La motosierra pasa por la Memoria

por María Fernanda Miguel

El Gobierno despidió a 28 de los 65 trabajadores de los Espacios de Memoria nacionales, con especial foco en la Ciudad de Buenos Aires, centrándose en los puestos responsables de la preservación, funcionamiento y mantenimiento de estos espacios.

No sorprende que los recortes afecten a los derechos humanos. Desde la formación de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei y su vice Victoria Villarruel han hablado del “curro de los derechos humanos”, cuestionando la cifra de los 30 mil desaparecidos y emitiendo numerosas declaraciones provocativas y negacionistas sobre la última Dictadura cívico-militar-eclesiástica. Villarruel, en particular, es conocida por su vinculación con grupos que reivindican el terrorismo de Estado. Al cierre de esta edición, se conoció que seis diputados de LLA visitaron a genocidas en la cárcel de Ezeiza, prestando especial atención al represor Alfredo Astiz.

El 11 de diciembre se oficializó el nombramiento del exjuez Alberto Baños como director de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Baños estaba a cargo de la causa sobre la desaparición del policía de la ciudad Arshak Karhanyan, y fue señalado por perder elementos cruciales de este caso. Su antecesor en el cargo que hoy ocupa, Horacio Pietragalla, había solicitado su apartamiento por mal desempeño. Baños argumentó entonces que se retiraba. Sin embargo, con la llegada de los “libertarios” al poder, fue designado director y comenzó su gestión con 101 despidos, tras un escándalo en el que un custodio suyo amenazó con un arma a un trabajador de la ex ESMA.
Desde que asumió la nueva gestión no se nombró a un nuevo director de la Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria, por lo que sus trabajadores indican que el vaciamiento arranca ahí. El 30 de junio finalizaron contratos como modalidad de contratación anual y muchos no se renovaron. Y los Espacios de Memoria perdieron aproximadamente la mitad de sus trabajadores.

“Todos estos despidos tienen un contenido fuertemente ideológico. Hay una Vicepresidenta (por Victoria Villarruel) que niega los hechos sucedidos en estos lugares, que está en contra de los juicios por delitos de lesa humanidad”, dice a Periódico VAS una de las trabajadoras que se desempeña en uno de los Sitios de Memoria. Agrega, además, que a partir de estos despidos se encarece el funcionamiento de todo, ya que “no se puedan hacer visitas, no se pueden llevar adelante talleres, ni proyectos educativos. Tampoco se permite seguir avanzando en investigaciones, ni en la información de las personas que podrían haber estado secuestradas en estos centros de detención clandestinos, ni en la búsqueda de hallazgos arqueológicos y/o pruebas”.

Nelson, trabajador despedido del Espacio para la Memoria ex CCD Virrey Cevallos, ubicado en el barrio de Montserrat, señala que la mitad del equipo del lugar está en situación de despido o de no renovación, por lo que la mayoría de las tareas realizadas en el espacio, principalmente las visitas guiadas, son limitadas. “También están en riesgo todas las tareas que tienen que ver con la promoción de los derechos humanos, y con la denuncia de la vulneración de los derechos. Los Espacios de Memoria funcionan articulados con organizaciones en los territorios, con escuelas, con centros culturales, con escuelas de teatro, en fin, con diferentes tipos de actores sociales y políticos, que utilizan el espacio para problematizar sobre las cuestiones que tienen que ver con los derechos humanos”.

También destaca la implicancia de recuperar espacios de estas características: “Este Sitio de Memoria cumple un importante rol territorial. Este año se cumplen 20 años de la recuperación de Virrey Cevallos por parte de los vecinos y la comunidad barrial. Todos los Sitios de Memoria, con excepción de la ESMA, fueron recuperados por los vecinos, por los sobrevivientes, por los familiares, por la sociedad organizada, que luchó contra las políticas de impunidad, contra las políticas de olvido. Todas esas personas sostuvieron la lucha durante los años de impunidad, logrando como hito la recuperación de los ex centros clandestinos de detención y exterminio con el objetivo de que cumplan la función de mantener la memoria viva y brindar testimonio, ya que estos espacios son la prueba material de los métodos utilizados en el terrorismo de Estado”.

Una ley, varias trampas
La Ley 26.691, que garantiza la preservación y conservación de los Sitios y Espacios de Memoria por su valor testimonial y por su aporte a las investigaciones judiciales, no se está cumpliendo. Si bien los espacios no están cerrados porque eso sería ilegal, se los está vaciando por dentro poco a poco, con una clara intención política, como se hizo en instituciones como el INADI.

Desde gestiones anteriores, no se garantizó el pase a planta permanente de los trabajadores contratados anualmente, tal como los establece la ley marco de empleo público. Esta forma de precariedad laboral ha dejado en la calle a cientos de personas con más de 10-15 años de antigüedad. La tanda de despidos de junio sigue en agosto, generando incertidumbre entre los trabajadores y las trabajadoras. Las notificaciones llegan de madrugada, por mail, evidenciando un trato deshumanizador. En algunos espacios se han retirado los dispensers de agua, como señal de que allí ya no funciona nada.

Laura Duguine es arqueóloga y se desempeñaba como coordinadora del Área de Arqueología y Conservación del ex Centro Clandestino de Tortura y Exterminio “Club Atlético”, ubicado en Paseo Colón 1266. Gracias a su trabajo, y al de muchas personas de su área, se pudo determinar que bajo un inmenso montículo de tierra —colocado allí para borrar cualquier rastro— funcionó este centro clandestino por el que pasaron miles de personas. Quienes sobrevivieron a esa mazmorra prestaron testimonio en el juicio por el circuito ABO sobre las muertes y torturas que se practicaron en ese lugar. Las pruebas materiales obtenidas como resultado de las excavaciones que llevó adelante Laura Duguine y su equipo fueron cruciales en esta instancia.

“Esto es parte del vaciamiento que quieren hacer en el Estado. Lo dijeron, quieren destruir las políticas públicas y concretamente las políticas públicas que llevábamos adelante, que son contrarias a lo que ellos desean. Nos echan por lo que hacemos, no por lo que no hacemos. Si fuésemos ñoquis, como dicen que somos, tal vez no nos echarían”, dice.

“El Club Atlético cuenta con diversas protecciones patrimoniales: fue declarado Sitio Histórico por la Legislatura porteña y Lugar Histórico Nacional por la Comisión Nacional de Monumentos (CNM). Actualmente, solicitamos una reunión con la CNM para ser reconocidos como los trabajadores responsables de este patrimonio desde un enfoque técnico. Duguine enfatiza que la Ley de Sitios Históricos no puede cumplirse sin la participación de los trabajadores a cargo de la protección del patrimonio. Con esta acción se busca asegurar el cumplimiento de la normativa vigente y algún tipo de intervención o protección de parte de la Justicia.

Excavando la Memoria
“Soy coordinadora del área de Arqueología. Trabajé en muchos sitios: todos los de Ciudad de Buenos Aires, en Tucumán, en Neuquén, en Mendoza… Por eso me defino como trabajadora de Sitios de Memoria”, destaca Laura. Sin duda, es en la excavación del Club Atlético donde dedicó su mayor empeño, tras 20 años de trabajo, logró que se levanten los quince mil metros cúbicos de tierra que cubrían ese centro clandestino de tortura y exterminio, dejando en evidencia su logística y funcionamiento.

“El Atlético está en un momento muy particular a nivel de ingeniería y esto es muy importante ya que nos permite poder excavar potencialmente todos los restos de las más de 40 celdas que allí funcionaron, de las tres salas de torturas y de todo lo que fue la infraestructura del campo de concentración que, durante estos 22 años desde que se abrió este sitio de memoria, nunca se habían podido visualizar debido al enorme montículo de tierra que lo tapaba y que terminamos de levantar recién en 2022”.

“El año pasado iniciamos por primera vez excavaciones en un sector de celdas con las cooperativas de Potenciar Trabajo y algunos aportes de parte del Estado, además de nuestro trabajo de equipo de arqueología. Tuvimos 10 cooperativistas, varones y mujeres, a quienes formamos en tareas de excavación y de conservación. Con ellos trabajamos de septiembre a diciembre. Esta fue una experiencia muy rica porque nos permitió formarlos, también, en derechos humanos. Hoy la situación es que se dieron de baja los Potenciar Trabajo y nosotros acabamos de ser despedidos”, lamenta la profesional y agrega: “Esta es la primera vez en 22 años de trabajo que logramos descubrir las celdas, confirmando las medidas relatadas por los sobrevivientes desde materialidad. Ellos y ellas dieron una gran pelea para que este proyecto exista y recién hoy están pudiendo ver ese sector. Por eso no le encuentro sentido a que esta obra de ingeniería se discontinúe, justo cuando estamos a tan sólo un metro del piso y luego de que el Estado -en otras gestiones- haya invertido millones para darle continuidad”.

Laura también sostiene que cuentan con distintos tipos de colaboraciones a través de las cuales se sigue visibilizando el trabajo realizado. “Tenemos el apoyo de la Facultad de Filosofía y Letras, con quien hace años venimos haciendo prácticas profesionales. Si se mantiene nuestra desvinculación desde el Club Atlético, igual seguiríamos en contacto porque la Facultad está interesada en seguir haciendo esas prácticas fundamentales en tareas de excavación, relevamiento, metodología y conservación preventiva”.
Quizás aún no está todo perdido. Como sociedad, también será el momento de poner en valor a estos espacios y sitios de memoria para dar a conocer el trabajo que implica conservarlos y ponerlos en funcionamiento. Es hora de que el Gobierno nacional, que tanto aprecia a los países del llamado Primer Mundo, observe y aprenda cómo funcionan sitios como Memorial de Mauthausen de Austria, país que expresó su apoyo a los de Argentina y que de ninguna manera llevaría adelante una política de vaciamiento similar.

La ecuación es sencilla: Sin trabajadores, no hay Memoria.

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