¿Qué ves cuando me ves?

por Maia  Kiszkiewicz

“Hola amigos del mundo. Hoy no fui al teatro por el tema del virus pero bailé y canté en mi casa”, dijo Olvi, del grupo Los Estrellados de la Escuela Teatral Gustavo Garzón y Virginia Lombardo. Sus palabras tuvieron lugar en uno de los foros de inicio del Festival Festival el domingo 22 de noviembre y fueron la forma de enunciar un hecho: la cuarentena impuso el confinamiento pero no la inactividad y, con las modificaciones necesarias, los espacios culturales se sostuvieron. Sobre todo los que implican al arte como un espacio de socialización, aprendizaje, disfrute y, a la vez, visibilización de trabajos que se sostienen hace años y que, en muchos casos, implican también una búsqueda por la inclusión laboral.
El evento, declarado de interés cultural por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, funciona como un espacio para la reflexión y da cuenta de que en diferentes lugares del país (y del mundo) se llevan a cabo trabajos que problematizan y cuestionan los espacios establecidos aplicando, para eso, una mirada atenta a la diversidad porque, como dijo Adriana de fundación Desafiarte: “Estar presentes en las agendas culturales es un derecho. Esos espacios son de todos”. Ante eso, el Festival Festival demuestra presencia. Propone en cantidad y calidad y, desde los testimonios de quienes hacen, deja en claro que hay voluntad. “Lo más lindo es que el teatro hace bien”, “Me da fuerza y actitud”, “Es como una familia para mi”, expresaron actores y actrices que participaron activamente en la realización de sus producciones.


Este evento aúna experiencias en torno a las posibilidades de trabajo desde la diversidad. Una búsqueda que no frenó este año, por eso el festival tampoco. “El teatro es un hecho grupal. Lo vincular es fundamental. Con este nuevo formato virtual aprendimos a escucharnos. Nos adaptamos de una manera alegre. Buscamos la forma de seguir expresándonos, aprendiendo, creando e inventando”, dice Virginia Lombardo, actriz, docente de teatro y directora del festival, en comunicación con Periódico VAS y explica que fue un desafío buscar la manera para sostener el evento en 2020. “No queríamos que sea un encuentro por Zoom como premio consuelo. Tardamos en ver qué hacer. Lo teníamos planificado para mayo y se hizo ahora. Finalmente, se nos ocurrió sacar lo académico, hacer dos foros, dejar a los artistas en primer plano y fue muy enriquecedor. Elegimos para que participe gente que vive lejos y que, a lo mejor, si era presencial no podía venir. Entonces vimos las ventajas que nos daba la virtualidad y utilizamos la inventiva que tenemos los artistas y que nos ayuda a sobrellevar desastres”, cuenta Virginia.


La idea de los foros que se producen durante el día de lanzamiento es compartir experiencias de trabajo y funcionan, también, para dar cuenta de la diversidad que existe en las formas de expresión y en las posibilidades de realización. Así, hubo en el festival participación de espacios como La Musa Ciega, un proyecto de Guatemala que tiene como fin el desarrollo social dando oportunidades a los artistas no videntes de desarrollarse en diversas ramas artísticas a la vez que recrea la experiencia al público para que se atreva a taparse los ojos y “ver” con otros sentidos. Desde este espacio explicaron que algunas de las adaptaciones que realizaron para su trabajo son la implementación de libretos escritos en braille o grabados en audio y que, para el reconocimiento del espacio escénico, utilizan texturas. Otro testimonio llegó desde España en la voz de Antzoki Teatro que proclamó que todo el mundo tiene derecho a amar y puso a disposición del festival la grabación de la obra “Romeo y Julieta, una mirada distinta” en la que presentan una historia de amor entre personas del espectro autista, padres ausentes, madres y hermanas sobreprotectoras, amor sin prejuicios y, como contaron en el foro, aprendizajes por todos lados. Hubo grupos que trabajan con alguna discapacidad concreta, otros que mixturan. Algunos ejercitan la improvisación, otros guionan. Algunos priorizan la expresión corporal, otros el canto. Pero la búsqueda siempre es la misma: “Llegar sin prejuicios a la gente”, como expuso Juan, coordinador del grupo Sin Drama de Down de la Escuela Teatral Gustavo Garzón y Virginia Lombardo.


“La escuela surge porque yo era muy amiga de Alicia Zanca y nos embarazamos juntas. Yo de mi hijo Iván, ella de Juan y Mariano Garzón. Nos acercamos muchísimo y nacieron sus mellizos, ambos con síndrome de down. Y cuando crecieron empezaron a querer actuar y expresarse. Entonces armamos una formación para ellos. Un lugar de expresión con grupos maravillosos que es, también, una actividad artístico-terapéutica”, cuenta Virginia quien, desde la experiencia, sostiene que este año se encontraron con cosas maravillosas y que, gracias a la modalidad online, empezaron a participar personas de otras provincias en las actividades de la escuela. Y, también gracias a la virtualidad, se abrió la posibilidad de sumar lo audiovisual a las presentaciones del festival. Una alternativa de producción que funcionó, a lo largo del año, como solución ante la imposibilidad de estar en un escenario. Por eso, en el canal de YouTube del Festival Festival se pueden ver obras de teatro filmadas y, también, una miniserie, comedias musicales, videoclips, monólogos y adelantos de shows que planean su estreno presencial apenas sea posible. Algunos grupos ya tenían material grabado y aprovecharon para editarlo, otros hicieron tomas desde sus casas con ayuda de las familias. El resultado de todo esto es, una vez más, la diversidad que amplía las posibilidades y enriquece la creación. “En definitiva, la situación particular de este año nos adelantó y nos hizo buscar herramientas que a lo mejor hubieran llegado con el tiempo y que nos permiten expresarnos y comunicarnos con un alcance muchísimo más masivo. Por eso, para el futuro pensamos hacer este evento en dos formatos. Apuntamos, por un lado, a lo presencial en Argentina, Montevideo y España. Por otro lado lo online o virtual para que quede disponible con traducción al lenguaje de señas, fundamentalmente, pero también hacerlo angloparlante para difundir al resto del mundo lo que hacemos los hispanoparlantes”, planea Virginia.

Y si hablamos de diferencias también tenemos que hablar de similitudes. Porque si en algo se parecen todas estas producciones es en el trabajo que hay detrás de cada realización. Todas son prácticas grupales que fomentan el respeto, la escucha y la atención sobre lo que hace cada una de las personas que participa. A la vez que son una posibilidad de expresarse en la ficción y en la realidad. “En este momento nosotros estamos hablando de diversidad funcional. En la era donde lo distinto nos iguala y nos une, trabajar con la diversidad funcional es realmente grato, placentero y encantador”, expresa Virgina e invita a todas las familias en las que haya gente con diversidad funcional a que se acerque a cualquier hecho artístico. “El arte junta, eleva, sana, cura, potencia. No es magia, pero casi. Y hay una oferta inmensa en el país y en el mundo para que todos podamos expresarnos”, celebra la directora del festival. Porque, como marca la premisa del grupo Seca teatro: “La diferencia está en los ojos de quien mira y no en el cuerpo que se expresa”. Y estas palabras sirven como impulso para que, después de participar del baile de cierre de los foros y de ver las 24 producciones disponibles en el canal de YouTube del Festival Festival, quede la pregunta y llegue a cada persona. ¿Qué vemos cuando vemos?

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