“¡Norita!”
por Marcelo Valko
La última vez que nos vimos, fue en una ronda en Plaza de Mayo el jueves 30 de noviembre del año pasado. No estaba bien, cuando la saludé me dijo: “Marcelo, mira cómo estoy…!” Ella, tan vivaz, tan movediza, yendo y viniendo, no estaba bien y se sentía muy postrada en la silla de ruedas, pero allí estaba en su plaza. Recordé la vez que me retó cuando, al final de algún encuentro, me agaché para estar a su altura durante una foto. “¡Parate bien!” me dijo riendo; o aquella vez hace unos diez años o más que me la encontré un sábado por la tarde en un banco del Subte de la estación Diagonal Norte. Ella iba para dar una charla en la Villa de Retiro. Había tomado el tren en Castelar, la combinación y allí estaba en el andén casi desierto, solita, pequeña, invencible, aguardando el Subte para cumplir con una de las tantísimas invitaciones y acercar su palabra. Norita era esa clase de personas “milagrosas” capaces de crear salvavidas en los peores naufragios alentando a todos con su ánimo y su mágica sonrisa. Cuando llegamos a Retiro, le dije que la acompañaba, pero se negó. “Vos tenés que ir a la radio con ese periodista que te espera, voy sola, es acá nomás y es toda gente amiga, hay que multiplicarse…” Así me dijo. Nos separamos y la vi alejarse tan campante. La lucha la mantenía entera, lucida, inclaudicable. Había nacido en 1930 y tenía 94 años cumplidos y casi la mitad de ellos los pasó buscando cada día a ese hijo de sus entrañas que la dictadura cívico militar eclesiástica se llevó.
Su muerte es una tragedia, sobre todo en este contexto donde Le Cirque du Milei está en pleno auge y aun con apoyo, con varias funciones diarias destruyendo lo que tanto le costó crear a nuestro país… Algunos datos. Nora Morales de Cortiñas, conocida por todos como “Norita”, vivía en Castelar, en el Gran Buenos Aires y comenzó a militar en DDHH a raíz del secuestro y desaparición el 15 de abril de 1977 de su hijo Gustavo Cortiñas, militante de la Juventud Peronista. Gustavo era trabajador del INDEC y fue secuestrado por un Grupo de Tareas de la Dictadura en la vía pública, permaneciendo desaparecido desde aquel día hasta la fecha. En un reportaje declaró que “la desaparición de un hijo es como que te amputan. Te sacan un brazo del cuerpo. Te dejan sangrando por la herida y no tiene cura». A partir de ese momento, fue a la Plaza de Mayo y allí, en esa ronda y en esa lucha colectiva, su espíritu encontró cobijo. Se convirtió en Cofundadora de Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora). A diferencia de Hebe Bonafini jamás se “casó” con ningún gobierno, tal como Osvaldo Bayer, señaló que un organismo de derechos humanos debe tener independencia de cualquier gobierno o partido político, y quizás por eso se convirtió en “La Madre de todas las batallas” como acierta a titular su libro Gerardo Szalkowicz.
En estos momentos, al igual que tantas personas que vienen publicando fotos junto a ella, atesoro para siempre momentos compartidos con Norita. Elijo para esta nota, la imagen de la presentación del libro de Norberto Urso sobre Osvaldo Bayer que tuve el privilegio de prologar y donde Norita, fue la joya del panel que presentó aquella biografía de quien fuera su gran amigo de la vida y la justicia. Hoy, más que nunca, su lucha contra la desmemoria está vigente. Es lento, pero viene…