Norita: Luz entre las sombras
por Mariane Pécora / Rafael Gómez
Nora Morales de Cortiñas, más conocida como Norita, no siempre fue la figura pública del afiche que hoy inspira a tantas personas en Argentina y en el mundo. Antes de que la última dictadura cívico-militar-eclesiástica secuestrara a su hijo, Norita era una ama de casa típica, inmersa en las rutinas y los desafíos de la vida familiar. El secuestro de su hijo en 1977 marcó un punto de inflexión en su vida. Pudo declinar, pero fue el comienzo de una gran transformación. La ferocidad del terrorismo de Estado impuesto a partir del 24 de marzo de 1976, la despojó de su papel de madre, pero ella no se resignó, no toleró la mentira y la violencia, no se sometió ni se disolvió en el dolor; dio a su vida un sentido: inició un largo camino de activismo y lucha por los derechos humanos.
Lo primero que entrevió fue que ese camino, esa salida era colectiva. No se trataba de una desgracia individual y desconocida, como le decían los policías y los funcionarios con displicencia. Era algo que afectaba de alguna manera a todos. La salida era colectiva. Norita se unió a otras mujeres que, como ella, habían perdido a sus hijos, hijas, hermanos y hermanas. Juntas, formaron el movimiento de Madres de Plaza de Mayo que se convertiría en un símbolo de resistencia y emancipación ante la brutalidad de un régimen que había optado por la represión, el silencio y la desaparición forzada de personas, para someter e imponer los intereses de una elite.
Enfrentándose al miedo y a la violencia del gobierno militar, estas mujeres se organizaron para exigir verdad y justicia. A pesar de la displicencia, de las amenazas, de las desapariciones y los asesinatos de sus hijos, y también de algunas de ellas, las Madres y Norita se mantuvieron firmes en la lucha, multiplicándose, acudiendo a organismos internacionales, desafiando al régimen militar con su presencia en las plazas y en las calles.
En el afiche del documental «Norita», la figura de Nora Cortiñas emerge de un fondo oscuro, como un faro de luz en medio de la penumbra. Su mirada reflexiva, profunda y llena de determinación está enmarcada por el pañuelo blanco que cubre su cabeza. Es la señal colectiva de paz y reconocimiento que adoptaron las Madres en la primera marcha a Lujan que hicieron en 1977, cuando los militares, la elite y los afines al régimen las llamaban las «Locas de Plaza de Mayo”. Ese pañuelo que con los años se transformaría en símbolo de lucha y resistencia contrasta en el afiche con el rojo de su vestido, un color que evoca tanto la pasión como el dolor de una madre que ha enfrentado la desaparición de su hijo. En el centro de la imagen destaca la foto de Carlos Gustavo Cortiñas, su hijo, colgada como un medallón, un recordatorio constante de la injusticia que la llevó a convertirse en emblemática defensora de los derechos humanos.
La historia de Norita es una crónica de valentía y resistencia. Era ama de casa y modista. Y sus caminos, como marca una lúcida animación del documental, eran una sucesión de puntos que ella transitaba conformando un cuerpo. Desde su primera marcha en 1977, donde se unió a otras madres en la búsqueda de sus hijos desaparecidos, hasta su papel como portavoz de un movimiento que ha trascendido generaciones, Norita ha sido un faro de luz en las sombras de la historia argentina. Su lucha no solo se ha centrado en encontrar a los desaparecidos, sino que además ha abordado punteando temas más amplios (también desaparecidos) de justicia social, derechos humanos y de la memoria colectiva de un país que aún esconde las heridas de un pasado que no cicatrizan.
El impacto de las Madres de Plaza de Mayo ha sido profundo, y su legado sigue muy vivo en la memoria de quienes luchan por la verdad y la justicia, en Argentina y en el mundo. Norita, a pesar de los desafíos, las violencias y las pérdidas, ha demostrado que la resistencia puede tomar muchas formas, tener distintos vestidos. Su vida nos recuerda que la lucha por los derechos humanos es una cuestión de justicia, para hacer una sociedad mejor.
Madre de todas las luchas, hasta sus últimos días, Norita estuvo en cada una de ellas. Tantas que no las alcanzamos a abarcar. Mencionemos algunas. Embajadora en la cruzada de mujeres y diversidades por el derecho a la identidad sexual, activó a favor del derecho al aborto libre, legal y gratuito. Abanderada de la resistencia de los pueblos originarios en nuestro país y el mundo, bregó por el derecho al territorio de los mapuche y del pueblo palestino. Defensora de los derechos de las y los trabajadores, acompañó luchas obreras y empresas recuperadas por sus trabajadores en mítines y ollas populares. Cada jueves a partir de 1977, asistió a las rondas de Plaza de Mayo y encabezó las Marchas de la Resistencia, reclamando la apertura de los archivos del Ejército y de la Iglesia. El pasado 30 de mayo, a los 94 años, partió sin tener indicio alguno sobre el paradero de su hijo Gustavo. Sin embargo, esa pequeña gran mujer ha triunfado, sigue presente en cada espacio de emancipación, y convoca a millones de personas.
El documental «Norita» fue realizado por la cineasta argentina Andrea Tortonese y el director australiano Jayson McNamara quien -tras conocerla en las manifestaciones LGBTQ+ cuando se desempeñaba como periodista en el Buenos Aires Herald- documentó durante cuatro años la vida de Nora Cortiñas. Por su parte, Andrea Tortonese, a cargo de la dirección e ilustración, la conoció durante los cinco años que trabajó con Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en el área de Comunicación y Archivo. La realización de este documental, que Norita tuvo oportunidad de supervisar en cada uno de sus tramos e incluso ver el resultado final, llevó siete años de intenso trabajo que incluye un valioso material de archivo, testimonios de quienes conocieron a Norita, y las animaciones que sintetizan su historia. Y tuvo el respaldo de un destacado grupo de productores internacionales, tales como Gustavo Santaolalla, quien también compuso la música, y la actriz Jane Fonda.
La vida de Nora Cortiñas y las Madres de Plaza de Mayo son un testimonio de la capacidad de las mujeres para transformar el dolor en acción, en solidaridad y justicia, y de la gran importancia de la memoria para la construcción de una sociedad mejor. El documental «Norita» inspira a las nuevas generaciones a levantarse, hacer el camino y luchar contra la injusticia. El afiche advierte que desde el fondo más siniestro y oscuro siempre puede emerger una luz.