La Otra Historia de Buenos Aires
Antecedentes
PARTE XXV
Desde Nápoles hasta Viena
por Gabriel Luna
El Imperio español no sólo invade América sino también Europa. Los ejércitos imperiales ocupan el sur de Francia y el norte de Italia. El rey Francisco I, el papa Clemente VII, y varios gobernantes de ciudades como Génova, Savona y Bolonia, forman una Liga armada para oponerse a la invasión. La consecuencia es que el emperador Carlos V ordena reforzar los ejércitos y seguir la expansión, tomar Roma -que es incendiada, sodomizada y saqueada- 1 y capturar al papa Clemente -que es recluido en el castillo de Sant’Angelo-, para castigarlo por la oposición y para cobrar un suculento rescate.
El ejército francés al mando del conde Lautrec, los mercenarios al mando del corso e ingeniero Pedro Navarro, las milicias pontificias, y la flota del almirante genovés Andrea Doria, tratan de recuperar las ciudades tomadas por los imperialistas en el norte de Italia. Tienen una ventaja. Pedro Navarro (un hombre talentoso del renacimiento) además de mercenario, general y estratega, es el inventor de la mina terrestre. Llevando este artilugio bajo la manga, ponen sitio a las fortalezas, soterran barriles de pólvora en algunos muros, y así logran recuperar Génova y Alessandria. Con estos triunfos, los ejércitos de la Liga crecen, se reagrupan en Bolonia; y pasado el invierno van hacia el sur persiguiendo a los imperiales. Éstos ya han dejado Roma, tienen las arcas llenas pero buscan alimentos -porque el saqueo ha espantado a los proveedores de Roma-, y han llegado al reino de Nápoles, que pertenece a Carlos V, donde son muy bien recibidos y por pocos ducados o la más humilde de las joyas robadas pueden vivir espléndidamente.
La dicha les dura un par de meses, hasta el 29 de abril de 1528 cuando la Liga llega a Nápoles. El ejército francés, los mercenarios y las milicias pontificias arman un campamento y les ponen sitio con la estrategia de Navarro, mientras que las flotas del almirante Andrea Doria y de su sobrino Juan Andrea Doria les ponen sitio por mar. Hugo Moncada, el virrey de Nápoles y Sicilia, trata de burlar este bloqueo escapando por el golfo de Salerno -vecino al de Nápoles- pero interceptan su barco y el virrey es ejecutado. La relación de fuerzas favorece a la Liga: 32.000 hombres bien pertrechados contra 13.000 soldados alemanes y españoles,2 más una escasa infantería napolitana y una caballería ligera albanesa. Caerá Nápoles. Los sueños imperiales de Carlos parecen diluirse. Sin embargo, tras dos meses de bloqueo, la suerte, la política y la hábil negociación con los genoveses cambian las cosas. El Emperador promete la independencia de Savona si consigue la lealtad del almirante Doria. Y el 4 de julio se levanta el bloqueo naval. Los Doria que antes impedían el abastecimiento de Nápoles, ahora lo procuran y atacan desde el mar Tirreno a las fuerzas de la Liga. Dado el cambio, el conde Lautrec decide presionar y apurar el asalto. Hace calor. Navarro con sus minas destruye el acueducto de Bolla -construido por los griegos en el siglo VI y ampliado por los romanos-, para cortar el suministro a la ciudad y vencer la resistencia. Lo mismo hizo Hernán Cortés en Tenochtitlán un verano de siete años atrás para vencer la resistencia de los mexicas.3 Pero Lautrec y Navarro no tienen la misma suerte que Cortés: ocurre que al destruir el acueducto se anegan los alrededores del campamento y el calor acaba provocando, entre el barro y los deshechos, una peste que ataca a los propios sitiadores. Mueren miles, hasta el propio Lautrec el 15 de agosto de 1528, por no abandonar el lugar. Recién el 30 de agosto, ya en estado lamentable y abandonando tiendas y pertrechos, se ordena la retirada. Salen a por ellos los imperiales y la caballería albanesa los alcanza en Aversa -a 16 kilómetros del puerto de Nápoles-, donde capturan al ingeniero Navarro, quien muere en prisión a mediados de septiembre.
Los ejércitos de la Liga son desmantelados en Aversa. Luego Doria rompe el bloqueo en Génova, y con la ayuda imperial echa a los franceses de Savona. Pero la capitulación de la Liga y la derrota definitiva de Francisco I en Italia ocurren recién el 21 de junio de 1529 cuando el ejército que éste envía de refuerzo encabezado por el duque Saint Pol es derrotado por los imperiales al mando de Antonio Leyva en la batalla de Landriano. Curiosamente, Landriano está próximo a Pavía, donde hacía cuatro años fuera derrotado el propio Francisco y hecho prisionero.
Mientras tanto, en julio de 1529, Carlos V está en Barcelona, desde donde piensa embarcar hacia Génova. Ha resuelto el frente con Portugal (y también aliviar sus arcas exhaustas) vendiéndole al rey Juan III -su primo y cuñado- el derecho a la explotación de las Molucas por 380.000 ducados. Cifra que destinará para afianzarse en Italia y atender el frente de Viena (donde reina su hermano), debido al avance otomano que amenaza a Europa.
El 3 de agosto, Luisa de Saboya (la madre de Francisco I) y Margarita de Austria (tía de Carlos V) firman en Cambrai el tratado de paz con Francia, en el que se adjudican 2.000.000 ducados para el Imperio español, por el rescate de los hijos de Francisco I, tomados como rehenes en Madrid a cambio de la libertad del propio Francisco, quien fuera hecho prisionero en Pavía en 1525.
El 12 de agosto de 1529, Carlos llega triunfante a Génova en flota numerosa, con séquito de nobles y ejército de 12.000 hombres, es huésped de los Doria, pasa por Alessandria, y llega a Piacenza donde tiene un encuentro emotivo con los vencedores de Landriano, Antonio Leyva y los tercios españoles, uno de cuyos oficiales fuera su paje, gentilhombre y cortesano durante diez años: Pedro Mendoza, el futuro gobernador del Río de la Plata.
(Continuará…)
- Ver “Del saqueo de Roma al saqueo de América”, Libro Primero: Antecedentes, PARTE XXII de la Otra Historia de Buenos Aires. Periódico VAS Nº 157.
- Se calcula que alrededor de 4000 soldados alemanes y españoles dejaron las armas tras enriquecerse en Roma.
- Ver “La invasión a México”, Libro Primero: Antecedentes, PARTE XVIII de la Otra Historia de Buenos Aires. Periódico VAS Nº 153.
- Portada: La Batalla de Pavia 1525. Rupert Heller