La revuelta popular de 2001 desde el cine documental
por Agustín Argento
El Festival Internacional de Cine Documental DOCA, que desarrolla su segunda edición hasta el próximo miércoles de manera virtual y presencial, conmemora el cine creado al calor de la crisis de comienzos de siglo con su Foco 2001, con proyecciones, mesas de debate y una instalación.
«El foco 2001 es una sección del Festival cuyo leiv motiv es ‘Elogio de la rebelión’, porque nuestra idea es que el 2001 no es una ‘crisis que no debe repetirse’ como se agita mucho por estos días. Fue una rebelión popular, hubo muertos, eso fue terrible; los responsables no han sido juzgados aun, pero fue la irrupción de las masas en la lucha por un país que nos incluya a todes», explica el presidente de DOCA (Documentalistas Argentinos), Juan Mascaró, sobre el certamen que se puede seguir de manera virtual por la plataforma Vivamos Cultura y presencial en diferentes salas de Buenos Aires, Catamarca y Tucumán.
Entre las cintas disponibles en la muestra están «Los 90, autorretrato de una década», de Sebastián Deus; «Piquete Ruta 3», del propio Mascaró, Norberto Mendiolar y Edgar Alves; «Compañero cineasta piquetero», proyecto de la Enerc con el MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) Lanús; y «Elogio de la rebelión», producción de DOCA y Barricada TV.
«El denominado ‘Cine Piquetero’ -comentó Mascaró- fue estigmatizado por los medios de comunicación empresariales, recoge la tradición de los Grupos de Cine Militantes de los años 70 y pone las cámaras al servicio de visibilizar los motivos que llevaban a desocupados y grupos afectados a organizarse y luchar por el cambio social. La raíz de les colectives gestades al calor del 2001 germinó en una lucha por incluir al cine documental en el fomento estatal».
A su vez, en la Sala Rosa Manzana de las Luces se podrá visitar hasta mañana inclusive la instalación dentro del Foco 2001 y en las salas habrá funciones especiales con mesas de debate, a partir de quince materiales históricos y un estreno.
En cuanto a esta edición del festival, la vicepresidenta de DOCA, Marina Pessah, explicó: «Celebramos al cine documental que busca convertirse en una expresión contrahegemónica sobre la usina discursiva que intenta someter nuestras miradas y les damos la bienvenida a películas documentales que nos estimulen a dejar de ser espectadores para transformarnos en protagonistas de aquello que nos invade y nos conmueve».
¿Cómo fue la preparación de este festival tras un 2020 de confinamiento?
Juan Mascaró: Fueron años durísimos para el sector del cine en general y en particular para el documental independiente; el más chico es siempre el que más sufre las crisis, y en el cine somos nosotres. Las políticas publicas, sobre todo del Incaa, no estuvieron a la altura del problema. Hoy hay una reactivación del trabajo sobre todo para les técniques de la mano de las plataformas haciendo series. Pero mucho menos hay para productores y directores, que son las voces del cine, el punto de vista, la mirada. Es una crisis de soberanía audiovisual, las historias están siendo contadas por otros. A la vez, el público dejó de ir a las salas y no está claro el nuevo escenario, es decir, en qué medida lo virtual reemplazará lo presencial. Ese es el marco de este festival: un acto de resistencia en medio de una crisis aguda y un desembarco muy fuerte de las OTTs en la Argentina. Regular a estas empresas y regular para ellas sigue siendo la gran disyuntiva de Estado.
¿Cuál fue el criterio de armado de la programación de este año?
Marina Pessah: La convocatoria al festival parte de un sentido de construcción de miradas sobre y desde el cine documental, a través de películas realizadas con diversidad de miradas y modos de producción. DOCA hace 15 años comenzó realizando una muestra de películas realizadas por nuestros socios y socias, sumando películas invitadas, de a poco fue creciendo y hace tres años nos transformamos en festival sin perder nuestro origen identitario: conviven en la programación los preestrenos de socios DOCA y la sección en competencia, películas de otras partes del mundo que retratan luchas y cuentan historias similares a las que se cuentan acá. Tenemos también un criterio sobre películas que deben estar por lo que dicen y relatan, más allá de su factoría estética o de un modelo narrativo mas de autor.
¿Qué creen que le aportó al cine documental la crisis de 2001?
Juan Mascaró: Formó una generación de documentalistas el 2001 y sus alrededores históricos, es decir, las luchas de la segunda mitad de los noventas y los años que siguieron; el trabajo con organizaciones y movimientos sociales para difundir con urgencia, pero a partir del acto creativo del cine. Hay muchos aspectos, pero rescataría el vínculo con los sujetos filmados; se rompe la distancia «profesional» del director, el debate colectivo de contenidos y formas (se ha llegado a dar ediciones en asamblea de materiales), y la capacidad para hacer el cine con poco y nada en términos de recursos: Glauber Rocha diría «una idea en la cabeza y una cámara en la mano».