Pese a la medida cautelar, rematan los muebles de la confitería Richmond
La firma Ciremates subastará mañana los muebles de la confitería Richmond, entre ellos los 130 sillones de roble tapizados en cuero, las 60 mesas de roble y los 11 billares profesionales. Así lo anuncia la página de Claudio Izak, titular de la firma, donde señalan que el remate se llevará a cabo en calle Florida 468, es decir, en las instalaciones de La Richmond.
Esta sería una fragante violación al fallo dictado por el juez porteño Fernando Juan Lima el 25 de agosto de 2011 donde, haciendo lugar a la medida cautelar solicitada por la diputada porteña María José Lubertino y con el fin de proteger el valor histórico y cultural de la confitería Richmond, ordenó a los propietarios e inquilinos que se abstuvieran de “efectuar o continuar cualquier modificación, restauración o alteración” en la estructura y el frente del inmueble, incluido el mobiliario, que, «en el caso de haber sido retirado, deberá restituirse».
En la misma sentencia, el magistrado dispuso que el Ministerio de Seguridad y Justicia de la Ciudad establezca una custodia policial, durante las 24 horas, a fin de garantizar el cumplimiento de la medida. Fue muy corto el tiempo en que la policía se mantuvo en el lugar, que desde entonces presenta une estado de abandono y deterioro notable.
Inaugurada en 1917 la Confitería Richmond, es una síntesis de la identidad cultural de la Ciudad. Decorada con estilo inglés, y como un remanso elegante en el fluir del Centro, integra el patrimonio histórico de nuestra Ciudad y conforma el señero universo de los llamados “bares notables”. Allí se fundó al grupo literario “Florida” y fue un punto de encuentro de intelectuales, escritores y artistas.
En los primeros días de agosto de 2011, trascendió que los dueños de la tradicional y elegante confitería Richmond, habían vendido el inmueble a un grupo inversor que instalaría allí el “Nike Store más grande de la Ciudad”. La intervención de vecinos, ONG’s, legisladores porteños y miembros de la Comisión de Protección del Patrimonio de la Ciudad, no se hizo esperar. El 11 de agosto, la Legislatura declaró patrimonio Cultural de la Ciudad Confitería Richmond como sitio histórico vinculado con acontecimientos del pasado, de destacado valor histórico, antropológico, arquitectónico, urbanístico o social. El 15 de agosto, la confitería amaneció cerrada, vaciada de muebles y los vidrios blanqueados. El 18 de agosto, la legisladora María José Lubertino promovió una acción de amparo contra el Gobierno de la Ciudad, para que ordenase a los propietarios del establecimiento que se abstuvieran de llevar a cabo o de continuar con las obras en el inmueble. El 25 de agosto el juez Lima dio la orden de no innovar. Mañana, un pedazo de la historia de los porteños y toda esta ingeniería jurídica morirá aplastada por el martillo del rematador.