La Crisis Económica según el Cine del Primer Mundo I
En SONRISAS Y LÁGRIMAS una familia genovesa de muy buen pasar sufre un quebranto económico. Se trata de una pareja cuarentona. Elsa es licenciada en arte y trabaja ad honórem como restauradora de frescos en una capilla del siglo XV. Michele es gerente de producción en una empresa naviera. Y pierde su puesto por la tercerización y la desregulación laboral. Pasan los meses, Michele no consigue un empleo acorde con sus habilidades. El matrimonio despide a la mucama y vende el yate para pagar la indemnización. Vende el piso céntrico, se muda a un monobloc en los suburbios. Elsa suma a la restauración artística un trabajo en un call center. Michele hace changas de motoquero y de pintor de brocha gorda, junto a dos obreros que antes trabajaban bajo sus órdenes en la empresa naviera, y ahora son -como el propio Michele- víctimas de la flexibilización laboral. La caída es inexorable. Se rompe el auto y no pueden pagar el arreglo. Venden algunos muebles para pagar el geriátrico del padre de Michele. Los amigos desaparecen pero ellos tampoco los buscan. Elsa abandona la restauración, consigue un puesto de secretaria y sigue con el call center. Michele trata de recuperar su antigua gerencia, fracasa.
Si bien la película advierte de la grieta económica de exclusión generada por el neoliberalismo, y nos muestra -además- panorámicas de Génova que sugieren mediante el contraste arquitectónico entre edificios de estilo y torres espejadas un conflicto entre dos mundos, la mirada del director y guionista Silvio Soldini se concentra en las distintas etapas emocionales del matrimonio, en los planteos y las resoluciones de cada cual. Michele pasa por una etapa de negación y de simulacro social, luego siente bronca, se culpa, se deprime. Elsa aparece más eficiente y flexible que Michele. Los roles anteriores se desdibujan. Michele ya no es el líder proveedor, Elsa gana dinero y toma iniciativas. Ambos personajes abandonan su círculo social por vergüenza. Se aíslan, crecen las asperezas. La ruptura de la pareja parece inminente, como una consecuencia del cambio.
En SONRISAS Y LÁGRIMAS Elsa y Michele encuentran, más allá de la debacle económica, algo que los une. Y están dispuestos a empezar juntos otra vez. ¿Qué es lo que encuentran? ¿El amor? Aquí la película no es convincente. Sugiere en la escena final, cuando se descubre un fresco renacentista tras retirar con cuidado una costra, que es posible encontrar valores ocultos. Pero no convence. La película no muestra que los personajes tengan valores «renacentistas», humanistas, amorosos, o de otro tipo, que superen la apariencia. Ellos no cuestionan la crisis global que los agobia, tampoco la enfrentan o resisten, ni tratan de innovar; ellos simplemente se amoldan al sistema, cambian de posición social, se flexibilizan y ocupan sin chistar los lugares vacantes. Ellos simplemente sobreviven.