¿Mercado Libre es una bomba de tiempo?
por Julián Zícari*
Hoy en día, Mercado Libre es la empresa más grande de Argentina si consideramos su valor en la bolsa. Opera como plataforma de comercio electrónico en 18 países de la región. El crecimiento de su facturación en dólares ha sido exponencial en los últimos 10 años, reportando en varios de ellos subas anuales entre el 60 y el 80%.
Este espectacular crecimiento, igualmente, también enciende algunas alarmas, pues parece haberse convertido en un pulpo empresarial cada vez más difícil de dimensionar, con tentáculos en muchos sectores económicos: maneja parte del sector financiero a través de Mercado Pago, también el sistema de cobros comerciales, da préstamos, se pagan impuestos, se cobran planes sociales y jubilaciones. Y a su vez, tiene una empresa propia de logística, una de publicidad, y ha lanzado su propia plataforma de streaming en la que se ven películas y series -asociándose con Disney y apuntando a competir con gigantes como Netflix-.
Pero todo esto es en realidad poco, ya que no sólo controla gran parte del comercio electrónico minorista y mayorista del país y de la región, y el sistema de pagos, sino que también se está adueñando del mercado inmobiliario y del automotor, busca que se utilice su billetera electrónica para el pago de sueldos y también está incursionando en la comercialización de marcas propias -como en la línea textil llamada de blancos: toallas, sábanas, acolchados, etc., y en la venta de seguros, comestibles y pasajes-.
Al ver todo esto, no es difícil preguntarse si no se está gestando una bomba de tiempo empresarial, que dentro de poco será imposible de controlar y que se adueñará de todos los sectores claves de la economía argentina.
Capitalismo de plataformas
Dado su valor de mercado, Mercado Libre ha opacado a la que fue históricamente la empresa nacional más cara, YPF, una petrolera, y también al conglomerado privado industrial de Techint, ligado al acero. Es decir, los rubros insignias del capitalismo del siglo XX, como petróleo y acero, fueron eclipsados por una empresa que opera en internet y que funciona a través de algoritmos, datos y plataformas digitales. Un cambio de época al que es necesario prestarle atención.
El viejo mundo real de las fábricas y chimeneas parece estar dando vida a otro llamado “capitalismo de plataformas” y es el fenómeno económico que hoy está impactando de lleno no sólo en Argentina, sino también en el mundo. Hace 30 años, los rankings de las diez empresas más importantes del planeta estaban dominados por automotrices, petroleras y bancos. Hoy ya no es así: son las grandes corporaciones ligadas a la tecnología e internet las que más facturan en el mundo. Apple, Instagram, Google, Amazon, Facebook. Sus dueños son quienes encabezan los rankings mundiales de millonarios: Jeff Bezos, Bill Gates, Elon Musk… Y en Argentina la persona más rica es Marcos Galperin, dueño de Mercado Libre.
Las grandes plataformas como eBay, Amazon o Mercado Libre avanzan y dominan espacios, generan su propio ecosistema -con medios de pagos propios, sistemas de envíos, alojamiento digital o control de información para la venta de publicidad- concentrando mercados y en gran medida apropiándose de valores ajenos. Las grandes empresas del capitalismo de plataformas, en verdad, prosperan gracias a un esquema de extractivismo de datos, de evasión o elusión de impuestos, concentración de mercados, aplicación de algoritmos interesados, la desterritorialización del capital, y por la enorme precarización laboral que generan… pero se presentan como una “economía colaborativa” o “moderna”.
El dinamismo del nuevo capitalismo no apela al petróleo como su materia prima central, sino a los “datos”, que estas empresas obtienen de modo fácil y gratuito de sus usuarios, para luego venderlos, utilizarlos para retener consumidores, manipularlos con sus algoritmos y envolverlos en sus ecosistemas. De modo que el extractivismo, la venta y control de datos son los principales insumos de este nuevo capitalismo.
Y vemos que de verdad no hay nada de “economía de colaboración” (como pretenden presentarse), porque estas empresas-plataformas no apelan a la gestión democrática, no quieren que se fiscalicen sus actividades, se desentienden de los impactos sociales y territoriales que producen, no distribuyen equitativamente la riqueza que generan, ni trabajan con protocolos de datos abiertos, programas comunes o gestiones inclusivas. Más bien, en los hechos, terminan por mostrar los rasgos más abusivos y predatorios del capitalismo tradicional.
Mercado Libre y los favores del Estado
El discurso del fundador y CEO de Mercado Libre, Marcos Galperin, es fuertemente liberal, anti-estatista y tiene una clara orientación ideológica: detesta al peronismo, al kirchernismo, a las regulaciones y se identifica con gobiernos de derecha empresarial como los de Macri y Milei.
Las batallas políticas de Galperin se expresan en sus comentarios en Twitter, en las conferencias que suele dar, y en sus cambios de domicilio: cada vez que gana el peronismo, se va a vivir al Uruguay. Esto último no es, igualmente, inocuo: ya que no sólo es para demostrar rechazo, sino también una declaración de principios. Dice que le gusta Uruguay “porque puede pagar menos impuestos”.
No obstante, más allá de su pose libertaria, que lo haría un defensor del anarcocapitalismo, de la desterritorialización y de saltar barreras geográficas, la realidad es muy distinta en los números. Porque Mercado Libre ha obtenido una larga serie de beneficios por parte del Estado argentino: se beneficia de la Ley de Software y también de la Ley de Conocimiento que, entre otras prerrogativas, le permiten a la empresa reducir el 70% del pago de las contribuciones patronales, el 60% en el pago del impuesto a las ganancias y estabilidad fiscal. Y no tiene que pagar nuevos impuestos o cargas de las distintas jurisdicciones. Todos estos beneficios son enormes, y es muy discutible que los reciba.
Recordemos que estos regímenes fueron creados, paradójicamente, por gobiernos kirchneristas para promover las actividades tecnológicas. Sin embargo, Mercado Libre se ha adherido a ellos sin ser, en verdad, una empresa de tecnología, por lo que la AFIP más de una vez ha intimado a la empresa a la devolución de las grandes prebendas que se quedó. Y los gobiernos amigos -como el de Macri- han ayudado a frenar esos conflictos.
No fueron esos los únicos beneficios que obtuvo Mercado Libre de sus buenos contactos con el macrismo. Se pueden sumar dos más. Uno, tiene que ver con los préstamos multimillonarios que ha obtenido del Banco Nación -cuando Macri era presidente- a tasas preferenciales. El otro beneficio fue todavía mayor: apenas 10 días antes de que terminara el gobierno de Cambiemos, logró la ratificación del convenio colectivo laboral para someter a sus empleados a un régimen de trabajo ultraprecarizado.
Dicho convenio no sólo alejó a los trabajadores de Mercado Libre de la posibilidad de tener un gremio fuerte que los respaldara, como los camioneros de Moyano o los bancarios de Palazzo (ambos sindicatos con excelentes paritarias y salarios), sino que fue la puesta en práctica de la flexibilización laboral que el macrismo pregonaba: le permite a la patronal expandir la jornada, si así lo desea, otorgar vacaciones arbitrariamente, fraccionar o interrumpir los descansos de los fines de semana. También creó un banco de horas, impone los turnos rotativos, destruye el sistema de categorías en reemplazo de la polifuncionalidad del trabajador, facilita las suspensiones, obstaculiza las huelgas y la representación sindical. A esto último, se sumó que el mes pasado la empresa dejó de pagar las horas extras. Como vemos, es neoliberalismo en estado puro.
Milei, Mercado Libre y la Educación
Y aún se pueden sumar más beneficios obtenidos por la empresa Mercado Libre de parte del Estado y del entorno argentino. Ya que la creación de valor se hace el 100% en nuestro país: es Argentina la que le ofrece a la empresa políticas públicas para ello, con la mayor cantidad y calidad de cuadros, personal y trabajadores en tecnología de la región, formados en las Universidades Públicas -como programadores, ingenieros, informáticos, etc.-, profesionales de altísimo nivel pero con salarios latinoamericanos, lo que le permite a la empresa ser competitiva a nivel internacional y dominar el comercio electrónico en la región. Contratar una calidad de personal similar, por ejemplo, en Alemania o Noruega, o tener oficinas allí, le costaría varias veces más.
Fue por esto por lo que, tras 120 días de gobierno de Milei, se sumaron nuevas polémicas. Con una economía argentina muy castigada, que hace crecer el número de pobres día a día, y una recesión que no encuentra piso, muchos sectores están al borde del colapso, como las Universidades Públicas que tanto benefician a Mercado Libre.
En este contexto, el vicerrector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Germán Pinazo, hizo una observación sorprendente, señaló que con las exenciones impositivas que tiene Mercado Libre de $100 mil millones al año, es posible sostener todo el sistema universitario de la Argentina, que es de $80 mil millones.
Conclusión: el gobierno de Javier Milei dice, por un lado, que “no hay plata” para la educación, salud o jubilaciones, pero por el otro subsidia a la empresa más grande de Argentina y a la persona más rica del país.
Una expansión peligrosa
A pesar de todos sus puntos críticos, Mercado Libre no para de crecer y también de generar puntos de conflicto. Por ejemplo: su avance en el sector financiero, a través de Mercado Pago, ha sido enorme. De hecho, tuvieron que unirse todos los bancos para lanzar una propia billetera virtual, Modo, amenazados por el avance.
Galperin se enorgullece de esto, diciendo que su empresa genera “inclusión financiera” y que también “democratiza las finanzas”. Si bien hay algo de verdad en ello, también hay peligros: su estrategia se basa en gran medida en los usuarios no bancarizados, que son el segmento más débil y vulnerable del mercado, permitiendo que existan abusos. Además, Mercado Pago funciona como una financiera, no como un banco, lo que le permite evadir varias regulaciones del Banco Central, y puede cobrar tasas usurarias.
Con respecto a la expansión del comercio que genera la empresa, es también verdad que lo dinamiza y permite que muchas empresas y familias vendan sus productos en Mercado Libre. No obstante, también aquí hay peligros: las comisiones que cobra por ventas, financiamiento, envíos, publicidad y demás, hacen que los costos de operar con la empresa hagan subir casi un 30% los productos, lo cual indica que no genera eficiencia en los precios y que su control del mercado, al tener una posición dominante, le permite actuar casi sin limitaciones, con riesgo de abusos.
A su vez, su estilo de comercialización trae el peligro de la concentración geográfica, afectando fuertemente a las economías provinciales. Porque éstas, al tener mercados reducidos, se encuentran con muchas dificultades para competir con los mayoristas de Buenos Aires y zonas metropolitanas. En muchos casos, esos mayoristas cuentan con ventajas en logística y ofrecen bajos costos por traslados, con precios menores, lo que hace que los usuarios no compren en sus comercios locales, destruyendo la cadena de valor provincial. Y así toda la economía se concentra más en el AMBA, con productos comprados en ciudades y provincias distintas a las suyas, pero que destruyen el ecosistema local y regional.
Como vemos, los problemas que genera Mercado Libre no son pocos, sino que es un gigante que todo lo está dominando y actúa como una peligrosa bomba lista a estallar. Puede condicionar el comercio, puede forzar marcos laborales precarizados, debilitar las políticas públicas, generar concentración económica, consumidores débiles, perjudicar las economías regionales, aumentar las desigualdades sociales, y consolidar un tipo de economía más injusta, regresiva y precaria.
Mercado Libre es la insignia mayor del capitalismo de plataformas en el país y en la región, y por esto mismo, el centro ilustrativo de las disputas actuales que van a tender a consolidarse en el futuro. Mientras más tardemos en estudiar estos fenómenos, más tardaremos en reflexionar y actuar sobre ellos.
*Julián Zícarí es doctor en Ciencias Sociales, magister y especialista en Historia Económica, licenciado en Psicología licenciado en Historia, licenciado en Economía, y autor del libro República Mercado Libre. La empresa más grande de la Argentina y los riesgos de la economía de plataformas.