para siempre y mejorar la vida profunda de las personas? La respuesta es sí.
Pero volviendo a nuestra novela ejemplar y a la actualidad. Hoy los magos políticos y corporativos están haciendo de las suyas en los medios de comunicación. Han montado una ilusión: un enorme y multipresente espectáculo para ocultar la pobreza, los negociados, y la criminal extracción de la riqueza del país. ¿El truco? Se trata de una operación continua, intensa y sostenida en el tiempo por múltiples actores y recursos. Ejemplo. Mientras crece la pobreza, aumentan las ganancias de las corporaciones y se trasladan las reservas de oro del país a Londres, se difunde intensa y continuamente por los medios la Guerra de los Roses, una película que ocurre en tiempo real de la separación conflictiva y violenta entre el ex presidente Alberto Fernández y la ex primera dama Fabiola Yáñez. El asunto urdido por los magos políticos tiene todos los ingredientes para distraer y desviar los odios y malestares del público hacia los protagonistas de la peli. La acción continúa durante semanas y se implanta como realidad. ¿Qué hacer? Desmontar esa ilusión, como el joven príncipe. Y crear nuestra propia magia.