“Porteños. Una pelusa en el ombligo del mundo”
En su flamante libro “Porteños. Una pelusa en el ombligo del mundo” , el escritor y librero Mario Kostzer recurre a letras de tango, del rock, a la literatura, al cine, al comic y a otras manifestaciones culturales para recorrer con ironía y humor los distintos arquetipos que confluyen en torno a los habitantes de la capital argentina y su relación con temas como el tango, el fútbol, la melancolía, el tránsito y el «chamuyo».
“La cabeza de Goliat” de Ezequiel Martínez Estrada, “Buenos Aires y el país” de Félix Luna, “Buenos Aires vida cotidiana y alienación” de Juan José Sebreli fueron algunas tentativas de explicar a Buenos Aires a través de los años.
Incluso las “escenas de la vida posmoderna”, de Beatriz Sarlo, forman parte de este derrotero a la hora de interpretar el rol de la capital del país y sus habitantes.
Kostzer, un escritor y librero tucumano que adquirió cierta notoriedad obras como “El pelotudo argentino” y «Así no hay cuerpo que aguante”“, ofrece ahora un nuevo abordaje de los modos, los lenguajes y los arquetipos del habitante de la ciudad de Buenos Aires en “Porteños. Una pelusa en el ombligo del mundo”, donde apela a un original diseño gráfico que descontractura la mirada y al humor como modo de caricaturizar el enfoque.
“Una ciudad que ostenta récords, al menos curiosos, como tener el más alto índice de psicólogos per capita del mundo merecía el intento de este libro -dice Kostzer-.Siempre cuando se hacen generalizaciones se corre el riesgo de cometer algún tipo de injusticias, y soy consciente de esto, pero encontré mucha descripción hecha por los mismos porteños. Montones de tangos confirman que hay existe una personalidad porteña”.
En su recorrido, Kostzer aborda las manías y singularidades de la clase media, que además de ser el estrato más numeroso de la ciudad, según el autor, adiciona la condición de tener la población más ecléctica: “Quienes intentan descifrarla o entenderla chocan contra un paredón cada vez que en una contienda electoral se pretendan prever sus movimientos”, señala.
El libro está integrado por breves capítulos o viñetas en los que el escritor se explaya en tópicos como la avivada, la melancolía, los registros del habla (entre ellos el «chamuyo»), la relación con el fútbol o el tránsito, fenómenos que recorre con una prosa risueña no exenta de ironía, como cuando se expide sobre el edificio de departamentos, hábitat típico de la clase media, que se reproduce en los balnearios que eligen para veranear, trasladando allí una forma de hacinamiento similar a su ecosistema.
El estereotipo del porteño incluye su ira cotidiana. «Eladia Blázquez lo dice en la bronca del porteño: ‘No hay terapia para el caso, no se puede con el genio, la bronca está en el porteño, como en el ‘morfi’, la sal’, y el libro lo desarrolla exponiendo diferentes maneras de exteriorizar descontentos variados, como cacerolazos, marchas, cortes de calles y bronca…mucha bronca», indica Kostzer.
«También hago un recorrido por los símbolos que sientan posiciones y ya forman parte de una forma de expresarse: desde el pañuelo blanco de las madres hasta el verde a favor del aborto legal, libre y gratuito, el libro da cuenta de más de 20 diferentes pañuelos de distintos colores que identifican disímiles posturas y que se venden en algunos kioscos de la ciudad», enumera.
La mayor parte del contenido de los medios audiovisuales que se consumen en la Argentina lo genera la ciudad de Buenos Aires, y el texto da cuenta de eso describiendo a los distintos tipos de comunicadores que pueblan los programas de radio y TV.
Completan este “repertorio” de arquetipos porteños el tachero, los ‘influencers’, los personajes de la city porteña, los mozos y la gastronomía porteña, los emergentes del rock y los protagonistas de la bohemia porteña entre otros muy reconocibles.
La avenida más larga y la más ancha del mundo, el río más ancho del mundo, la ciudad que alberga más estadios de clubes importantes de futbol en el mundo y muchísimos otros datos más alimentan, al decir del libro, un definido carácter porteño.