Octubre en la piel de América Latina
por Mariela Acevedo*
Las marcas de la colonización europea primero y del imperialismo después siguen mostrando las venas abiertas de América Latina. Tras 528 años de historia de resistencia, las luchas emancipatorias de los sectores populares, antirracistas y feministas continúan forjando alianzas para denunciar las formas en las que perviven prácticas violentas que marcan cuerpos, espacios y lenguajes en un territorio que sigue siendo escenario de disputas.
12 de octubre #NadaQueFestejar
En España el 12 de octubre se celebra —sí, celebran— su fiesta nacional, el Día de la Hispanidad. En América latina, la fecha se conmemoraba como el Día de la Raza (aún en algunos países continúa esa denominación) aunque de forma reciente —a nivel institucional— se habilitaron discusiones sobre qué se debe conmemorar en la fecha en la que Cristóbal Colón llegó a América. Las expediciones en representación de las coronas europeas —española, portuguesa, inglesa, francesa— harían colisionar dos mundos: el de las civilizaciones indígenas y el de una Europa en expansión, ávida de tesoros, cuerpos y territorios.
En el clásico canon escolar, las expediciones europeas y el sometimiento de las poblaciones preexistentes a la llegada de los colonizadores solían ser narradas como “descubrimiento” y “conquista”. Creo que no spoileo nada si desde ya digo que descubrir y conquistar no son precisamente los verbos que describen el saqueo, la expoliación y el genocidio que representó la llegada de España y Portugal a territorio americano.
En Argentina entre 1916 y hasta 2009, el “día de la raza” conmemoraba este evento como si se tratara de un encuentro fortuito. En 2010, Cristina Fernández de Kirchner, haciéndose eco de una demanda histórica, cambió por decreto la denominación por la de “Día de Respeto por la Diversidad Cultural”, que aunque implica una distancia de esa idea de “descubrimiento”, sigue sosteniendo una idea de convivencia sin conflicto que omite la imposición y el despojo que implicó ser colonia de una potencia. Quien primerió en la idea de nombrar la fecha acorde a la idiosincrasia popular fue el presidente Hugo Chávez Frías, que el 12 de octubre de 2002 decretó la fecha como “Día de la Resistencia Indígena”. En Bolivia, desde 2011 la fecha se denomina “Día de la Descolonización” y no es casual que este año —previo a las elecciones que dieron por finalizada la experiencia golpista de Jeanine Añez— el grupo de feministas comunitarias Mujeres Creando, haya conmemorado la fecha con la intervención al monumento a la reina Isabel, La Católica. Desde la plaza de La Paz y desde la década del veinte, la figura en blanquísimo mármol de la reina sobre un pedestal, se impone como si desde otra orilla y eternamente pudiera hacer valer su rango. Imperturbable, con el rosario entre las manos grabado en piedra, la estatua fue intervenida y revestida con el atuendo de las cholas paceñas: pollera, mantilla, aguayo y sombrero, indumentaria que lleva la marca del mestizaje. Un mestizaje que no está exento de dolor. La identidad marrona, se hace cuerpo en rasgos, atuendos, voces e historias de discriminación y sufrimiento, pero también de orgullo.
El 12 de octubre en Buenos Aires, sin embargo, no tuvo gusto a resistencia sino a defensa de privilegios. La rebelión de las elites no fue exclusiva de Buenos Aires, pero en la Ciudad la fecha elegida por los sectores anticuarentena para salir a la calle a reclamar libertad de movilidad también fue acompañada por el Gobierno de la Ciudad, que decidió iluminar los monumentos históricos con los colores de España. La Embajada de España en Buenos Aires agradeció públicamente la obsecuencia del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, que eligió celebrar la fecha con la corona española, en lugar de hacerlo con los pueblos hermanos del sur.
El 17 y #75Octubres con las patas en la fuente
El racismo en Argentina es un problema estructural. Si rastreamos su origen, podríamos remontarnos al tráfico de esclavos de África o al genocidio perpetuado en distintas campañas contra las poblaciones indígenas por Julio Argentino Roca, cuyo monumento en la Ciudad de Buenos Aires se emplaza a pocas cuadras de la Plaza de Mayo y la Casa de gobierno.1 O también podríamos partir del 17 de octubre de 1945 como fecha clave de hackeo a las élites dueñas de la Argentina: el 12 de octubre de 1945 el militar en ejercicio del Ejecutivo, Edelmiro Farrell pide la detención del Coronel Perón que desde la gestión en la Secretaría de Trabajo y Previsión había forjado una alianza con los gremios obreros. Detenido en la Isla Martín García, Perón sería liberado en esa primavera del 45 por quienes hasta hoy son mencionados despectivamente como «la negrada» o «la chusma» que haría historia y daría nacimiento a un movimiento de masas.
La ocupación de las calles el 12 y el 17 de octubre en este complejo año pandémico expresan estas disputas históricas. A 75 años de aquella emblemática jornada de lucha, con recaudos, quienes pudieron salir en auto o garantizar la distancia social, expresaron su apoyo al partido justicialista y a su actual expresión, el Frente de Todos. La pandemia no impidió la celebración de quienes se sienten parte de este movimiento histórico que recordó su surgimiento en la Plaza de Mayo, su caída bajo el bombardeo diez años después, su proscripción y su renacimiento revolucionario, sus alianzas non sanctas, su deriva neoliberal y su resurgimiento nacanpop. La CGT no convocó, en lugar de eso, se apostó a una movida virtual que resultó un bluff . La caravana de autos, colectivos y camiones expresó que muchos sectores principalmente de ingresos bajos y medios, recuerdan al Viejo, adoran a la Santita, extrañan al Flaco, bancan a la Yegua y mantienen expectativas con el tío Beto.
El 75 aniversario de aquella jornada en la que el pueblo reclamó la presencia de Perón, se produjo en paralelo a las tomas de tierra en Guernica y de la rebelión en el seno de la familia Etchevehere. El enfrentamiento entre propietarios y desposeídos —la verdadera grieta que recorre centenarias luchas en este suelo— se reactualiza en los medios, que reproducen los discursos sobre la propiedad privada de ruralistas y hacendados cuyos intereses buscan equiparar con el de vecinxs, que tienen un terreno o una casita en la provincia de Buenos Aires.
Durante décadas, el peronismo desplegó una agenda de ampliación de derechos y a la par, construyó una liturgia, una simbología, un lenguaje propio que permeó la cultura nacional, pero también en ese mismo movimiento construyó a su enemigo: el antiperonismo. El peronismo —como el movimiento expansivo que es— canalizó inicialmente demandas de trabajadoras/es y especialmente de las infancias, juventudes y adultos mayores en situación de desamparo; progresivamente se constituyó como espacio en el que encontraron lugar reclamos en torno a los derechos de las mujeres y del colectivo LGTTTBIQ+. El antiperonismo se dedicó a odiar a todos esos sectores y a ver en cada forma de ampliación, una pérdida de privilegios. Pero ni el antiperonismo ni el peronismo del siglo XXI son bloques homogéneos. La alianza entre la heredera rebelde, Dolores Etchevehere y su abogado, el referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) Juan Grabois, es una postal interesante para pensar en los procesos históricos de democratización en perspectiva de clase y género.
Las contradicciones al interior del peronismo (¿o ya sería hora de usar el plural?) habilitan corridas por izquierda que a una le hacen morderse los puños: conviven líneas conservadoras y hasta reaccionarias con emergentes disruptivos, que motorizan luchas como la del aborto legal (proyecto-promesa de Fernández que la Campaña por el aborto seguro, legal y gratuito no deja de recordarle diariamente al presidente de la Nación) y conquistas legislativas como matrimonio igualitario e identidad de género, que representaron políticas de reconocimiento potentes y de vanguardia para la región que llenan de orgullo. El reclamo por una economía feminista que contemple políticas públicas de cuidado —especialmente en el contexto de emergencia sanitaria actual— es el desafío que la presente gestión debe encarar para darle respuesta a los sectores que tienen su militancia en el peronismo.
En el contexto actual en el que la pandemia expuso las desiguales formas de acceso a la tierra y la vivienda, en el explosivo escenario en el que las minorías más opulentas se niegan a una redistribución mínima de la riqueza y de la producción nacional, las luchas por la justicia social nos obligan a mirar la historia de opresión y explotación en el que las identidades feminizadas, desclasadas, pobres, excluidas, marronas de todo el continente están implicadas. La identidad política es una construcción y como dicen las compañeras del colectivo identidad marrón, «el antirracismo es acción»: hoy no hay lugares para ciudadanías de segunda; por eso el 12 y el 17 de octubre no son fotos viejas sino la historia viva de las luchas por descolonizar y despatriarcalizar que nos urge poner en marcha.
- En 2010, año de Bicentenario, un grupo de intelectuales encabezados por Osvaldo Bayer publicaron el libro Historia de la crueldad argentina. Julio A. Roca y el genocidio de los Pueblos Originarios. Allí se presenta un proyecto de traslado del monumento de Roca así como de renombramiento de calles y del reemplazo del billete de cien pesos que lo homenajea que no tuvo eco. A diez años de su publicación el libro fue liberado y puede ser accedido en http://bit.ly/historiacrueldad
*Mariela Acevedo es feminista, doctora en Ciencias Sociales, licenciada en comunicación y docente. Administra el portal Feminismo Gráfico y es editora de Revista Clítoris. Escribe, da clases y realiza tareas de investigación en el campo de la comunicación, la salud, los géneros y las sexualidades.