Joyce Carol Oates abrirá el Filba
por Julieta Grosso
Habitante infaltable de la lista de candidatos al Premio Nobel de Literatura durante años, la escritora estadounidense Joyce Carol Oates será la encargada de inaugurar el Filba que arranca este viernes, un «lujo» que vienen gestionando desde diez años los organizadores del ciclo y se concretará ahora gracias a la modalidad virtual, que permitirá acceder a una serie de reflexiones donde la autora de «Infiel» y «La hija del sepulturero» habla de la imaginación y el poder transformador de la literatura.
Oates tiene una producción de más de 150 libros que han desbordado los géneros para plantear una intersección entre realismo, gótico y thriller destinada a horadar perturbadoramente la doble moral y cuestionar las desigualdades sociales. No es fácil acceder a ella y mucho menos arrancarle la promesa de participar en una actividad pública. Más difícil todavía si el evento tendrá lugar en el extremo opuesto de su casa en las afueras de Princeton (Nueva Jersey), al final de una calle sin salida en un barrio con mucho verde, maleza y animales silvestres.
Pero la persistencia tiene su recompensa y la virtualidad impuesta por la pandemia terminó de despejar los contratiempos: finalmente la escritora venció sus reparos y será la encargada de abrir la versión más potente del Filba desde su creación.
«El primer email que le mandamos a Joyce fue en enero de 2010… Hace diez años que veníamos con esta conversación, casi siempre a través de sus asistentes por lo general, y hubo una asistencia sostenida pero sin resultados. En una oportunidad incluso estuvo a punto de venir pero justo se enfermó su marido, que después falleció», cuenta a Télam la directora del festival, Amalia Sanz.
«Estamos muy lejos para que este tipo de autores haga un viaje tan largo por pocos días pero este año la virtualidad abrió sus puertas», explica la responsable general del Filba. Y acota: «Joyce es muy cordial, muy amable, muy profesional. Una vez que dimos con ella después de hablar con sus asistentes fue muy clara. En esta apertura ella no hará un discurso propiamente dicho sino una serie de reflexiones sobre su vinculación con la imaginación y el poder de transformación de la literatura».
Las diferencias de clase, las disputas de poder, la pobreza, los conflictos raciales, la niñez, el abuso sexual y otras violencias ejercidas sobre las mujeres por hombres y sociedades que llevan incrustadas la marca de un machismo atávico. Sobre estos tópicos, la novelista, cuentista, ensayista, autora teatral, editora y crítica montó una admirable arquitectura narrativa que se puede leer como una persistente conversación a través del tiempo con sus preocupaciones literarias y morales.
Con formato de thriller, algo de humor negro y recursos del gótico o el realismo social, ese repertorio temático define «Mamá», «Infiel», «Una hermosa doncella», «La hija del sepulturero», «Un libro de mártires americanos» o «Ave del Paraíso», algunos de los títulos más celebrados de esta escritora nacida el 13 de junio de 1938 en una granja al norte del Estado de Nueva York que, como su madre, estudió en una escuela con una única aula y gracias a una beca llegó a la Universidad de Syracuse, donde tras graduarse con honores viajó en 1962 a Wisconsin para obtener un posgrado en literatura inglesa.
Además de su mirada social tolerante hacia las disidencias y su reivindicación de las minorías raciales, la autora de «Blonde», «Mujer de barro» o «Ave del paraíso», reúne otro requisito que este año pareció acrecentar de antemano sus chances para el Nobel, que finalmente quedó en manos de su compatriota Louise Gluck: es una gran opositora del presidente estadounidense Donald Trump, a quien le dedica decenas de posteos en Twitter, donde cuenta con más de doscientos mil seguidores.
Dice la leyenda que Truman Capote la llegó a describir cómo «el ser más asqueroso de la tierra», mientras que a lo largo de los años ha acumulado críticas: a veces por sus tramas impactantes y para algunos sensacionalistas. Y otras por la extensión de sus novelas, como cuando en 1982 un crítico de la revista Harper’s tituló la reseña de una de sus obras: «Párenme antes de que escriba de nuevo: otras seiscientas páginas de Joyce Carol Oates».
«Probablemente eso no viene de mis lectores, sino de gente que no me lee. A mis amigos Norman Mailer y John Updike, que también han sido muy prolíficos, nunca se les ha criticado que escriban demasiado. Puede que tenga que ver con que soy mujer», respondió en una ocasión.
Nada de eso parece preocupar a la escritora, que sigue llevando adelante una escritura insumisa que se detiene en los conflictos familiares y en cuestiones espinosas como la muerte por aborto o la inyección letal, siempre con una finalidad que no pierde de vista: desenmascarar la falaz moral estadounidense.
Con una ferviente actividad en redes sociales, Oates no ha concedido muchas entrevistas en los últimos años. En una de ellas le preguntaron si le costaba llevar a la ficción los aspectos más siniestros de la realidad. «En absoluto, porque no es difícil ser consciente de los elementos siniestros de nuestra sociedad, están presentes en todas partes. La ficción es un espejo de la vida, a veces distorsionada, a veces cruda y sin mediación. No hay ficción tan horrorosa como la vida», fue su respuesta.
Entre sus últimos libros publicados en la Argentina se cuentan la colección de nouvelles reunidas en «Tan cerca en todo momento siempre» (Fiordo) y «Un libro de mártires americanos» (Alfaguara), que anticipa los debates sobre el aborto a partir la historia de dos familias antagónicas: la un extravagante devoto evangélico que se arroga la potestad de actuar en nombre de Dios y la de un médico abortista al que asesina en su afán «justiciero». La trama prosigue a través del entrelazamiento de los destinos de las hijas de ambos.
Además de sus libros de ficción, Oates tiene también varios títulos interesantes en registros asociados al ensayo y la autobiografía, como «Memorias de una viuda» -que muchos comparan con «El año del pensamiento mágico», de su compatriota Joan Didion-, «Mujer de barro», un estudio sobre una exitosa mujer rectora de universidades de la Ivy League; «Blonde», dedicado a Marilyn Monroe o «Sobre el boxeo», uno de los más mejores textos sobre ese deporte.
En estos días, el sello Fiordo está distribuyendo en la Argentina un nuevo libro suyo, «Persecución», la historia de una joven traumatizada en su niñez cuyas pesadillas inconexas apenas sugieren la tragedia que sufrió y que se le oculta a ella tanto como al lector. Pero la autora excava subrepticiamente y pone el foco en la chica para vascular entonces con el tiempo y el punto de vista narrativo, una técnica que domina sin titubeos.
Hace unos días, Oates confesó en una entrevista que vive con ansiedad todo lo que está pasando, porque «en esta cuarentena, cada día es nuevo y eso es estresante». Y aunque su ritmo de escritura ya no es el de antes pero alcanza todavía las ocho horas diarias, no ha superado el duelo por la muerte de Charlie Gross, su segundo esposo, y pasa demasiado tiempo «meditando, tratando de escribir diálogos, escenas, sintiéndose demasiado distraída y demasiado cansada».
«Ahora estoy haciendo Zoom con estudiantes y amigos… una actividad de la que no había oído hablar hasta hace poco. Y leo, leo mucho, todo lo que puedo. Ahora estoy releyendo a Dostoievski», dijo hace poco la autora, que además de ser una eterna candidata al Nobel también ha bordeado sin éxito la fase decisiva del Premio Pulitzer, del que fue finalista cinco veces.
Fuente/Foto: Télam