¿Mirarse en el espejo o generar comunidad?
Por Norberto Rodríguez*
La cultura fashion y del gimnasio-shopping
En los últimos tiempos los gimnasios comerciales, los que llamativamente comenzaron a abundar, han introducido en el mercado formas metodológicas -generalmente basadas en un supuesto marketing moderno- que, a pesar del esfuerzo de imitación que llevan adelante, no pueden desconocer ni olvidar su origen. No es una crítica a estos emprendimientos, en tanto legítimas expresiones de la actividad comercial. Lo importante es evitar la confusión y comprender la diferencia de enfoques y por encima de ello la orientación y los fines que se persiguen. Comparativamente con las instituciones con reconocida trayectoria, expresan una categoría conceptual de muy distinta entidad.
Cosa diferente es hablar de los gimnasios que son parte de la oferta programática general en instituciones relevantes, que son muchas y de excelente jerarquía y nivel. En tales instituciones el gimnasio, así como toda otra instalación o actividad, se convierte en un valioso medio, una herramienta para un propósito más amplio e integral. Es decir, deja de ser un recinto inexpresivo y un fin en si mismo para transformarse en un espacio de convivencia y creatividad humanas. No es un dato menor que en estas mismas instituciones -que por otra parte cuentan con gimnasios estupendamente equipados- se enfatice la práctica de deportes no competitivos por cuanto contribuye a generar comunidad y solidaridad entre los participantes y a atenuar cierto autismo y el efecto narcisista que suele provocar la utilización de aparatos individuales. Históricamente, son también estas instituciones las que están a la cabeza en términos de investigación y oferta de nuevos servicios, siempre direccionados a aportar a la calidad de vida de sus miembros.
Un país orientado a la sanidad debe promover la actividad física de sus habitantes. Más y más se convertirá en un derecho humano que no podrá obviarse. Las estadísticas demuestran que una minoría porcentual es la que practica, regularmente, alguna actividad física, incluyendo algún deporte. Ese porcentaje disminuye todavía más cuando se mide cuántas de las personas que lo hacen acceden realmente a una adecuada orientación. La actividad física sin una evaluación previa, sin la adecuada prescripción y sin sistemáticos controles puede pasar de la categoría de benefactora a la de totalmente negativa para la salud. Hoy, complementariamente, es imprescindible incorporar el asesoramiento nutricional si se aspira, seriamente, a lograr resultados globales efectivos.
La actividad física requiere como condición ineludible e indispensable, un examen médico completo previo. No basta con un examen cuando alguien se incorpora sino que debe haber un seguimiento y control de su evolución. Esto requiere de una infraestructura compleja, tanto en recursos humanos como en equipamiento. Cada persona en tanto individuo debe acceder a su rutina, la que es diferente de la de otro por más que haya similitud de edades o procedencias. Esta rutina surge de una prescripción basada en la medición de sus cualidades físicas y no de una receta empírica. Es inaceptable la teoría de que estos procedimientos deben reservarse sólo para los deportistas de elite, ya que al hablar del deporte y de la actividad física nos estamos refiriendo a un concepto mucho más amplio: el de SALUD.
La experiencia nos dice que no adoptar estas precauciones es atentar, también, contra la esencia de la actividad física y negar que los accidentes, a veces fatales que cada año se producen, pueden y deben ser evitados.
* Secretario General de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA