La protesta de los artesanos
Cultura versus neoliberalismo
por Gabriel Luna
No se trata de un ensayo ni de un debate académico. La tarde del miércoles 6 de noviembre, aproximadamente a las 14.30 hs., una nutrida marcha alegre de artesanos con bombos, palmas, carteles, banderas y cornetas, rodeó el Parque Patricios, el verde y la primavera, y se concentró en una de las puertas de la sede del Gobierno de la Ciudad. Es un grupo etario diverso y numeroso, de mayores de sesenta, pero también de cuarenta y cincuenta, y rondando los treinta. ¿Qué están haciendo? ¿Qué reclaman?
El Gobierno de la Ciudad está cerrando, limitando, trasladando o restringiendo las ferias artesanales de la Ciudad. ¿De qué ferias se trata? Una mujer artesana de alrededor de treinta años, que trae en brazos un bebé de días, explica: «Soy de la Feria Caminito en el barrio de la Boca, que fue trasladada por orden municipal a un lugar inhóspito, fuera del polo turístico y comercial. Perdimos las ventas. ¡No tenemos cómo sostenernos!”. Se acerca un artesano de alrededor de cincuenta. “También están limitando el número de feriantes en la Plaza Dorrego” (en el barrio de San Telmo) “Y en toda la calle Defensa”. Se acerca una pareja de artesanos sesentones. “Acá estamos representando sólo a 7 ferias, y somos más de mil… Pero hay más de 100 ferias artesanales. ¡Y los cierres y las restricciones se están extendiendo y van a afectar a todos!”. “Además la artesanía es un producto cultural; tiene que ver con nuestra historia y nuestra identidad”.
¿Y por qué el Gobierno de la Ciudad hace esto?, resulta la pregunta clave. “Dicen los funcionarios y los policías que para preservar la belleza y el orden en las calles”, responde la artesana con el bebé en brazos. “Pero la realidad es que quieren preservar el negocio de los gastronómicos, los bares y restaurantes que ponen mesas en las veredas, las calles y las plazas. Ese es el negocio que les importa, el de los ricos y el que está relacionado con ellos”, dice el artesano de alrededor de cincuenta. “Cierto. Y también preservar el negocio de los importadores de ‘recuerdos’ y chucherías autóctonas pero hechos en China”, agrega la artesana. “Que también debe estar relacionado con ellos”.
La policía se mezcla entre los manifestantes para dispersarlos. Pero no lo consigue. Hay una lucha muy clara.
La “belleza y el orden” que trata de imponer el Gobierno de la Ciudad responde en realidad a intereses de sectores más o menos concentrados, algunos ligados con la importación. Mientras que la propuesta de los artesanos, un grupo etario diverso, de varias generaciones, de intereses no concentrados ni ligados con la importación, consiste en la producción de objetos cotidianos relacionados con nuestra historia, sueños, creencias, hábitos y costumbres. Conclusión.
La lucha es entre la Cultura y el neoliberalismo.