La Murga: esa pasión porteña

Las murgas barriales conforman un espacio de integración social, donde la participación y la creación colectiva generan identidad. Cuando la murga penetra en el barrio se transforma en un producto cultural que nace y se nutre de su contexto, interactúa y devuelve su historia metamorfoseada en canción, grito, queja, danza de júbilo y furia. El barrio se expresa y es expresado a través de ella.
En la ciudad de Buenos Aires existen 107 murgas que forman parte el circuito oficial (cifra que se duplica si consideramos aquellas que no están integradas a este circuito), hay 20.000 murgueros, 35 corsos y, aproximadamente, 1.500.000 espectadores del carnaval porteño.
En el barrio San Nicolás, conviven dos murgas, una denominada Los Duques del Empedrado y otra que, en lugar elegir un nombre paródico, se dieron a llamar Bailando en una Pata, al igual que el tema de la banda de rock La Renga

La Murga Rockanrolera
Bailando en una Pata, remite al álbum grabado por La Renga en 1995, y la letra de este tema expresa tácitamente que «podrán quitarnos todo, menos el rock and roll».
Laura, una morocha de mirada profunda y carácter encendido, que tiene a su cargo la dirección de la murga, explica: «la mayoría de los que conformamos esta murga somos rockeros, por eso se nos ocurrió este nombre y lo asociamos con la idea de que podrán sacarnos todo, menos la alegría». Muchas de las banderas y estandartes llevan impresos el símbolo de La Renga. Sin embargo, el ritmo de las canciones y los pasos de bailes, lejos de ser rocanroleros, siguen los compases tradicionales.
El Centro Murga Bailando en una Pata, se formó hace 6 años, como un desprendimiento de Los Duques de Empedrado. Luego de calificar dos años seguidos en primera, vino el descenso. Este año, lograron ascender de la categoría C a la B. Estar en una categoría superior significa para la murga la posibilidad de tener más actuaciones en el próximo Carnaval y cobrar una suma mayor de dinero. Laura explica que los fondos asignados a la murga deben ser destinados a la compra de telas para confeccionar los trajes, los brillos, y los instrumentos; y debe alcanzar también para cubrir los gastos de transporte.

La Plaza
Históricamente, las plazas del barrio siempre fueron el lugar natural para las murgas. Los Duques del Empedrado ensayan en Plaza Lavalle. El espacio asignado para la murga rocanrolera es la plazoleta Roberto Arlt, en la esquina de Esmeralda y Rivadavia. Sin embargo, tras una serie de incidentes decidieron ensayar en el local del Centro Cultural San Nicolás. «Hace un par de años que la plaza se ha convertido en un aguantadero», dice Laura, «nos tocó vivir una serie de episodios violentos, como corridas policiales y riñas, por eso preferimos ensayar acá, que es más chico pero seguro».

Blanco, azul y verde
Blanco, azul y verde son los colores de Bailando en una Pata. Una murga que sus integrantes califican de familiar. «La murga es familia, es barrio, es nuestro patrimonio. La tenemos que entender y valorar porque forma parte de nuestra cultura, sino estamos en el horno…» dice Laura emocionada, y agrega: «al murguero siempre se lo consideró un vago, un drogadicto, un cachivache. Y es todo lo contrario. La murga genera vínculos sociales… Acá no hay una computadora de por medio, no hay intermediarios, nada te despersonaliza ni te separa del otro. Este un vínculo directo, propio, muy humano».

M.P

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