Máximo Paz: Una Historia a Través del Retrato
por Mariane Pécora
El retrato nació como documento. Si bien su historia tiene un inicio discutido: para algunos el retrato nace en Grecia, para otros en Roma y no falta quien lo sitúa en el Renacimiento. Efectivamente, en el siglo XVII las cortes europeas contaban con retratistas oficiales y tanto los nobles como las familias de gran fortuna eran retratados. A medida que los pequeños comerciantes y banqueros se enriquecían, mayor era la cantidad de retratos que encargaban. El retrato expresaba y realzaba la categoría social, el poder, la influencia y las virtudes sociales del retratado.
A partir de 1839, con la aparición de la fotografía, el retrato se fue popularizando. Pero el retrato pintado nunca ha perdido la particularidad de captar, más allá del gesto, la plenitud. Hay algo en el retrato de presencia ausente, de alquimia escénica que traspone y refleja la esencia del retratado.
Máximo Paz, doctorado en Estudios de Restauración y Preparado de Pinturas Antiguas en la Capilla Sixtina Roma, discípulo del maestro Lilo Bellini, es uno de los retratistas argentinos que ha recorrido con su obra una trayectoria casi tan vasta como el retrato a lo largo de la historia. Ha retratado a las personalidades más geniales y controvertidas de los siglos XX y XXI.
El impetuoso ingenio de Julio Cortázar, la sensibilidad visceral de Eugene Ionesco, el incondicional compromiso de Pablo Neruda, la intransigente altivez de Jorge Luis Borges, el convencionalismo de Adolfo Bioy Casares, y el tenue embeleso de Victoria Ocampo, han quedado notablemente expuestos en los trazos de Máximo Paz cuando los capturó en la eternidad del retrato.
Julio Bocca, René Favaloro, el artista plástico García Uriburu, el pensador español Gregorio Marañón, Pedro Miguel Obligado, Ernesto Sábato, el tenor argentino José Cura, Lola Flores, Narciso Ibáñez Menta, la soprano María Callas, Julián Marías, el guitarrista Andrés Segovia, Liza Minnelli, la bailarina Maya Plissetzkaia, el pianista Arturo Rubinstein y hasta Plácido Domingo son tan sólo algunas de las muchas personalidades retratadas.
Máximo Paz ha logrado captar el fuego de la mirada de Pablo Picasso, la asombrosa sutileza del escultor Antonio Pujia, y la tenacidad ensoñadora del maestro Raúl Soldi. Los trazos de Máximo Paz delinearon la abatida mirada de Discepolo, el melancólico quebranto de Astor Piazzolla, el modesto hechizo de Osvaldo Pugliese, la extraordinaria efusión de Troilo y la inflexible sonrisa de Carlos Gardel. De la misma forma, ha quedado plasmada la congoja del exilio en los retratos de Atahualpa Yupanqui y de Mercedes Sosa.
Si bien es en la composición del retrato donde más ha forjado su agudeza interpretativa. La obra de Máximo Paz abarca también: la pintura, el diseño, la literaria y la interpretación musical a través del canto. Fue el primer artista del mundo que expuso en la NASA. Diseñó joyas para Cartier, muebles para la mueblería Avignon y tapas de discos para grupos musicales como Arco Iris y Herb Alpert.
A finales de la década del ’70 Máximo Paz se instala en Estados Unidos, donde realiza 32 exposiciones, y retrata a eminentes figuras de la cultura, la ciencia y la diplomacia. Es declarado Visitante Honorario y participa, apadrinado por John Lennon, en el evento Scene Street, celebrado alrededor del City Hall en los Ángeles.
En 1982 se convierte en el primer artista del mundo que expone su obra en la Planta Espacial de la NASA. La muestra llevó el título «Pájaros del Cosmos» y constaba de 25 pinturas. A partir de este acontecimiento obtiene cuatro Premios Cesar de la Academia de Hollywood: como mejor Retratista, mejor Intérprete, mejor Pintor – por la obra expuesta en la NASA-, y como autor literario por el libro: «Máximo Paz, Palabras» editado por la Universidad de Harbor. Años más tarde, los Estudios Disney reproducen parte de su obra en los vitrales presentados en el teatro Luminarias de Hollywood, donde entabla una entrañable amistad con el actor mexicano Mario Moreno, Cantinflas.
Luego viaja a Europa, diseña muebles para la exclusiva mueblería Avignon en París y alhajas para Cartier. En España trabaja para Paco Rabanne y retrata a una jovencísima Carmen Maura. La escritora argentina Beatriz Guido lo invita a exponer en el Palacio del Conde Duque de Madrid.
Promediando los noventa, Máximo Paz regresa a nuestro país y recibe el Premio del Fondo Nacional de las Artes por su obra La engañosa libertad del hombre . Continúa con sus retratos y exposiciones, recibe distinciones emblemáticas como el Premio Gran Prix del café los 36 Billares de Buenos Aires. La Orden del Buzón , otorgada por el Museo Mano Blanca, ubicado en el cruce de las calles Centenera y Tabaré, en el barrio de Pompeya. En abril de este año, la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires lo declaró Personalidad Destacada de la Cultura y de la Ciudad.