“La absolución de Belén es una fiesta para todas”
por Ximena Schinca
El lunes pasado se conoció el fallo que absolvió a Belén, la joven tucumana que estuvo presa casi tres años y que había sido arrestada tras un aborto espontáneo, acusada y condenada sin pruebas por homicidio agravado.
En marzo de 2014, Belén había llegado al Hospital Avellaneda en San Miguel de Tucumán por dolores abdominales. No sabía que estaba embarazada, y se la atendió por “aborto espontáneo sin complicaciones”. Luego los médicos la denunciaron a la policía y la acusaron de haber parido en un baño de la institución y matado al bebé. Tres años después, la Corte Suprema de Justicia Tucumán resolvió por unanimidad dejar sin efecto la condena que pesaba sobre la joven.
“Me siento feliz. Ahora puedo respirar tranquila y saber que se hizo justicia. Porque yo jamás hice lo que ellos pensaron. Gracias a todas las personas que estuvieron luchando a mi lado ahora podemos gritar hizo justicia”, declaró Belén, tras recibir la noticia de su absolución, a la agencia de noticias tucumana APA.
“Para el movimiento de mujeres, la absolución de Belén es una fiesta. Belén fuimos todas, y por eso, su absolución nos hace más libres a todas”, subrayó a Periódico VAS Soledad Deza, la abogada que logró dar vuelta la causa y condena que pesaba sobre la joven tucumana.
Las casualidades desobedientes*
Permítanme la insolencia. Si algo aprendí de Belén, Soledad y el movimiento de mujeres es que las casualidades no existen. No conocí a Soledad de casualidad entre compañeras feministas y militantes por el derecho a decidir. Ni fue casualidad que la consultara sobre penalización y abortos clandestinos en nuestro país. Menos azaroso fue aun que me reencontrara con ella como la abogada de Belén. Porque tampoco Belén estuvo presa por casualidad. Se sabe – a Belén la castigaron por ser mujer, por ser joven, por ser pobre y por desobedecer un mandato.
Ahora permítanme la osadía. Es que si algo me enseñaron Belén, Soledad y el movimiento de mujeres es la irreverencia necesaria en toda práctica -en mi caso, el periodismo- para descentrar el foco, o mejor aun, perturbar el centro impuesto a nuestros cuerpos. Porque fueron Belén, Soledad y el movimiento de mujeres las que lograron subvertir el núcleo de las noticias para poner el foco sobre la injusticia que se encarnó en la joven tucumana y que sabemos se extiende a miles de mujeres.
Y permítanme el atrevimiento. Pero tampoco fue casualidad que el reclamo de libertad para Belén ganara espacio en los medios nacionales, convocatoria en las calles, crédito en las instancias judiciales. Para entonces, Belén, Soledad y el movimiento de mujeres ya habían tejido una red que se extendía más allá de Tucumán sostenida por organizaciones en todo el país.
Para cerrar, permítanme la desobediencia. Poco antes de recuperar su libertad, Belén me recibió en la cárcel para contarme su historia. En un cuartito de la unidad penitenciaria, lejos de los faroles informativos y el periodismo sobre unos pocos, la joven tucumana me hizo saber que no era casualidad que conversáramos aquella mañana. Belén lo subrayó para que se supiera: ella me recibía porque Soledad y el movimiento la acompañaban. Me recibía empoderada y para que no hubiera otras Belén. Me recibía gracias a la misma red de casualidades y desobedientes que la acompañarían hasta su libertad y absolución. El resto, se sabe, fue noticia en los principales diarios del país.
* Este texto fue escrito por Ximena Schinca para formar parte del libro Libertad para Belén. Grito nacional, publicado por Soledad Deza, en el mes de octubre de 2016, editorial Cienflores.
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