Octubre Marrón: para recordar que América no es blanca
“Octubre Marrón” es un llamado a subvertir el sentido del equívocamente denominado “Descubrimiento de América” en un ciclo donde se conmemoran y celebran las resistencias de las comunidades indígenas.
por Laura Mangialavori
La propuesta del Colectivo Identidad Marrón tiene como objetivo visibilizar el racismo estructural, resignificar las identidades originarias y denunciar el blanqueamiento del territorio.
“Identidad Marrón surge a partir de la iniciativa de diferentes personas que nos encontramos desde los activismos y la militancia. Somos una generación que comenzó a transitar espacios que antes nos estaban vedados. Ese proceso de encontrarnos nos permitió darnos cuenta de que el racismo atraviesa nuestras vidas y es de carácter estructural y que además en Argentina de eso no se habla”, afirma Sandra Hoyos, integrante del Colectivo, conurbana y docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento y de la Universidad Nacional de José C. Paz (actualmente ambas casas de estudios están luchando en defensa del presupuesto para la educación pública).
“Hay un mito de que Argentina es blanca y esto no es así. Las identidades marrones, las indígenas, no fuimos visibilizadas y a la vez fuimos estigmatizadas y puestas en un lugar de criminalidad”, agrega Daniela Ruiz, actriz, productora y directora de teatro, perteneciente a Identidad Marrón y secretaria de la Asociación Civil “Siete Colores Diversidad”.
Periódico VAS conversó con ellas para que argumenten por qué consideran que Argentina es un país racista; cuáles son las resistencias al momento de plantear este debate en nuestra sociedad; cuáles las dificultades que presenta el actual contexto ante un gobierno neoliberal; cuáles las estrategias desde el arte y la cultura; y qué lugar ocuparon los feminismos en la lucha contra el antirracismo en el marco del 37° Encuentro Plurinacional de mujeres lesbianas, travestis, trans y no binaries, que se celebró en Jujuy, y del que fue parte el Colectivo Identidad Marrón.
¿Por qué Argentina es racista?
“Quienes tenemos una identidad étnica marrón, de descendencia indígena y migrante somos el grupo poblacional de menores recursos, no sólo económicos, sino también simbólicos. Nuestras imágenes, nuestros cuerpos, son los no deseados, los empobrecidos”, señala Sandra y continúa: “Incluso se nos niega nuestra propia identidad nacional. Es habitual que nos digan “¿De qué país sos?”, o que nos insulten utilizando nacionalidades como la peruana o la boliviana para desacreditar nuestra propia identidad argentina, desmereciendo a su vez a otras identidades latinoamericanas”.
Acostumbradas a que las subestimen, a no poder imaginar otros mundos posibles, otras trayectorias, otros modos de estar en los que no sean consideradas personas inferiores, Sandra advierte que le llevó un largo recorrido de encuentros junto a otres y de procesos colectivos, reconocer y cuestionar estas vivencias naturalizadas. “El principal obstáculo al momento de instalar el debate en la sociedad tiene que ver con la negación. La mayor resistencia es no reconocer que en Argentina hay racismo”. Dice que se lo suele imaginar como algo foráneo, algo que no es de acá. o que el racismo sólo se ejerce en situaciones súper extremas, como, por ejemplo: cuando se golpean a los vendedores ambulantes que provienen de países africanos. Y si bien obviamente eso es un racismo extremo y es violencia institucional racista, lo que es más difícil de identificar es el carácter estructural y transversal de estas prácticas que pueden observarse en todos los aspectos de la vida. Estas prácticas inciden en la distribución de los recursos y en la construcción de las subjetividades de las personas, que se visualizan como de menor valor o como que sus vidas no importan o que sólo pueden aspirar a lo que sobra. “Poder hablar de racismo es importante pero también es complejo y dificultoso, porque es desarmar acciones aprendidas durante mucho tiempo”, repara.
¿Cómo afectan las políticas neoliberales a las poblaciones más pobres, vulnerables y étnicamente diferenciadas como “no blancas”?
El 12 de octubre, la cuenta oficial de la Casa Rosada publicó un video de menos de un minuto, en el que hace alusión a la llegada de Cristóbal Colón a América como un hecho destacable y admirable de la historia, en la construcción de nuestra identidad nacional y que representó una “nueva era de progreso y civilización en el Mundo Nuevo”. Con imágenes de la película “1492: conquista del paraíso” y una edición similar al recorte de la revista Billiken, el Gobierno arremetió, desconociendo y humillando el territorio de los antiguos pueblos, habitantes originarios de estas tierras, quienes denominaban al hoy llamado continente Americano su tierra Abya Yala.
El corto audiovisual no fue el único pronunciamiento desde el Ejecutivo. Durante el mismo día, en la página web de presidencia, compartieron un comunicado que exalta la relación carnal de Europa con España y subraya: “El Día de la Raza es un reflejo de los lazos culturales y humanos que han perdurado entre España y América a lo largo de los siglos. Como tal, sigue siendo una ocasión para reflexionar sobre los valores compartidos que unen a los pueblos de habla hispana, mostrando que, más allá de las fronteras políticas, existe una profunda unidad cultural y lingüística que sigue vigente”. En esta misma línea, la vicepresidente Victoria Villarruel, expresó mediante su cuenta de X “¡Feliz día de la Hispanidad!”.
Días después, el 19 de octubre, el oficialismo también reivindicó el aniversario del genocida, responsable de la Campaña del Desierto, Julio Argentino Roca, nombrándolo como el “Padre del Estado moderno argentino”. Esta masacre que se perpetró contra los pueblos preexistentes Mapuche, Tehuelche, Ranquel y Pampa en la Pampa y el norte de la Patagonia, fue parte de un plan sistemático, organizado y ejecutado por el Estado Argentino durante los años 1878 y 1890.
“Hoy estamos en un contexto donde nos gobierna un pensamiento liberal que reivindica el llamado descubrimiento de América, la llamada colonización de un nuevo continente y eso implica la negación de lo ya existente, implica que lo que existía antes no tenía ningún tipo de organización, que no había una cultura ni religiosidad. Y, sobre todo, niega las políticas de construcción de las memorias, políticas de historia que enfocan la presencia de las poblaciones originarias, que aún resisten y persisten”, expresa Sandra Hoyos.
Como militante social y docente de Universidad pública, observa preocupada el lugar que esta gestión le otorga al Estado y a las políticas de redistribución. “Estamos en un momento histórico en el que el rol del Estado es cuestionado, menospreciado y es importante entender que su tarea principal es distribuir los recursos para reparar desigualdades, producto de muchos años de un modelo económico, que, si bien no comenzó en la era Milei, a partir de los cambios de rumbos de este gobierno, se profundizaron”.
Feminismos y Antirracismo
En el mismo fin de semana en el que se “celebró” el denominado “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” (el “Día de la Raza” fue modificado en el año 2010, mediante el decreto 1584, a raíz del proyecto presentado en 2007 por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), (hoy disuelto por el gobierno de Milei) se realizó en Jujuy, el 37 Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries.
Durante este año, las compañeras de Identidad Marrón participaron del histórico Encuentro en la provincia norteña, donde, además de formar parte de las charlas y talleres, integraron la comisión organizadora.
“Nos ha costado mucho poner el nombre “Plurinacional” en los Encuentros. Nosotras hemos pensado siempre que esta forma de nombrarlos tiene que ver con un enfoque transversal de las desigualdades y de los tipos de dominación y explotación que vivimos las disidencias racializadas”, enfatiza Daniela Ruiz y plantea la necesidad de preguntarnos: qué tipo de feminismos y transfeminismos queremos en Argentina, y revisar quiénes son las identidades que ponen el cuerpo en la trinchera. “En su enorme mayoría somos las mujeres marrones las que nos exponemos a las peores condiciones de vida”, dice.
En esa línea, Sandra cree que es clave pensar desde una perspectiva interseccional, es decir, incluir en el análisis otras múltiples opresiones que atraviesan las existencias marrones, colocándolas en desventaja en la pirámide social. “No es lo mismo ser una mujer blanca, de buena posición económica -que bien puede padecer desigualdades laborales, como, por ejemplo, no poder acceder a un puesto de decisión o ser CEO de una empresa- que ser una mujer marrón originaria, pobre, que habita en una región de Latinoamérica, que además de padecer las desigualdades de género propias por el hecho de ser mujer y cargar con todas las responsabilidades y roles asignados socialmente, también carga con los aspectos vinculados al padecimiento de la pobreza estructural”, resalta.
Sandra y Daniela consideran que las militancias antirracistas han irrumpido en las discursividades de los feminismos tradicionales clásicos o feminismos argentinos que se nutrieron fundamentalmente de las teorías y estudios europeos. Y que el gran aporte que traen estos feminismos latinoamericanos decoloniales es repensar las desigualdades desde los propios territorios.
El futuro es marrón y es ahora
Durante todo el mes, con el fin de instalar la consigna “Octubre Marrón” y dar batalla al colonialismo cultural dominante, se realizaron en el Centro Cultural Borges y en el Centro Cultural de la Cooperación, distintas intervenciones artísticas: charlas, muestras audiovisuales, performances, exposiciones fotográficas y obras de teatro. Con preguntas como “¿Por qué tanto orgullo?, ¿Qué es la argentinidad? o ¿Qué posibilidades nos permiten las formas artísticas para reparar los huecos que aparecen en la historia oficial?”, las propuestas tenían como propósito reflexionar en la construcción identitaria del “ser argentino” y repasar estudios históricos alrededor de estas preguntas para entender el orgullo en la raíz originaria.
“La cultura, como parte hegemónica de poder, ha sido y sigue siendo sistemáticamente europea”, dice Daniela Ruiz, escritora y directora de la obra de teatro autobiográfica “Si me querés, quereme trans”. “Nosotres estamos poniendo a les artistas marrones en visibilidad, en primera persona, para que puedan expresar su arte sin expropiación de las identidades, sin apropiación de la blanquitud que existe. Creo y creemos que la expresión artística, es una de las manifestaciones políticas más importantes para desarmar prejuicios y transformar la realidad”.
Imagen: Emergentes