Proyecto «Lumiere Photo»
por Mercedes Ezquiaga
Con la inauguración del proyecto «Lumiere Photo» reúne más de 50 obras maestras proyectadas en la sala y con movimiento, la Argentina se sube a la tendencia internacional de exposiciones inmersivas como las recientes de Salvador Dalí en Florencia o de Van Gogh en Estados Unidos.
Se trata de una exposición prácticamente inédita en la Argentina: la proyección de más de 50 fotografías históricas e icónicas de paisajes de Argentina y Estados Unidos, en tamaño monumental, sobre las paredes de la sala totalmente a oscuras, cada una de ellas animada en pequeños detalles, a veces mayores, que resignifican por completo su sentido.
«Hace años vi una muestra inmersiva de Van Gogh en París y quería hacer algo del estilo acá. Pero bueno, aquella era una exposición de 15 metros de alto, 150 proyectores, en la que caminabas sobre los Girasoles de Van Gogh… y que cuesta 10 millones de dólares, pero viven de eso todo el año. Esa muestra me hizo pensar ‘tengo que hacerlo’. Yo tenía el lugar, las ganas y la inquietud», cuenta Gastón Deleau, director de FOLA, sobre la exposición «Lumiere Photo», a pocos días de su apertura.
Son quince proyectores en total los que sobrevuelan la sala principal de este museo dedicado exclusivamente a la fotografía -y que con esta exposición se coloca a la vanguardia en lo que a muestra de arte respecta-, en un itinerario artístico y tecnológico de una duración de 30 minutos que invita a presenciar de a fases la totalidad de las obras, a través del juego de movimientos, los efectos, los cambios.
Las fotografías que se observan pertenecen al archivo fotográfico estadounidense FSA (Farm Security Administration, por sus siglas en inglés) y el argentino CIFHA (Centro de Investigación Fotográfico Histórico Argentino), creado por Alfredo Srur, de donde Gastón Deleau, en su rol de curador, seleccionó icónicas imágenes a las que sumó otras de Harry Grant Olds, que integran el segundo de los archivos.
Esta selección de fotos en papel -tangibles- fueron entregadas a un estudio de nuestro país para que las animara para esta exposición inmersiva que desafía los límites de la percepción y que propone un relato ecléctico de geografías disímiles y distantes, que se podrá visitar hasta el 21 de noviembre en el espacio artístico ubicado en Godoy Cruz 2626, primer piso (Distrito Arcos, Palermo).
«Es una muestra sensorial, inmersiva, para que te quedes mirando y la foto te abrace», señala Deleau, mientras a su alrededor se ve un diario que se mueve como impulsado por el viento, en las manos de un hombre sentado en la Plaza del Congreso, o una bandera flamea lentamente en una vista del puerto de La Boca.
Más allá, un grupo de turistas observa el mar, en una postal de Mar del Plata de 1915, mientras las olas se mecen adelante y hacia atrás, como parte de la animación, y un grupo familiar numeroso, en la puerta de un rancho en Córdoba posa en 1901 para la cámara de Harry Grant Olds -estadounidense que llegó a Argentina y fue reconocido por sus fotografías de vistas y costumbres-, mientras sale humo de un calentador para el mate y unas moscas sobrevuelan un plato de comida, gracias a los efectos de la animación.
Las imágenes pertenecen a la primera mitad del siglo XX y están ordenadas de forma aleatoria e independiente sin un guion curatorial rígido, por lo que habrá que prestar atención a los detalles: una lluvia que cae y las gotas que resbalan sobre un paraguas, una bandada de palomas que pasa volando, luces que se prenden en las ventanas de un edificio de oficinas, una locomotora que avanza, todo en diferentes escenarios como calles, monumentos históricos, la Casa Rosada, el Congreso, un salón de billar, un parque o Puerto Madero.
Con respecto a las imágenes del archivo FSA, incluye fotografías de Dorothea Lange, Berenice Abbott, Russell Lee, John Vachon, Marion Post Wolcott, Walker Evans, entre otros maestros consagrados que participaron de esta iniciativa colectiva impulsada por Franklin D. Roosevelt para retratar Estados Unidos a lo largo y ancho, que coincide con el nacimiento del género documental y que dejaría una huella fundamental en la historia de la fotografía.
Postales en blanco y negro de Nueva York, Alabama, Hollywood, Chicago, Texas, Massachusetts y Minnesota, de principios del siglo XX, se prestan al juego de la animación, y en una vista aérea de Columbus Circle, en Manhattan, comienza a anochecer y lentamente se encienden las luces de neón de los carteles publicitarios, mientras en la imagen se hace de noche, y cobra movimiento una larga hilera de mujeres como parte de un desfile de trajes de baño, en 1925 en Los Ángeles. De repente, un neumático solitario atraviesa el frente de un puesto de segunda mano en San Marcos, Texas.
«Esto requiere meses de trabajo. Es un inmenso trabajo de animación, el Pixar argentino», dice Deleau aunque señala como ventaja que una muestra así «se puede llevar a cualquier lado, en un pendrive, solo necesitas un lugar».
Para los fanáticos de lo analógico, en la sala contigua, pasando una cortina, se encontrarán con las fotografías reales (las mismas que están animadas en la primera sala) pero ahora enmarcadas, con los detalles del autor, nombre, año en un delicado montaje, mientras que al final del recorrido FOLA vuelve a sorprender con un conjunto de fotografías de una Buenos Aires vacía, en plena pandemia, intervenidas con Realidad Aumentada. Esta breve muestra -independiente de las anteriores- invita a interactuar y descubrir las formas y movimientos más inesperados surgiendo de las imágenes tomadas por Gian Paolo Minelli, intervenidas por Rafael Parra Toro, a través de un filtro de Instagram, un código QR o desde la cuenta en redes de @fola.foto.
Las exposiciones inmersivas, en general dedicadas a maestros del arte, son una tendencia que crece en el mundo, mientras apuestan a la tecnología, a grandes nombres y a imágenes ancladas en la imaginería, en donde el espectador es protagonista: pocos días atrás, en la ciudad italiana de Florencia inauguró «Inside Dalí» en la Catedrale dell’Immagine, una muestra digital inmersiva desplegada en 400 metros cuadrados a través de cien ilustraciones del genial pintor catalán, inspiradas en «La Divina Comedia» de Dante Alighieri.
La muestra -a 14 euros el ingreso por persona- incluye además fotografías de su vida y la proyección del documental «Salvador Dalí: En busca de la inmortalidad», del español David Pujol, que recorre cada uno de los escenarios que el genio surrealista transitó a lo largo de su excéntrica vida.
Unos 60 mil fotogramas de video, 90 millones de píxeles y 20 mil metros cuadrados son los números que dan forma a «Inmersive Van Gogh», una exposición de arte digital que fusiona la tecnología de avanzada, la narración teatral y la animación para adentrarse en la obra del pintor holandés. La muestra itinerante que actualmente se puede visitar en el muelle Pier 36 de la ciudad de Nueva York proyecta más de 400 obras del posimpresionista, mientras que la icónica «La noche estrellada» fue instalada en el techo, para recostarse y observar, mientras suena la melodía de músicos como Edith Piaf o Thom Yorke. La entrada cuesta entre 40 y 60 dólares, según el día de la semana.
Otro nombre indiscutido de la historia del arte, Gustave Klimt, tiene también su propia exposición inmersiva actualmente en Barcelona, en el Centro de Artes Digitales Ideal, una impactante proyección de 200 obras del célebre pintor austríaco, en 300 metros cuadrados, con detalles -en su mayoría dorados- que se desprenden de las piezas y navegan en sutil movimiento. La muestra -exhibida simultáneamente en Bruselas- incluye una escultura anamórfica, que descompone «El beso» en diferentes planos, de modo que cada visitante puede ver la imagen completa desde un punto determinado de la sala, y un video en 3D que se puede ver con lentes de realidad virtual.
Una de las figuras más magnéticas de la cultura mexicana, la pintora Frida Kahlo, tiene también su propia exposición inmersiva donde poder ver sus pinturas cobrar vida propia y escuchar extractos de sus diarios y cartas. En el Frontón México, este recorrido incluye más de 25 pinturas emblemáticas, como proyecciones animadas que se adueñan del espacio y que van desde los muros a los pisos de la sala, mientras se escuchan de fondo canciones tradicionales mexicanas interpretadas por mujeres, para recrear el clima de época en que vivió la icónica artista.
Fuente: Télam