La pandemia de la exclusión
Durante la pandemia el número de personas en situación de calle aumentó exponencialmente en la ciudad de Buenos Aires. Según datos proporcionados por distintas organizaciones sociales se estima que esta población supera las 10.000 almas.
«La gente por suerte pasa y te deja algo para comer. Pasa menos gente con la pandemia pero no me falta comida. Para mí es lo mismo que haya cuarentena o no, mi vida está siempre igual», dice María, que vive hace diez años en la puerta de un banco frente a la Plaza de Mayo.
«Nadie del Gobierno de la Ciudad se acercó a ofrecerme ayuda. No voy a los paradores porque están muy peligrosos, te roban», explica María, que mientras habla acaricia a Beethoven y Respeto, sus dos perros. Cuenta que lee para matar el tiempo, lleva consigo el ejemplar de una novela que alguien le dejó al pasar. Recuerda que hace un año que no prueba la carne «me gustaría comer un bife con papas y batatas al horno», dice sonriendo.
Gabriel vive en la calle Piedras bajo la Autopista 25 de Mayo, junto a su mujer Selene, embarazada de 4 meses; «está muy difícil la situación, estoy viviendo acá desde que arrancó la pandemia pero hace tiempo que estoy en la calle», dice y agrega «Salgo a cartonear todos los días, con coronavirus o no, sigo peleándola. Seguí saliendo con el barbijo porque veo a toda la gente que se lo pone. Para mí lo del coronavirus es todo un verso», afirma el joven.
«Por suerte se acercan vecinos y me dejan paquetes de fideos o arroz. A veces vienen organizaciones y también nos dan una mano», reconoce Gabriel, que también se niega a utilizar los paradores que tiene el Gobierno porteño. «No voy a los paradores porque tuve malas experiencias, prefiero quedarme en la calle. Acá si no jodes a nadie, nadie te jode», asegura.
Juan, que montó una casilla en los parques linderos al cruce de las calles Finochietto y Herrera, en el barrio de Constitución, lleva 11 años viviendo en la calle junto a Vanesa, su compañera de vida. «Lo más difícil de estar en la calle es mantener el ánimo, no volverte loco. Hago un esfuerzo para estar bien, por eso me armé esta casilla acá. Cuando estás en la calle no tenés privacidad y tenés que dormir en el piso, eso te afecta la cabeza», dice Juan mientras cocina en una parrilla cabezas de salmón rosado que le dieron como descartes en una pescadería del barrio.
«Trabajo haciendo changas y la gente te ayuda mucho. La verdad que siempre pienso cómo es todo tan injusto, que haya gente que tiene tanto y otra que no tenemos nada. La verdad que no necesitas mucho para vivir», reflexiona.
«La situación estaba grave y la pandemia profundizó lo que ya estaba mal», dice Horacio Ávila, integrante de la organización Proyecto 7 – Gente en situación de calle. Afirma que «De principio de año hasta hoy aumentó mucho la población por el lado económico, ya que se destruyó la economía que ya venía muy mal. La gente en situación de calle es una población olvidada históricamente, no se toma la decisión para implementar políticas públicas».
En junio del año pasado el segundo censo popular de personas en situación de calle reportó una población de 7.251 personas viviendo en situación de calle o en peligro de estarlo. Ávila estima que en este momento la cifra supera las 10 mil almas.
En el contexto de la pandemia, en marzo se abrieron en la Ciudad ocho nuevos Centros de Inclusión en instalaciones de centros polideportivos, lo que permitió incrementar la cantidad de camas de 2.099 a 2.987. Sabrina Surlys, supervisora del turno vespertino del programa Buenos Aires Presente (BAP) detalla el recorrido que hace a diario «buscando personas que se encuentran en situación de calle para ofrecerles que asistan a los centros de inclusión social», dice y agrega que en los casos en que no aceptan concurrir a estos espacios se les suministra «comida caliente, kit de frío, frazadas y viandas secas en cada móvil, para poder acompañarlos en la situación que atraviesan». El resto de la política estatal porteña ante esta situación se complementa a través de la asignación de subsidios habitacionales para que estas personas puedan acceder a la modalidad de alojamiento transitorio en hoteles, para lo cual se requiere que la persona beneficiaria tenga «domicilio en la Ciudad».
El paradigma de los paradores y de los subsidios habitacionales, sigue siendo la única medida que adopta el Gobierno de la Ciudad para dar respuesta a las personas en situación de calle. Los primeros resultan temibles para la población en situación de calle, son lugares donde impera un régimen cuasi carcelario, poco propicios para incorporar las medidas de aislamiento y distanciamiento social recomendadas para evitar la propagación de la pandemia: las personas se encuentran hacinadas, sin intimidad y las condiciones de higiene son paupérrimas.
Si bien a noviembre del año pasado el Gobierno había otorgado más de 10.615 subsidios habitacionales, acceder a esta modalidad de «Alojamiento Transitorio en Hoteles» no resulta un trámite amigable para personas que viven situaciones extremas. Tampoco es una solución habitacional definitiva, sino un paliativo momentáneo o una promesa de nada.