«Mamá hacé algo»
La lucha de las madres víctimas de trata
por Miranda Carrete
Para Margarita Meira marzo es un mes duro, lo dice con la voz un poco quebrada y comienza a enumerar: “se cumple un nuevo aniversario del femicidio de Susi, el 20 marzo falleció mi marido, también se cumplen 17 años de la desaparición de Florencia Penacchi, un año sin noticias de Tehuel en Buenos Aires, de Brisa en Barracas, ni de Guadalupe en Mendoza. Todxs jóvenes desaparecidos en democracia”. Margarita lucha contra la trata con fines de explotación sexual hace más de 30 años. Su hija, Susana Betker, fue secuestrada por una red de trata en 1991 y luego asesinada el 23 de marzo de 1992. Desde ese entonces comenzó un camino que implicó el acompañamiento y rescate de víctimas de trata.
El primer frío del año la encuentra en Plaza de Mayo, junto a otras familias en la ronda que hacen las integrantes de la ONG Madres Víctimas de Trata, los terceros viernes de cada mes. La organización está conformada por madres que buscan a sus hijxs. Junto con Margarita, gestionan una casa refugio y un comedor en el barrio porteño de Constitución, donde reciben a sobrevivientes de trata.
Desde periódico VAS nos acercamos para conocer cómo funciona el espacio después de tantos años de lucha autogestiva.
“Funciona a pulmón, con la diferencia de que ya no pagamos alquiler y eso es un alivio. Nosotros trabajamos en todo el país. En Santa Fe abrimos una sede hace dos meses. También estamos en Chubut, Córdoba y nos queremos seguir ampliando. Sólo que todos los gastos de traslado corren por nuestra cuenta, es terrible el gasto que tenemos. Es por eso que hacemos actividades, pedimos colaboraciones, vendemos libros para generar esos fondos y sostener el espacio, dice Margarita Meira.
¿Qué rol ocupa hoy la casa de Madres Víctimas de Trata?
En este momento estamos dando contención, haciendo talleres. Está en funcionamiento el grupo de legales y psicólogos que acompañan. Hacemos de todo para que las chicas también puedan entretenerse. Estamos haciendo talleres de oficio como costura, velas artesanales, pedicura, manicura, todo lo que sea con salida laboral, así pueden tener un trabajo y un ingreso. Es todo muy difícil porque es a pulmón. Hoy, hay seis chicas rescatadas. Estamos medio desarmadas porque hace tres meses una joven que vivía en la casa se suicidó. Cuando me voy aflojando, la salvé a otra en el límite, aún está internada. Esto es grave, da cuenta de estas violencias. Lo que sufren las pibas que son rescatadas, que también se quedan pensando en las que quedan secuestradas. Nos gustaría poder alquilar un lugar más amplio dónde cada una pueda tener su espacio.
¿Qué apoyos está recibiendo a nivel institucional?
Hace muchos años con mi marido empezamos a caminar los distintos despachos de los funcionarios de gobierno pidiendo ayuda, pero nunca la recibimos, siempre nos han mentido o nos mandaban del Ejecutivo a Cancillería, de Cancillería al Ejecutivo. La ministra Elizabeth Gómez Alcorta, no nos recibe. Se esconde. Ni ella, ni el secretario de DDHH, ni el presidente.
¿Y por qué creen que no les escuchan desde el Gobierno?
Ellos no quieren que se visibilice la trata en Argentina. Sin embargo hace unos años se contactaron de Naciones Unidas y la Unión Europea para reconocer nuestro trabajo. Descubrimos que una víctima de Uruguay nos nombró en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y visibilizó nuestro trabajo. En ese momento la Comisión nos derivó a la Unión Europea. Hoy estamos muy contentos porque en abril viene una comisión de países que tienen un área de trata, se va a hacer un encuentro y esperamos que nos den una mano.
¿Cuál es el rol de la sociedad en este tema?
Los prostíbulos son centros clandestinos de violación, el estado es responsable. A las madres de plaza de Mayo les pasaba lo mismo, les decían que eran unas viejas locas. Yo siempre acompañé a las madres, tuve a mi marido secuestrado. En ese momento la sociedad fue aprendiendo con el tiempo y esto es lo mismo. Yo creo que un día el pueblo se va a poner de pie, va a poder decir que la trata es un negocio millonario.
¿Cómo es el trabajo que hacen en otras provincias?
En Santa Fe, la verdad es que las chicas no hablan, no quieren hablar de trata. Porque ellas saben que los funcionarios y los políticos están involucrados y tienen miedo de un ajuste de cuentas. Es necesario que las chicas digan su verdad. Hay casos muy graves en esa provincia y en Chubut también. Por eso cada vez necesitamos más ayuda, para acompañarlas. Yo quiero conseguir comida, porque es un día menos que esa piba va a estar en la esquina, o un día menos que el fiolo le está pegando. No damos abasto.
El 8 de marzo de 2021, el influencer Santiago Maratea convocó a sus seguidores a que donaran “lo que puedan” para evitar el desalojo de la sede de Madres Víctimas de Trata y que puedan comprar la casa. En menos de 24 horas consiguió 8 millones de pesos. De esa manera pudieron comprar la propiedad. ¿Cómo vivieron ese momento?
Estamos muy contentas, ahora nos dijo que quiere colaborar por 10 años. Eso sería un gran alivio. Santi logró que con pocos pesos cada uno, juntemos 8 millones, lo que hizo es increíble. Él dice que era un sábado a la noche y que estaba cenando, recibe nuestro mensaje y nos empezó a googlear y cuando nos vio no podía creer que estas cosas pasaran en Argentina. El domingo a la mañana empezó a pedir colaboraciones. Ese fin de semana había una actividad en el CKK, por el día internacional de la mujer, pero no nos dejaron participar y con las madres pusimos un stand afuera. Ese día vino Santi. Apareció a las 4 de la tarde, fue increíble, empezó a filmar y a preguntar por qué no estábamos adentro. Le contamos que nos habían dejado afuera. Yo llevé los carteles de las víctimas y con un micrófono empecé a hablar, él se emocionó mucho. El lunes vino a la institución, sacó fotos, estaba toda la gente del comedor. Vió la cantidad de gente que recibimos, habló con la abogada sobre la problemática de la trata de personas con fines de explotación sexual en el país. En un día juntó los 8 millones. Yo no lo podía creer, me temblaba el cuerpo, gracias a eso hoy no pagamos alquiler.
El espacio de Madres Víctimas de Trata también tiene como objetivo el encuentro entre familiares, que comparten el mismo dolor y la misma búsqueda, para poder juntxs pensar alternativas y acciones, ante la falta de respuesta de las autoridades. ¿De dónde sacan fuerzas para poder impulsar el espacio?
Mirá, mi hija era una militante como yo, militaba en la parte social. Me acuerdo que siempre me decía mami hace algo, hace algo. Bueno, a mí cuando ella me faltó es como que siempre me está diciendo: mamá hace algo. Esta es mi venganza, una venganza con justicia. Voy a trabajar hasta que me muera luchando por este tema. No quiero que los políticos sigan traicionando a todas las madres como me pasó a mi. Tenemos que cambiar esto, no puede ser que se sigan llevando a nuestros chicos. Una piba que desaparece es una familia que queda destruida, económica, moralmente. Yo lo viví con mi familia y es muy doloroso.
En Argentina, la trata de personas con fines de explotación sexual es considerada un delito, a nivel internacional es un delito de lesa humanidad. Además, es el tercer negocio mundial que más dinero recauda. Organizaciones como Madres Víctimas de Trata buscan modificar esta realidad, generar espacios de encuentro entre quiénes están buscando a sus hijxs y un refugio, para quienes sobrevivieron. Exigen al Estado políticas públicas para dejar de buscar solas, no porque no puedan, sino porque se hace insostenible. Todos los terceros viernes de cada mes las podés encontrar en Plaza de Mayo, dónde realizan rondas, se acompañan, escuchan y se dan fuerzas para seguir.