Me acepto rotundamente, negra, libre, hermosa
“Me niego rotundamente a negar mi voz, mi sangre y mi piel, y me niego rotundamente a dejar de ser yo, a dejar de sentirme bien cuando miro mi rostro en el espejo con mi boca rotundamente grande y mi nariz rotundamente hermosa y mis dientes rotundamente blancos y mi piel valientemente negra. Y me niego categóricamente a dejar de hablar mi lengua, mi acento y mi historia, y me niego absolutamente a ser de los que se callan, de los que temen, de los que lloran, porque me acepto rotundamente libre, rotundamente negra, rotundamente hermosa”.
Shirley Campbell Barr, escritora y antropóloga afrocostarricense.
por Rocío Bao
Negra de mierda, puta, sucia, volvete a tu país… ¡Negra, negra, negra!
Les gritan así por la calle, a plena luz del día o de noche. Las observan como a un cuerpo permeable, tendiente a la prostitución, y utilizan adjetivos unidos al color para hacer mención de lo malo, lo sucio, lo sexual o lo pagano. Continúan los prejuicios, los estereotipos que colocan a la mujer afrodescendiente bajo un doble avasallamiento, por ser mujeres y por ser negras.
Cinco siglos igual
Los arribos de barcos cargados de esclavas y esclavos africanos en tierras latinoamericanas, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, han dejado rastros en la sociedad que, a falta de una concientización más contundente, continúan acosando y generan la idea en el imaginario colectivo de una raza casi desaparecida, que no merece valoración alguna.
“Nosotros consideramos que la trata esclavista fue el primer genocidio que no está reconocido a nivel mundial, porque hablamos de genocidio armenio, judío, pero no hablamos de los 500 años que duró la trata esclavista. Cinco siglos igual”, reflexiona la activista Sandra Chagas, integrante del Movimiento Afrocultural, quien se enorgullece de ser afrocandombera, lesbiana y feminista. Y recuerda que aquí, en Argentina, “en las grandes estancias, que estaban lejos de los pueblos y a su vez, los pueblos lejos de las grandes ciudades, las mujeres afro la pasaron peor, porque eran violadas para generar más esclavos, para generar más mano de obra barata”.
Quinientos años después, la enseñanza escolar y minúscula acerca de la mujer negra en Argentina nos invita a recordarlas meramente como vendedoras de empanadas calientes en fechas patrias, omitiendo sus pesares, su lucha constante por la reivindicación de sus derechos y su participación en la construcción cultural.
Y así, poco se habla de la existencia de la ley Nº 26.852, que declara el día 8 de noviembre como el “Día del afroargentino/a y de la cultura afro”, para conmemorar el fallecimiento de María Remedios del Valle, una mujer negra argentina que combatió durante la Guerra de la Independencia y a quien Manuel Belgrano le confirió el rango de capitana del ejército.
Negras sí, invisibles no
La voluntad sistemática de invisibilizar a la raza negra, a los afrodescendientes, no sólo responde a los sucesos del siglo XIX, como la fiebre amarilla y la Guerra del Paraguay, o a la idea de que europeizar y “blanquear” todo era el camino correcto. Basta con remitirnos unos pocos años atrás, al Gobierno de Carlos Ménem, cuando afirmó en una entrevista que en Argentina no había negros ni negras, que ése era un problema de Brasil.
Otro caso representativo sucedió en 2002. La afroargentina María Magdalena Lamadrid fue detenida durante seis horas en el aeropuerto de Ezeiza -cuando se disponía viajar a Panamá- acusada de portar un pasaporte falso. “Porque no podía ser argentina si era negra”, según la funcionaria de Migraciones que alertó de la situación.
Sandra Chagas es consciente de que “el racismo existe desde siempre, siempre la negación de la negritud, y siempre ver lo negro como feo. ¿Quién puede sentirse empoderado, decir yo soy negro, si todo el tiempo te están diciendo negro de mierda, negro sucio, negro de esto, negro de aquello? Cualquier adjetivo negativo se lo aplican al negro. Y cualquier adjetivo que esté emparentado con algo bueno, limpio, claro y puro, es blanco. Pero nosotros, la población negra, como negros reivindicamos nuestra negritud. A mí no me molesta ni me va a molestar jamás que una persona me diga negra. Sí me molesta el adjetivo calificativo que se ponga al costado, eso sí es absolutamente discriminatorio, molesto, racista, xenófobo y violento”.
De encuentros y necesidades
Ante la discriminación, xenofobia, violencia machista y racista, las mujeres afrodescendientes entendieron la necesidad de acentuar y ampliar su lucha en diversos países de la región, a través de la conformación de encuentros internacionales, asambleas, organizaciones, teatro y diversos movimientos.
El 25 de julio de 1992, en Santo Domingo, se estableció el “Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente”, que tuvo como base fundadora el Primer Encuentro de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas.
Alejandra Egido, actriz y directora cubana, residente en Argentina e integrante de Teatro en Sepia, tuvo la oportunidad de presentar la obra “Afrolatinoamericanas. De voces, susurros, gritos y silencios” en la Segunda Asamblea, concretada 21 años después de aquel primer encuentro.
“De esa Asamblea salimos con la decisión de convertirnos en la Asociación Civil que actualmente somos -dice Sandra Chagas, que participó en la puesta-, y con la decisión de presentar nuestra obra en todos los espacios posibles del país, haciendo visible a la mujer afro, a sus luchas, logros y pesares ante la sociedad. Hace unos días, regresamos de la Primera Cumbre de Lideresas Afrodescendientes de las Américas, en Managua, Nicaragua, donde presentamos nuestra obra Afrolatinoamericanas… ante 355 mujeres negras de 22 países del continente”.
Si bien Argentina, junto a otros países de la región, adquirió compromisos internacionales con su participación en, por ejemplo, la Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban, en 2001, aún queda mucho trabajo para fortalecer desde lo institucional la lucha de la mujer afrodescendiente en el país.
“No es fácil para todas establecer denuncias, o dar a conocer a voz en cuello la situación de marginalidad, racismo, sexismo o cualquier maltrato que padezcan.
Hay muchas cuestiones que evaluar, por ejemplo, si la mujer es negra y no tiene dónde ir… O sea, yo estoy hablando de compañeras, no es tan fácil a veces hacer una denuncia. Sí acompañamos y buscamos ayudar de la mejor forma posible, para que esa vida sea preservada ante una violencia que excede todo tipo de lógica”, cuenta Chagas.
Violencia racista y muerte
Casos de violencia registrados en el país por la Casa del Encuentro.
*31 de julio de 2014. Sire Sama, una chica senegalesa de 22 años con apenas tres meses de residencia en la Argentina, fue humillada, insultada y golpeada por el encargado del edificio de Rivadavia 2631, en Once. Ese hombre le tiró al piso el avión de juguete que Sire vendía, pateó los cajones que sostenían su puesto de trabajo, y la golpeó en la panza y en el cuello gritándole: “Negra de mierda, no te quiero ver por acá”. Mariama, su hermana, fue a pedir ayuda al policía destacado en la zona. Y el policía en vez de intervenir en la violenta situación, atento a la condición de extranjera de Mariama, le explicó: “Acá se le pega a la mujer”. La denuncia fue presentada en la Fiscalía Correccional Nº 10.
Los cuatro casos siguientes pertenecen a mujeres negras y dominicanas.
*Octubre de 2012, la joven Miguelina Torres Peña, de 22 años, recibió un balazo en el pecho en un episodio confuso que al principio parecía suicidio, pero luego los investigadores dudaron y esperan las pruebas científicas para determinar si había pólvora en sus manos. Hasta el momento no se halló mayor información.
*Octubre de 2010, la dominicana Mairel Mora de 31 años fue asesinada a golpes e incinerada. Su cuerpo fue encontrado en una obra en construcción. Los datos periodísticos son que, aparentemente, esta mujer ejercía la prostitución. Residía hacía 15 días en Olavarría, provincia de Buenos Aires, donde convivía con otras mujeres y tenía tres hijos menores.
*Septiembre de 2009, una mujer negra de 39 años sin identificar, residente en Constitución, fue asesinada a golpes, degollada y apuñalada. Su cuerpo semidesnudo, apareció dentro de una bolsa de residuos en un volquete cerca de Humberto Primo y Virrey Ceballos. Se estima una situación de prostitución.
*18 de marzo de 2008, el cuerpo de Dilene S., de 21 años, fue encontrado sin vida, apuñalado en un hotel de San José al 1000, en la Ciudad de Buenos Aires.
Las luchas de la mujer afrodescendiente
Además de la violencia verbal y física, la mujer afrodesdenciente en Argentina debe luchar más que cualquier mujer contra otras formas de discriminación.
Alejandra Egido, integrante del Teatro en Sepia, da cuenta de que “la primera dificultad que enfrenta la mujer afroargentina es que no será reconocida por sus compatriotas, que dan por sentado que todos los afroargentinos/nas murieron y que la población argentina, sólo desciende de migrantes europeos. Si consigue pasar este primer obstáculo, entonces tendrá que enfrentar los parámetros racistas que sólo la ubicarán trabajando en el servicio. Y será toda una lucha, casi inhumana, para conseguir un nivel universitario, porque es un grupo étnico que pocas veces vive en la capital; tienen que trabajar desde temprana edad y pagar altos pasajes para transportarse y para estudiar en la UBA, por ejemplo”.
Por eso, Alejandra Egido insiste en que para llevar a cabo una lucha efectiva, “lo primero que se debe hacer es un estudio estadístico de la comunidad afrodescendiente en la Argentina con datos desagregados, teniendo en cuenta ítems tales como sexo, edad, composición étnico racial, acceso al trabajo, a la salud y a la vivienda, entre otros indicativos, que nos permitan conocer con profundidad la circunstancias de vida de las y los afrodescendientes. Y que este estudio esté acompañado por campañas culturales que contribuyan a construir en la sociedad categorías de auto-identificación, y que ayude también a concientizar a la sociedad sobre la historia y la cultura de las y los afrodescendientes y la importancia de construir una sociedad integradora”.
Egido considera que este proceso permitirá diseñar, sobre datos fidedignos, programas y políticas públicas que disminuyan las desventajas e injusticias que, como grupo étnico y como mujeres, padecen desde hace cuatro siglos.
El orgullo de la mujer negra
A modo de reflexión, Alejandra Egido concluye: “Nosotras, las actrices de la obra «Afrolatinoamericanas….», unimos nuestras voces al resto de las demandas que hace el movimiento feminista y de mujeres del país. Y compartimos un espacio: el Parlamento de las Mujeres de la Legislatura Porteña. Todo movimiento social tiene sus tiempos, pero existe un feminismo negro, eso es indudable”.
Cabildo de Mujeres Afrodescendientes
Hoy la comunidad de Mujeres Afordecendients celebrará un Cabildo Abierto para debatir temáticas de inclusión, educación, género, racismo, sexismo, entre otras. La cita es en la intersección de calle Bolívar y avenida de Mayo. Del debate emergerá un documento que será presentado en el Encuentro Nacional de Mujeres en la Provincia de Chaco, en octubre de este año. El cabildo abierto o asamblea comenzará a las 17 y se extenderá hasta las 19, momento en que el público en general podrá participar de la lectura de lo debatido.
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