La Otra Historia de Buenos Aires
Antecedentes
PARTE XXI
De paraísos y putas, expediciones, guerras y saqueos.
por Gabriel Luna
Mientras que en Europa los reyes consolidaban su poder mediante las guerras y los matrimonios, en América había una aprensión al vínculo formal entre los marinos y las mujeres indígenas. Había un modelo de relación esclava. Este modelo fue generado por el propio Cristóbal Colón, que al no encontrar el suficiente oro ni las especias que le reclamaban para financiar sus viajes optó por apropiarse de los cuerpos indígenas y venderlos en España como mano de obra esclava. La Iglesia protestó, Bartolomé de las Casas mediante, pero no fue realmente por razones doctrinarias, ontológicas, ni tampoco por principios humanitarios, sino (como se demostraría más adelante al establecerse el régimen de encomiendas) porque la Iglesia había quedado fuera del “negocio”. Si los y las indígenas pudieran tomarse como esclavos esto quería decir que no tenían alma (la gran justificación de la esclavitud), y entonces no podrían ser evangelizados ni utilizados por la Iglesia. Ese era el problema (la Iglesia no participaría en el usufructo y la manipulación mental de los habitantes del Nuevo Mundo, y si quería esclavos tendría que pagarlos). La cuestión se solucionaría años después con la creación de los encomenderos y las misiones: proponiendo una esclavitud solapada con catequización, que les permitiría a los jesuitas construir un Imperio.
Sin embargo ahora, en las primeras décadas del siglo XVI, se imponía la neta esclavitud ordenada por Colón. Y las relaciones entre marinos y nativas tal como se mostraban en la crónica de la expedición de Magallanes -en Río de Janeiro, Marianas, Filipinas e Indonesia- que eran en principio relaciones epicúreas, eróticas, sibaritas y consideradas, añadiendo el paisaje, como propias de un paraíso terrenal, ahora cambiaban en el Caribe. La condición esclava, inherente a la explotación y al sometimiento, interfería en los dos sentidos del flujo de placer; y al no acordar ni estar acostumbradas las indígenas al nuevo tipo de relación surgía la violencia, la crueldad y la promiscuidad. Y en esa instancia, surge la sífilis, que los marinos y las indígenas tras el segundo viaje de Colón llevan al Viejo Mundo, donde no hay antídotos ni anticuerpos. La Iglesia interpreta el hecho como un castigo divino. Hay imágenes de la época de un Niño Dios lanzando rayos a unos marinos que se llenan de pústulas. Y la Historia recoge la reciprocidad entre la viruela llevada por los europeos a México, que posibilitó la invasión a Tenochtitlán, y la sífilis llevada por los marinos a Europa tras la violencia y promiscuidad en el Caribe. No hubo en realidad una correspondencia en la magnitud de ambas enfermedades: la viruela arrasó poblaciones, mientras que la sífilis se propagó principalmente en el ámbito militar, durante las guerras emprendidas por Carlos V contra Francia en Marsella, Provenza, Génova, Milán y Lombardía, Italia.
Carlos había tenido un triunfo rotundo en la batalla de Pavía, en Lombardía, donde un gallego, un vasco y un sevillano habían capturado mientras trataba de huir nada menos que a Francisco I, el rey de Francia, que llegó como prisionero a Madrid en agosto de 1525. Anexados los territorios en disputa crece una ola de entusiasmo en el Imperio español donde se montan dos expediciones -una gallega y otra andaluza- que rivalizan entre sí para traer el oro de la India, las especias de las Molucas y apoyar además a la armada de Loaísa y Elcano, de la cual todavía no se tienen noticias. 1 Todo parecía posible entonces, como en los libros de caballería. No había expedición imposible, batalla que no pudiera ganarse, o dama que no pudiese alcanzarse. Juan III se casa en Lisboa con Catalina de Austria, la hermana de Carlos V; y Carlos se casa en Sevilla con Isabel de Portugal, la hermana de Juan III, el 11 de marzo de 1526. De modo que las alianzas matrimoniales consolidan la relación de las dos potencias marítimas y también la de sus gentes.
La Casa de Putas
No ocurre lo mismo en el Caribe, donde las relaciones carnales entre los marinos y las mujeres indígenas, en principio paradisiacas como enseñan la expedición magallánica y otras, se han tornado en un infierno de violencia y promiscuidad gracias al sesgo comercial de Colón. Más allá de la diplomacia del poder, la buena convivencia, y las ventajas del mestizaje (que de hecho le importan), Carlos V ve que la sífilis indiana merma sus tropas, y la Iglesia ve una merma considerable de sus privilegios. Entonces Carlos aconsejado por la Iglesia envía una carta al Caribe para intentar solucionar los intereses de cada cual.
Se trata de una real célula, concretamente de una licencia, firmada también por tres obispos, donde se autoriza a Bartolomé Cornejo la habilitación de una Casa de Mujeres Públicas en San Juan de Puerto Rico. Es decir: una Casa de Putas, la primera del Continente, que abre efectivamente el 4 de agosto de 1526, “para mantener la honestidad de la ciudad, de las mujeres casadas y evitar otros daños e inconvenientes”. La Casa, sólo habilitada para hombres y mujeres europeas, “que son las que conocen el oficio”, evitaba violencias, promiscuidad y contagios al limitar el contacto con las nativas, y distendía la relación esclava que trataría de recomponer a su favor la Iglesia.
A partir de este 4 de agosto se multiplicarían los prostíbulos en el Continente. La fecha -por la preservación de la piel europea- podría tomarse como un Día de la Raza europea o del Racismo. El crecimiento de los prostíbulos -con o sin la incorporación de las mujeres indígenas-, provocará una disminución de los paraísos terrenales en el Continente. Lo que será una gran pérdida, debida a la invasión española.
Diego García y Sebastián Gaboto
Las expediciones que rivalizan y zarpan de Galicia y de Andalucía en 1526 son la de Diego García Moguer, un marino que había participado en la armada de Solís y en el descubrimiento del Río de la Plata, y la expedición de Sebastián Gaboto, un marino veneciano que al servicio de Inglaterra había llegado con su padre, el explorador y cartógrafo Juan Gaboto, hasta Terranova. Ambos habían tratado de encontrar un paso interoceánico que permitiera el comercio asiático, por el Sur y por el Norte, y ahora han firmado capitulaciones para llegar a las Molucas por el paso descubierto por Magallanes.
García Moguer era capitán y piloto de la Casa de Contratación de las Especias en La Coruña y su capitulación incluía un acuerdo para descubrir y explotar tierras por un período de ocho años -siempre fuera del dominio portugués respetando el Tratado de Tordesillas (porque Carlos no quería empañar con trasgresiones su reciente alianza matrimonial)-, incluía intentar el rescate del capitán Cartagena y del cura Sánchez Reina -los amotinados que habían sido abandonados por Magallanes en un islote de la Patagonia-, y luego de atravesar El Estrecho, proveerse de especias en las Molucas y servir si fuera necesario de logística o socorro a flota de Loaísa y Elcano, de la que no se tenían noticias. Sebastián Gaboto formó parte de una misión diplomática enviada por Enrique VIII a Carlos V para aliarse contra Francia, y luego pasó al servicio de España donde fue nombrado capitán y piloto mayor de la Casa de Contratación de Sevilla tras la muerte de Solís. Y su capitulación o acuerdo, salvo en el caso de los amotinados o del descubrimiento de tierras, no difería en mucho al de García Moguer. Ambos traicionarían los acuerdos.
Moguer se cruza con su rival en las islas Canarias y luego zarpa hacia Cabo Verde -dominio de Portugal-, 1400 kilómetros al suroeste, donde compra provisiones a los portugueses; cruza el Atlántico poniendo proa a Pernambuco, bordea la costa hasta llegar a Santos y fondea en San Vicente -puerto de dominio español- donde hay una pequeña colonia de españoles y portugueses. Allí se entera de que Gaboto se encuentra 400 kilómetros al sur en Santa Catarina (actual Florianópolis), y que ha roto su acuerdo porque está preparando una excursión al Río de la Plata. Debe considerarse que lo que se entendía entonces por Río de la Plata, era un conjunto: el llamado actualmente así y la suma de sus afluentes, el río Uruguay y el Paraná. Gaboto llega a Pernambuco -dominio portugués- el 6 de junio de 1526 y tiene que fondear debido a una tormenta. Allí se entera por un sobreviviente del naufragio de Solís, un tal Juan o Jorge Gómez, de la extraordinaria expedición terrestre de Alejo García a la ciudad del Rey Blanco y las Sierras de Plata. 2 Ve una muestra de riqueza obtenida, y Gómez lo persuade de servirle como lengua y de hacer puerto en Santa Catarina para tomar contacto con los compañeros de Alejo García, con los guaraníes, y reunir toda la información necesaria. Gaboto llega a Santa Catarina el 19 de octubre, con la nave capitana muy averiada y una convicción de abandonar el derrotero de las Molucas, convicción que se hace firme al conocer a Melchor Ramírez y Enrique Montes, los compañeros de Alejo García. Entonces Gaboto desmantela la capitana para construir una goleta de menor calado, plantea su propósito a los oficiales, abandona a los disidentes en ese lugar, atraviesa una epidemia, y zarpa para remontar el Río de Solís, ahora llamado Río de la Plata, el 15 de febrero de 1527.
El Saqueo de Roma
Mientras tanto a 11.000 kilómetros del Río de la Plata, en Italia, se reanuda la guerra. Francisco I, tras ser capturado en Pavía y haber firmado un pacto en Madrid donde renuncia a la Lombardía, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña, cuando es liberado -y pese a tener dos hijos como rehenes en España- rompe los acuerdos. Y forma parte de una Liga, impulsada por el papa Clemente VII, integrada por Francia, Milán, Venecia, Florencia y Roma, para contrarrestar la invasión (o la conquista) de Italia por el Imperio Hispano Germánico. Lo curioso es que esto ocurre en tanto que los turcos, archienemigos de los cristianos, penetran en Europa atacando Hungría. Sin embargo las tropas de la Liga papal se concentran en Lodi, Lombardía; y las tropas imperiales (también cristianas) toman Milán; mientras que Pompeo Colonna -un cardenal y militar- y el virrey de Nápoles (ambos cristianos y aliados de Carlos V) atacan Roma y luego se retiran, porque no tienen suficientes fuerzas.
El ataque definitivo ocurre el 6 de mayo de 1527. Una mañana de niebla 5.000 milicianos de Colonna, 10.000 lansquenetes alemanes y 6.000 soldados españoles, contando la caballería y los tercios de infantería, entre los que está Pedro de Mendoza, el futuro adelantado del Río de la Plata, desbordan las murallas de Roma. Hacen una matanza de miles en la basílica de San Pedro y luego empieza el saqueo. Como había ocurrido en Tenochtitlán siete años atrás en la invasión del ejército de Cortés, 3 roban los templos, los archivos vaticanos, y van casa por casa, queman las puertas, buscan el oro, las joyas y los objetos de arte. Violan, matan a las mujeres que resisten. La Capilla Sixtina se convierte en cuadra, opera bufa de soldados disfrazados de cardenales y orgías desenfrenadas, donde cunde la sífilis traída por los soldados del Caribe. Y paran, como ocurrió en Tenochtitlán, por el calor, la pestilencia de los muertos, y la falta de víveres, cuando todo está perdido.
Podría señalarse este episodio como el final del Renacimiento italiano.
(Continuará…)
1. Ver “La gran armada de Loaísa y Elcano” en La Otra Historia de Bs. As. Libro Primero, Antecedentes, Parte XX. Periódico VAS Nº 155.
2. Ver en La Otra Historia de Bs. As. Libro Primero, Antecedentes, Parte III. Periódico VAS Nº 137.
3. Ver “La invasión a México” en La Otra Historia de Bs. As. Libro Primero, Antecedentes, Parte XVIII. Periódico VAS Nº 153.