«La vida mía», el libro sobre Leda Valladares
por Romina Grosso
«La vida mía”, libro sobre la obra de Leda Valladares que fue publicado recientemente por el Instituto Nacional de la Música (Inamu), significa para Miriam García, discípula de la recopiladora, investigadora y poeta “un acto de justicia para su enorme trabajo que llevó a cabo prácticamente sola, siguiendo un llamado casi instintivo”.
Con esas palabras la cantante y docente describió esta publicación que contiene partituras y cancioneros, escritos de Leda, fotografías, testimonios y material de estudio de distribución gratuita para las escuelas argentinas.
“’La vida mía’ representa parte de un yacimiento musical ancestral de nuestro país, que es fundamental conocer para pensar y repensar nuestra identidad sonora, una fuente de consulta indispensable para docentes de música, alumnos, músicos y público en general , que da la posibilidad de acceder a un fragmento de este universo infinito que es el canto con caja”, dijo a Télam Miriam García, quien desempeñó como asesora y revisora del libro y conoció en profundidad a Leda.
Hermana de Rolando «Chivo» Valladares –otra figura del folclore-, Leda nació el 21 de diciembre de 1919. Mientras estudiaba filosofía y Ciencias de la Educación, la música clásica dominaba el contexto sonoro de su formación pero luego abrazó el legado oral y anónimo de la música andina dejando un enorme trabajo en el que abrevan los artistas de este tiempo.
“Siempre supe que tenía que cantar, que andaría con la canción a cuestas, extracto solar y centro de todas las magias. La canción me lleva a donde quiere, me arraiga en mi tierra mientras América sube por mis venas”, expresó la poeta en “Autopresentación” (1976) , texto que aparece citado en “La vida mía”.
El libro cuenta con las colaboraciones de figuras como León Gieco, Charo Bogarín, Gustavo Santaolalla, Litto Nebbia, Suna Rocha, Acoplase-Rueda de Canto Comunitario con Caja, María de Michelis, Miguel Garutti, y Silvia Iriondo.
¿Cómo fue pensado “La vida mía”? ¿Con qué criterio?
Fue pensado por el Inamu como homenaje por el aniversario del centenario del natalicio de Leda, que se cumplió en diciembre del 2019. La idea era sacarlo durante el 2020, pero la pandemia atrasó el plan. Por un lado entendiendo la necesidad de reeditar gran parte de dos álbumes que editó en vida, entre fines de los 60 y los 70: “Canciones arcaicas del Norte Argentino” y “Canto vallisto con caja”, y que estaban agotadísimos desde hacía muchos años y nunca más se volvieron a reeditar, donde ella sistematizó las melodías y el toque de caja, y las coplas con sus motes de estas recopilaciones a modo de cancionero, con sus respectivas partituras con su notación musical, como herramienta didáctica para que maestros de música pudieran multiplicar estos repertorios. Y por otro lado, pintar su genio y figura a través de fragmentos de sus propios escritos, revelando algunas de sus composiciones, e incluso sus incursiones en la música electroacústica, actividad en la que fue pionera y muy poco se conocía al respecto. Y a través de distintos testimonios sobre ella, como mencioné en la respuesta anterior.
¿Cuál fue tu rol en ese proceso?
Mi rol fue el de supervisar las transcripciones y el copiado de las partituras, colaborar en la selección del repertorio a publicar, la de conseguir testimonios de distintas personalidades de la cultura que la han conocido en profundidad, corregir cualquier dato erróneo que no coincidiera con la realidad, aportar sugerencias, referencias, comentarios y parte del material fotográfico.
De algún modo es un trabajo que se puede utilizar para conocer nuestra música y hacer que se cante en diferentes puntos de la Argentina. ¿Lo ves de ese modo?
¡Sí, seguro! Poner a circular este libro a modo de torrente multiplicador con alcance en todas las escuelas de música del país, es una forma de democratizar este patrimonio y federalizarlo, ponerlo al alcance de todos y todas. Y también puede como fuente de consulta para músicos y músicas de todo el país que quieran incorporar este material a sus repertorios y de este modo hacerlo con una base de información más sólida, porque por lo general cuando lo abordan se denota escaza profundidad en el conocimiento de los mismos y se los reproduce en muchos casos no respetando la melodía, y desde una perspectiva colonizada que nada tiene que ver con la esencia de estas manifestaciones y por lo tanto pierde su magia y sabiduría ancestral. También desde hace unos días está en la página del Inamu a disposición para descargar una copia en pdf totalmente gratuita.
¿Dónde radica la importancia del trabajo de Leda?
En lo visionaria que fue, en esa capacidad que tuvo de ver y escuchar más allá del común de los mortales y poner en valor estos repertorios, y jugarse de lleno por ellos, no solo en el ámbito de la recopilación sino también en el de la divulgación, que era su mayor preocupación, donde ella puso más el acento: darlos a conocer, cantarlos y hacerlos cantar. Sin ser una científica de la etnomusicología sintió el deber de mostrarlos, transmitirlos desde su rol de artista, cantándolos y enseñándolos a cantar en la urbanidad, en otro tipo de paisajes y en culturas más eclécticas, demostrando que son modos de expresión que tiene que ver con la esencia del ser humano y que lo vincula con su cosmogonía, más allá del lugar y el espacio en el que le toque vivir. Ella solía decir “no soy una investigadora que canta, sino una cantora que investiga“.
Y por otra parte fue una gran enlazadora de mundos y universos. Trajo a Buenos Aires por primera vez a cantar a una bagualera amaicheña de Tucumán, como Gerónima Sequeida, o a Tomás David Vázquez, de Guachipas, Salta, por mediados de 1983, en el estadio de la Federación de Box, en el barrio de Almagro, y nos hizo estremecer a los urbanos escuchando en vivo a esas voces vibrantes y ese modo de cantar desmesurado, ululante, indómito, como a ella le gustaba definirlo: “canto metafísico del desamparo”, vinculando a la baguala con el blues, o con los cantos tibetanos. Fue la primera en hablar de cantos cósmicos, viscerales, del rugido inmemorial del ser humano como canto planetario. Fue capaz de reunir en un disco y en un mismo escenario algo inédito como a cultores del rock, con bagualeros y bagualeras originarios, con cantantes folclóricos y con alumnos que integrábamos esas imponentes comparsas de canto colectivo, como por ejemplo en «Grito en el Cielo». Sin duda cada una de sus acciones fueron revolucionarias en el mundo de la música y de la cultura, dejando huellas profundas, marcando un antes y un después.
Foto/fuente: Télam