La pobreza no puede esperar
por Mariane Pécora
Cuarta entrega
Habitar una ciudad que te expulsa
El video es elocuente, en pleno centro porteño una grúa levanta un bulto de la vereda, el audio lo explica todo: «Mi nombre es Carlos Antonio Andrés Mariani, estamos ‘arranchando’ (léase en situación de calle) en la puerta de la Defensoría y siempre vienen de Espacio Público y nos llevan las cosas. ¿Cómo puede ser que un día venga el Gobierno a traernos frazadas y al otro día Espacio Público nos levante los cosas?». Esta cita es solo una muestra de las distintas formas de violencia institucional que el Estado porteño ejerce sobre la población de calle, con el objetivo de invisibilizarla o bien expulsarla de la Ciudad.
Las personas en situación de calle, que cada mañana se acercan a desayunar a la Plaza de la República, relatan que la violencia institucional de las fuerzas de seguridad es algo cotidiano. «No sólo en la Ciudad de Buenos Aires… Hace tres semanas, durante la cuarentena, a un amigo mío, Franco Cardozo, la policía bonaerense lo paró en Don Torcuato (Tigre) un jueves a la noche y el sábado a la mañana se lo llevaron a la familia, muerto. En la autopsia salió que murió por los golpes. Así es la Ley hoy en día», relata Lucas, un joven de 27 años en situación de calle.
«La Ciudad de Buenos Aires hace 60 años que tiene la misma cantidad de población. Existe una tensión entre el ideario de una ciudad muy opulenta para unos pocos y otra que cada vez tiene más pobres alrededor. En este contexto, la situación de calle es algo que avergüenza a quienes gobiernan la Ciudad, pero en lugar de hacerse cargo tratan de ocultarla. Y lo hacen no solo ejerciendo violencia institucional, también mediante el discurso de la fractura social, que se ha hecho carne en los sectores medios y acomodados, que se sienten molestos de seguir viviendo con tantos pobres alrededor», apunta Rodrigo Segovia, miembro Movimiento Territorial Aníbal Verón y encargado de la logística de la campaña ‘La pobreza no puede esperar’, que la coordinadora Desde Abajo desarrolla cada mañana en la Plaza de la República, ofreciendo desayuno, ropero comunitario, atención sanitaria, gestión de subsidios y programas de emergencia a personas en situación o en riesgo de calle.
«Lo que tenemos que discutir como sociedad es si vamos a poder seguir conviviendo con este modelo desigualdad social. Y, en este aspecto, nos consta que ni el oficialismo porteño ni la oposición manejan una agenda pública para dar respuesta a esta situación», agrega Segovia.
¿Cómo se traduce este desinterés por parte de la oposición?
«¡No podés sentarte en un programa de televisión y decir que te preocupa la población en situación de calle y luego no hacer absolutamente nada! La oposición no denuncia la violencia institucional que ejerce el Gobierno porteño sobre población en situación de calle. Estamos hablando de personas imposibilitadas de acudir a la Justicia, porque ni siquiera pueden certificar quienes son. Están indocumentadas. Lo han perdido todo».
¿Existe entonces un proyecto de Ciudad en común donde la prioridad está puesta en el desarrollo del mercado inmobiliario y no en la vivienda social?
«Desde la oposición (porteña), existen algunos esbozos de reurbanizar las villas, de crear planes de vivienda, pero son más bien buenas intenciones que acciones concretas. Como contrapeso el valor de la vivienda está en dólares, mientras que los ingresos de la ciudadanía está en pesos, de esta manera la vivienda pasa a ser una variable de la economía que no puede funcionar si no hay dólares. Y, obviamente, en este contexto una persona pobre no puede acceder a la vivienda».
«Por otra parte, a nivel nacional no hay ningún plan de reactivación de la vivienda social. Esto resulta alarmante porque estamos ante una situación donde el déficit habitacional prácticamente equiparable al índice de pobreza. Es decir que por arrastre estamos llegando a déficit habitacional del 50% en todo el país».
¿Cómo creen que se podría revertir esta situación?
«Nuestra consiga es garantizar que todo el mundo coma, un plan de empleo serio y una política de vivienda popular en la Ciudad de Buenos Aires. Y no estamos hablando de una cuestión de recursos, porque nos consta que los hay, sino de voluntad política. Tenemos que demandar un plan de vivienda integral, que también sea para la Ciudad de Buenos Aires».
«Decimos esto a partir de la dinámica que experimentamos con el Covid-19: Lo que pasa en la Ciudad de Buenos Aires después se replica en el resto del país. Si acá se expulsa a la gente, si acá se genera pobreza, esto se reproduce en el resto del país. Es la ciudadanía porteña la que evitó la discusión de la distribución de la riqueza. Hay que preguntarles si van a seguir con esta misma tesitura. Porque en definitiva, en el acceso al derecho al trabajo y a la vivienda está el tema de la distribución de la riqueza. Lo contrario a esto es la asistencia y esa no puede ser una política de Estado».
Rodrigo Joaquín tiene 30 años y se encuentra en situación de calle hace dos años, cuando perdió el trabajo y no pudo seguir pagando el alquiler de la habitación donde vivía. Carga un bolso inmenso, que casi le dobla la espalda, y cuando habla posa su mirada en un horizonte incierto. Me cuenta que se resiste a asistir a los dispositivos (paradores) del Gobierno porteño porque son lugares burocráticos donde hay demasiadas trabas para ingresar. Duerme en la calle y, cuando consigue una changa o un trabajo temporario, se hospeda en alguna pensión u hotel. Su humanidad transita en territorio porteño y, en ocasiones, el conurbano bonaerense. Le pregunto si cree que en la Ciudad hay 2500 personas viviendo en situación de calle. «¡Mucho más!», enfatiza. «Este un territorio muy amplio, que no solo abarca el microcentro y los barrios, sino los partidos aledaños a la Ciudad».
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